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La cifra más dramática de una tragedia que era previsible

Ayer se registraron 614 muertes y 19.697 contagios. Con esa cifra se llegó a 100.250 fallecidos.Más de la mitad de los decesos se produjo este año, pese al comienzo de la vacunación.
Jueves, 15 de julio de 2021 02:34

El país superó ayer las 100.000 muertes por COVID-19, una cifra que ni siquiera era imaginable al comienzo de la pandemia, cuando el Gobierno tomó la drástica decisión de parar literalmente la economía, con el apoyo cerrado de todos los sectores políticos y un acompañamiento general de la población.

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El país superó ayer las 100.000 muertes por COVID-19, una cifra que ni siquiera era imaginable al comienzo de la pandemia, cuando el Gobierno tomó la drástica decisión de parar literalmente la economía, con el apoyo cerrado de todos los sectores políticos y un acompañamiento general de la población.

En aquel momento, el presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, Mario Negri, le reconocía al mandatario Alberto Fernández el rango de "comandante en jefe" de la batalla contra la pandemia de coronavirus, y solamente algunos pocas voces "anticuarentena" se expresaban de forma disonante, aunque sin eco en la gran mayoría de la sociedad, que seguía con miedo a la nueva realidad que se imponía penosamente en el mundo.

Sin embargo, ese paisaje monocromático de legitimidad y respaldo se empezó a desgranar en un plazo muy corto, no mayor a dos meses, a medida que el deterioro de los indicadores económicos se aceleraba a un ritmo pavoroso, y la pérdida de libertades, sintetizada en la consigna oficial "Quedate en casa", empezaba a sentirse como una afrenta para una ciudadanía que ya no aguantaba la prórroga permanente de las medidas restrictivas cada 15 o 21 días.

El movimiento "anticuarentena" crecía aceleradamente y empezaba a escucharse el latiguillo de "la cuarentena más larga del mundo".

A los primeros "banderazos", motorizados por agrupaciones libertarias y ciudadanos opositores identificados con el sector más duro del PRO, se sumó el pronunciamiento de un grupo de intelectuales cercanos al macrismo que denominó "infectadura" al sistema de cuarentena estricta.

El Presidente insistía en que ante el dilema de cuidar la salud o la economía, optaba por la primera opción.

A partir de mayo del año pasado, dirigentes de Juntos por el Cambio denunciaron que se trataba de una falsa dicotomía, y que en paralelo a las políticas sanitarias había que tener un plan para la reactivación de la economía. El Gobierno contestaba que estaba tomando medidas efectivas para atender el frente económico, como el ingreso salarial de emergencia (IFE) y el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Sin embargo esas herramientas resultaban escasas y ampliamente insuficientes para compensar el daño en la economía, con empresas que suspendían trabajadores, pymes que cerraban, y millones de personas que caían en la pobreza.

Hubo también un fuerte enfrentamiento entre el Gobierno nacional y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la presencialidad en las escuelas.

La campaña de vacunación también vivió tensos momentos: desde el "vacunatorio VIP" que eyectó del Gobierno al entonces ministro de Salud, Ginés González García, hasta las dudas por la compra de vacunas de Rusia y China, y el inexplicable retraso en acordar con laboratorios estadounidenses para acelerar la inmunización.

La proximidad de las PASO reavivó las llamas de la confrontación entre las dos principales coaliciones políticas y el fuego cruzado en temas vinculados a la gestión de la pandemia, así como en asuntos vinculados a la economía, es una constante que se exacerbará durante la campaña electoral.

Diferencias con CABA

Pese a los reclamos crecientes del sector más duro de la oposición, el Gobierno nacional pudo mantener durante 2020 un nivel de coordinación más que aceptable con la Ciudad de Buenos Aires, y el repliegue de la primera ola dio un respiro durante el verano, cuando se pudo llevar adelante la temporada estival con relativo éxito.
Sin embargo, hacia mediados de 2020 ya habían quedado expuestas las primeras diferencias entre la Nación y la Ciudad en torno a la vuelta de la presencialidad educativa. Ese año el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, cedió, pero en noviembre prometió a la comunidad de padres y madres que en 2021 el ciclo lectivo iba a desarrollarse de forma presencial, con normalidad.
 
 

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