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Una familia cartonera pide una vivienda

Tienen una sola cama en donde duermen los padres y dos hijos. Viven desde hace tres años en una gomería.
Sabado, 11 de septiembre de 2021 21:48
FOTO: JAVIER CORBALÁN

En la gomería San Cayetano, ubicada en la avenida central del barrio Solidaridad, esquina Fortín Bermúdez, sucede una situación fuera de lo común que devela el importante déficit habitacional que viene desde hace años Salta.

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En la gomería San Cayetano, ubicada en la avenida central del barrio Solidaridad, esquina Fortín Bermúdez, sucede una situación fuera de lo común que devela el importante déficit habitacional que viene desde hace años Salta.

Vanesa y Guillermo Ponce son padres de dos niños y viven, como pueden, dentro de ese negocio del sudeste capitalino desde hace tres años.

Ellos tienen 36 años y tienen a su cargo a Jorge, de 14 años, y a Lucía de 1 año y 7 meses. No tienen su espacio. Solo una cama de dos plazas dentro del taller en donde duermen los cuatro juntos.

Es una familia que se sustenta del cartoneo y de juntar todo lo que luego pueden vender en el Parque Industrial.

“Yo tengo que agradecer primero al dueño de la gomería que me prestó un lugar para que, al menos, tengamos un techo y un baño. Nosotros solo tenemos una cama y las cosas de los niños, que las dejamos acá, salimos de día a cartonear y luego nos venimos a dormir acá”, dijo Vanesa.

FOTO: JAVIER CORBALÁN

En esa gomería amarilla y opaca, en medio de la destalonadora, los martillos de goma, los almanaques, los compresores y los tachos con agua viven los niños acomodándose a las circunstancia de los clientes que llegan a reparar sus cubiertas y cámaras.

El baño es un baño de un taller con solo una canilla y un pozo en donde se bañan con agua fría y lavan la ropa y lo que usan para comer. Cocinar no pueden por dos motivos: no tienen cocina y no tiene qué cocinar.

Van a los comedores comunitarios y así sobreviven día a día.

Al día está Jorge que cursa el segundo año del Colegio Secundario y en un rincón entre la cama y el portón de ingreso se sienta a hacer la tarea.

“Yo lo que necesito es una oportunidad, un terreno, una pieza, un techo para nuestros niños. Desde hace más de 13 años que estamos presentando papeles en Tierra y Hábitat, en el IPV (Instituto Provincial de Vivienda) y no tenemos posibilidad alguna. Nosotros juntamos cartones, envases plásticos y cables si encontramos para luego vender. No tenemos ingresos fijos”, dijo Vanesa resignada. “Lo único que tenemos es nuestra palabra de que lo que nos den lo vamos a pagar como sea”, aseguró.

FOTO: JAVIER CORBALÁN

Tienen unos bolsones de casi dos metros en donde guardan botellones descartables de bebidas, en otro tiene bidones y en un tercero cartones y papeles. A todo lo mueven en un carrito tipo huevero que camina cada día varios kilómetros por el sur de la ciudad. Todo eso está a la vista, en el ingreso a la gomería en donde Lucía, que es casi una bebé con pañales, corre por todos lados y en donde Guillermo “pela” un cable. “El cobre es lo más preciado”, dice el hombre sonriendo.

“Si yo lleno un bolsón (de esos de 2 metros) me pagan 500 pesos, pero tengo que caminar mucho. Más o menos me toma unos 5 días juntar un bolsón”, describió Vanesa, quien debe salir con su hija pequeña.

Los adultos aseguran que necesitan un techo, pero en realidad le hace falta de todo. En el camino que transitan los vecinos solidarios le dan ropa y comida, pero sus carencias van más allá: también necesitan pañales, calzados, productos de limpieza, útiles  escolares, etcétera. 

 

 

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