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La mujer golpeada de la Puna soporta más atropellos

“No recibo justicia porque no descendí de los barcos ni tengo sangre europea”.
Martes, 15 de junio de 2021 02:21

La mujer que denunció haber sido brutalmente flagelada por sus vecinos por una cuestión de límites de tierras rurales de la Puna salteña denunció en las últimas horas a sus agresores por desobediencia judicial.

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La mujer que denunció haber sido brutalmente flagelada por sus vecinos por una cuestión de límites de tierras rurales de la Puna salteña denunció en las últimas horas a sus agresores por desobediencia judicial.

La mujer dijo a El Tribuno que la Justicia local no le dio respuestas por todo lo acontecido, ya que solo le dictaron medidas cautelares y una restricción de acercamiento mutuo entre vecinos a una distancia de 500 metros, pero como muestra su último video, los incumplimientos e intimidaciones de sus vecinos, que no fueron castigados por los vejámenes sufridos, continúan.

Gladys Cruz (29), una técnica agrónoma y estudiante de Ingeniería Agronómica, integrante de pueblo originario, explota actualmente tierras que heredó de sus padres con tareas de agricultura, ganadería de subsistencia y artesanías.

Hace unos días había narrado con mucho dolor que un grupo de personas intentó hacerla desistir de sembrar en sus tierras y correrla del paraje Las Cuevas con métodos brutales.

Según testimonios de Gladys Cruz, reflejados en un video que se puede consultar en el sitio web de El Tribuno, y en sendas denuncias policiales, tres mujeres vecinas de 48, 27 y 20 años, a quienes les molesta que en los predios de su vecina se esté sembrando especies vegetales de altura, llegaron a su propiedad y sin más palabras la atacaron de manera demencial; dijo -entonces- que primero la golpearon con los puños y luego la derribaron y ya en el piso la pusieron boca abajo y le hicieron morder las nalgas y las piernas con los perros, para finalmente una de ellas orinar en una lata y entre las tres mujeres agresoras le hicieron beber el contenido de la misma, más otros vejámenes inconfesables.

Gladys Cruz contó -en el video- que la dejaron inconsciente y que recuerda cada palabra que las mujeres vecinas le gritaban en sus oídos mientras la sometían a todo tipo de tormentos.

Entre estas frases recuerda que le repetían "vos crees que sabés", "no te vamos a dejar que hagás nada aquí, te vamos a destruir todo", "tenés que irte".

Cuando las mujeres se habían retirado dejándola inconsciente, Gladys intentó salir a la ruta 51, allí la alcanzó el abuelo de las mujeres, quien con un cable la azotó hasta dejarla en el piso.

Gladys recordó que todas esas amenazas nacieron de la disputa por la tierra y por su profesionalización. Dijo, además, que desde hace años la fustigaban verbalmente, pero que el miércoles 26 vinieron a escarmentarla para que abandone la propiedad.

"Nosotros vivimos ahí desde hace mucho tiempo, mi padre nació y murió en Las Cuevas. Mi abuelo habitó este lugar mucho antes y falleció a los 93 años, hace ya décadas. Imagínense, no somos nuevos, cultivamos desde hace más de un siglo habas, papa, maíz, cebollas, hortalizas, hacemos queso de cabra, de oveja y vivimos de esta tierra y de sus frutos", contó la mujer a este medio.

Pasó un poco más de una semana y Gladys, tal cual lo prometió, volvió a sus tierras, quiso regar y se dio con un centenar de ovejas comiéndose el rastrojo y sus sembradíos de altura.

En las últimas horas hizo llegar su queja a la Municipalidad de Campo Quijano y en horas la policía de San Antonio de los Cobres se llegó hasta el lugar y recepcionó nuevamente la queja de la mujer andina, que aunque parezca mentira sigue sembrando en esas soledades.

Para que quede claro

La agricultora envió un nuevo video filmado en soledad en aquellas soledades y sostuvo que nadie la escuchó. Que solo le prohibieron a ella acercarse a sus vecinos y que ella cumple, los otros no.
En un clamor por justicia esta mujer, que vive sola en un inhóspito paraje de la Puna salteña, no recibió protección alguna de ninguna organización de mujeres ni menos de los derechos humanos.
A pesar de las heridas producidas por las fauces de dos perros en sus glúteos y de los golpes en su rostro y cuello, volvió a los cerros y comenzó a regar sus tierras para la próxima temporada. La mujer reflexionó con sobrada resignación: “Seguramente no nos escuchan porque no tenemos sangre europea o porque no descendimos de ningún barco”, se quejó.

 

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