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Cristina llamó a Guzmán y apaciguó las aguas, por ahora

La vicepresidenta le dijo al ministro que no pidió su renuncia. Él se quiere quedar en Hacienda.
Miércoles, 15 de septiembre de 2021 20:42

Cuando la tensión interna del Gobierno parecía no soportar más, la vicepresidenta Cristina Kirchner llamó ayer al ministro de Economía, Martín Guzmán, para decirle que no reclamó su renuncia al cargo.

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Cuando la tensión interna del Gobierno parecía no soportar más, la vicepresidenta Cristina Kirchner llamó ayer al ministro de Economía, Martín Guzmán, para decirle que no reclamó su renuncia al cargo.

“Él se quiere quedar”, dicen en el entorno del titular del Palacio San Martín, uno de los hombres fuertes del gabinete de Alberto Fernández que desde hace tiempo es apuntado por el kirchnerismo para forzar su salida. 

Ayer por la tarde, y después de la renuncia serial de funcionarios K al equipo nacional, la titular del Senado le señaló a Guzmán que no reclama su dimisión, al hacer una diferencia entre él y otros integrantes del Gabinete.

De esta forma, Cristina Kirchner dejó afuera de su reclamo de modificaciones en el equipo de Gobierno al ministro de Economía.

La conversación, que se dio de manera informal ayer en medio de la tensión, tuvo lugar luego de que los ministros cercanos a la vicepresidenta Kirchner pusieran su renuncia a disposición de Alberto Fernández.

El ministro de Economía había sido ayer el protagonista central del acto que encabezó el Presidente para presentar la ley de hidrocarburos pero que, en los hechos, le sirvió para hacer una defensa de su gestión. En su discurso, resultó llamativo el hecho de que Guzmán nombró en reiteradas ocasiones a la vicepresidenta, al gobernador Axel Kicillof que se encontraba presente en el lugar, y al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. También nombró a Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora y titular del bloque oficialista en Diputados.

En el evento que el Presidente eligió para respaldar a Guzmán -el apoyo que gatilló la seguidilla de ofrecimientos de renuncias-, Alberto también habló sobre el acuerdo con el Fondo Monetario y admitió un escenario inevitable: con o sin acuerdo, en 2022 la Argentina no pagará los vencimientos acordados por el gobierno de Mauricio Macri en 2018.

“Hoy tenemos que presentar el Presupuesto dando por cierto que el año que viene no tenemos que cumplir compromisos externos, pero la realidad exige seguir adelante una negociación con el Fondo. Lo cierto es que si ese acuerdo no existiera nosotros tenemos que hacer frente al pago de US$19 mil millones el año entrante y las condiciones serían otras. No solo en potencial de inversión, sino en las posibilidad de que el Estado tiene de promover el desarrollo que queremos promover, se vería afectado el crédito a las empresas, la salud, la obra pública, la ciencia y la tecnología”, aseguró.

Una mala relación

La relación entre Guzmán y el kirchnerismo duro es mala desde hace tiempo y estuvo cargada de internas y tensiones. Uno de los puntos que más le critica el cristinismo y La Cámpora es su política que consideran “fiscalista”. Creen que en medio de la pandemia y la crisis económica estuvo más pendiente del ajuste que de una política expansiva.

Una de las peleas célebres se produjo cuando Guzmán quiso echar a Federico Basualdo, de la Secretaría de Energía y que respondía a La Cámpora. Lo acusaba de ser ineficiente y no realizar un trabajo de segmentación de las tarifas que le correspondía.

Pese a la presión de Guzmán, Basualdo se quedó en su cargo con el respaldo de Cristina y Máximo Kirchner. Incluso el Presidente tuvo que intervenir y respaldar a su ministro que había quedado debilitado tras la disputa de poder. Desde ahí, nunca bajó la tensión entre los K y Guzmán.

Las críticas al ministro

Exacerbadas por el porrazo electoral del domingo, las críticas del kirchnerismo al ministro Martín Guzmán rondan sobre tres ejes:

1) Tarifas y subsidios

A fines de abril el ministro Guzmán intentó despedir al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, por no poner en marcha un esquema de segmentación tarifaria. Basualdo, con apoyo del kirchnerismo, resistió y se quedó en el puesto. Las diferencias iban más allá. Guzmán quería contener el gasto en subsidios y para ello buscaba aplicar un aumento en las tarifas de servicios públicos de un 20%. Basualdo y otros cristinistas se opusieron e impusieron.

2) Ajuste fiscal

Entre enero y julio Guzmán cerró todas las canillas y registró un déficit primario de solo 0,7% del PBI, cuando el objetivo anual llega a entre 4,2% y 4,5% del producto bruto. Esa “disciplina fiscal” fue cuestionada por distintos sectores del Frente de Todos. El ministro de Economía llegó a defender públicamente su política fiscal al asegurar que no se trataba de un ajuste y que hablar de equilibrio fiscal “no es de derecha”.
Axel Kicillof le retrucó: “Para alcanzar la recuperación y compensar las pérdidas de la pandemia hay que relajar la mirada fiscalista. Tanto el Gobierno nacional y provincial deben dedicarse en este momento a la reconstrucción de manera excluyente; eso implica que el salario le gane a la inflación y que se cree trabajo”.

3) El FMI

El cristinismo buscó marcarle la cancha a Guzmán sobre la negociación con el FMI por la devolución de los US$ 45.000 millones: primero reclamaba un plazo de 20 años para el repago, algo que no existe en el estatuto del Fondo, y segundo, limitar el uso de los derechos especiales de giro que repartió el organismo.
El cristinismo también le criticó al ministro que priorizó las cuestiones financieras más que la economía real. Además, le objetaron la buena relación con el Fondo, en contraste con el discurso más combativo de sectores del oficialismo hacia el FMI. 

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