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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cada vez más globalización

Viernes, 23 de abril de 2021 00:00

Contra las visiones ideológicas que pretendieron ver en la irrupción de la COVID-19 un retroceso generalizado de los países hacia la era de la autarquía y una consiguiente vuelta atrás en el proceso de globalización de la economía mundial, los hechos revelan todo lo contrario. La crítica problemática vinculada con la fabricación y la distribución de las vacunas, que en la Argentina adquirió una singular relevancia política, revela que la pandemia no sólo no atenuó el ritmo de la integración de la economía mundial, sino que por el contrario tiende a acelerarlo. De la mano de la Cuarta Revolución Industrial, impulsada por la explosión de la inteligencia artificial, ingresamos en la fase de la posglobalización, signada por el nacimiento de una verdadera sociedad mundial, aquello que Perón definía como la era del universalismo.

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Contra las visiones ideológicas que pretendieron ver en la irrupción de la COVID-19 un retroceso generalizado de los países hacia la era de la autarquía y una consiguiente vuelta atrás en el proceso de globalización de la economía mundial, los hechos revelan todo lo contrario. La crítica problemática vinculada con la fabricación y la distribución de las vacunas, que en la Argentina adquirió una singular relevancia política, revela que la pandemia no sólo no atenuó el ritmo de la integración de la economía mundial, sino que por el contrario tiende a acelerarlo. De la mano de la Cuarta Revolución Industrial, impulsada por la explosión de la inteligencia artificial, ingresamos en la fase de la posglobalización, signada por el nacimiento de una verdadera sociedad mundial, aquello que Perón definía como la era del universalismo.

Este escenario internacional está signado por la consolidación de una nueva bipolaridad, encarnada por EEUU y China, unidos por un entrecruzamiento de intereses de dos economías interdependientes y, a la vez, enfrentados por el liderazgo global en una competencia que tiene un límite estructural infranqueable: la peor catástrofe que le podría ocurrir a China sería un colapso de la economía estadounidense y, a la inversa, lo peor que le podría suceder a EEUU sería una debacle de la economía china. En el mundo de hoy, prácticamente ningún país de mediana relevancia, y la Argentina está ciertamente en esta categoría, está en condiciones de optar por ningún alineamiento automático ni tampoco de prescindir de la articulación de vínculos de asociación simultáneamente con las dos superpotencias.

Para la Argentina, la reformulación del Mercosur es esencial y tiene tres ejes fundamentales. El primero es eminentemente económico: agroalimentario.

El segundo eje de esta reformulación es geopolítico: el Mercosur debe adquirir una perspectiva bioceánica. Esto supone, en primer lugar, el fortalecimiento de la asociación estratégica con Chile y la apertura de un proceso de convergencia con los países de la Alianza del Pacífico, que agrupa a las economías internacionalmente más competitivas de América Latina y de la que también forman parte Perú, Colombia y México. Ese es, además, el camino posible de la unidad latinoamericana.

El tercer eje es de carácter político: el Mercosur, pero muy especialmente Brasil y la Argentina, tienen que establecer un sistema conjunto de defensa y seguridad. Este Mercosur reformulado en función de una triple dimensión política, biocéanica y agroalimentaria es la mejor plataforma de lanzamiento internacional para las economías de todos sus países miembros y particularmente para la Argentina. Para nuestro país, la alianza estratégica con Brasil es más importante aún que la relación con EEUU o China.

La Argentina lleva nueve años consecutivos de estancamiento económico. El último corresponde al actual gobierno y sería lícito atribuirlo a los efectos de la pandemia en un contexto de brutal recesión mundial. Pero los ocho años anteriores pertenecieron, por partes iguales, a las dos coaliciones que se sucedieron en el poder durante los últimos años y discuten a través de sendos "best sellers" sobre quién tiene la culpa de lo que ocurre actualmente, en una competencia literaria y retórica orientada a demostrar no cuál de ambos fue mejor, sino cuál fue peor que el otro. Más allá de la voluntad y de las intenciones de los protagonistas de la denominada "grieta", el proceso político argentino ingresará obligadamente en una fase de cooperación impuesta por las circunstancias. Ni el oficialismo ni la oposición están en condiciones de imponer su vocación hegemónica. Quienes hoy lo intentan están inexorablemente condenados al fracaso. (Fragmento)

 

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