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Max Aguirre: “Necesitamos del humor para todo: desde charlar a asumir malos tragos"

El ilustrador, historietista y humorista gráfico dialogó en profundidad con El Tribuno. 
Sabado, 04 de septiembre de 2021 02:04

Ayer por Zoom el ilustrador, historietista y humorista gráfico Max Aguirre participó de “Conversación con Max Aguirre: chiste e inconsciente”, una actividad gratuita para el público -organizada por la artista y educadora Mily Ibarra, del proyecto Las Mily y Una. Infancias con Lecturas y Música -,en la que dialogó con el psicólogo Máximo Alesanco, responsable del Centro de Investigación y Docencia (CID), perteneciente al Instituto Oscar Masotta (IOM 2); moderado por el psicólogo Walter Caravotta, docente del CID Salta. 

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Ayer por Zoom el ilustrador, historietista y humorista gráfico Max Aguirre participó de “Conversación con Max Aguirre: chiste e inconsciente”, una actividad gratuita para el público -organizada por la artista y educadora Mily Ibarra, del proyecto Las Mily y Una. Infancias con Lecturas y Música -,en la que dialogó con el psicólogo Máximo Alesanco, responsable del Centro de Investigación y Docencia (CID), perteneciente al Instituto Oscar Masotta (IOM 2); moderado por el psicólogo Walter Caravotta, docente del CID Salta. 

Aguirre, nacido en 1971, publica la tira diaria “Genio y figura” en el diario La Nación, la historieta semanal “Alina y Aroldo” para la revista Billiken y la historieta “Discépolo” para la revista Maten al mensajero. 

Tiene varios libros publicados. Como historietista en solitario, “Los Resortes Simbólicos” (Domus) y “Jim, Jam y el otro” (Sudamericana), y tres antológicos: “HR Historietas Reales” (Domus), “Monstruo” (Belerofonte), “Traición” (Loco Rabia). Y más de diez como ilustrador entre los que se destacan: “Los caprichos del chef” (Lea), “Los dos veranos” (Sudamericana), “La tormenta en el año del conejo”, (Sudamericana), “La saga de Pilo Montaliú”, (Norma Kapelusz) y “Pequeño papá ilustrado” (Sudamericana). 

Recibió La Legión del Libro de la Feria Internacional del Libro de Montevideo en 2011, ganó el Premio Banda Dibujada a la Mejor Historieta de ficción para niños en 2012 y el Premio Banda Dibujada a la Mejor Historieta de ficción para jóvenes en 2013. Ha hecho ilustraciones para distintos medios y editoriales, entre los que se destacan: diario La Nación, Suplemento ADN Cultura, Revista Nueva, Revista Maten al mensajero, Revista Orsai, Editorial Norma, Editions Delcourt (Francia) y Editorial Sudamericana.

Reconoce entre sus primeras influencias a Caloi, Fontanarrosa, Quino, Hugo Pratt, Goscinny, Uderso, Morris y Franquín. Y entre los influjos que asume ya siendo un “adulto y profesional”, enumera a Muñoz, Berberian, Dupuy, Tronheim, Watterson y Schultz. Aunque también admite que le produjeron efectos en sus creaciones referentes por fuera de su ámbito como Allen, Seinfeld, Favio, Gardel, Yupanqui, Sabina, Cohen, Waits, Zitarrosa, Goyeneche, Dylan “y un montón más”. Además, lleva adelante un proyecto musical que aúna canciones propias, animaciones y dibujos realizados en vivo. 

¿Cuál es la relación entre humor e inconsciente?

Creo que mucha, emergen de uno cosas que tal vez no se vean a simple vista. Uno articula el humor como articula todas y cada una de las intelectualizaciones de la realidad, ¿no? Hay una parte -quizá más estructural- que es consciente y luego hay otra de la que se constituye ese gesto, esa broma, ese chiste, que uno no maneja o maneja en otro plano, subconsciente, y que a veces suele decir más que el resto, o porque potencia el sentido o porque entra en tensión. Además de que indefectiblemente necesitamos del humor para casi todas las cosas, desde entablar una charla a asumir malos tragos. Inconscientemente, nos refugiamos o nos valemos del humor en todos esos casos.

En muchos de tus trabajos se pueden ver guiños a la psicología. ¿Hiciste terapia? ¿Cómo se relaciona esta experiencia con tu trabajo?

Hice muchos años terapia. Ahora no estoy haciendo, pero es una circunstancia que pronto solucionaré, je, je.

Creo que hay una relación directa por conocer ese espacio y también hay algo que va más allá de esa experiencia propia y que tiene relación con que el instante de la terapia es muy fértil para el chiste, como una suerte de reversión del clásico chiste de náufragos de las tiras humorísticas.

¿Puede el humor gráfico dar cuenta de la representación social del psicoanálisis?

No te sabría decir. Creo que el humor gráfico puede y en lo posible debe dar cuenta del clima social en que se hace y desde esa particularidad buscar una universalidad reflexiva. Un intento de colaborar con el día a día de los lectores, pero también una hondura sobre los temas de siempre, que se representan en cada época de maneras distintas, pero suelen estar hechos de las mismas dudas, pasiones y angustias humanas.

¿Cómo es la representación del paciente y el analista que construiste en tus viñetas? 

Creo que la diferencia de mi acercamiento a ese espacio es que pongo en tela de juicio al terapeuta, me permito debatir abiertamente cuestiones materiales, me permito encarnar la duda y la sospecha terrenal del paciente para con su analista, que no le contesta, que no le da el alta, que si está bien, que si está mal, juego un poco con ambos, porque creo que en definitiva el psicoanálisis tiene algo de eso: no hay una fuente del saber y alguien que va a esclarecerse allí; más bien hay gente trabajando en la dimensión humana de las limitaciones y esfuerzos por superarse.

Muchas veces cuesta perdonarles a los futbolistas que no sean geniales cada domingo. ¿Sentís esa presión en cada tira diaria?

Cuando empecé con la tira diaria la presión era por momentos insoportable, luego se volvió una amable guerra de nervios cotidiana. En términos psicoanalíticos, hay que elaborar el propio duelo acerca de que muy probablemente uno no suele ser genial siempre y a veces nunca y desde ahí armar mecanismos para lograr un chiste, una idea, una inquietud, un clima todos los días que vayan construyendo un discurso por acumulación y complicidad con los lectores. En términos futboleros, tal cual vos lo propusiste, diré que se aprende que hay goles de emboquillada, llenos de talento y elegancia, y otros con la rodilla y que ambos valen uno, bueno, hay que meter uno por día y ya.

¿Creés más en la inspiración que en la disciplina? ¿Tenés una rutina de trabajo? 

Creo que la inspiración es algo que a veces sucede y que la disciplina es algo que uno genera, cuantas más herramientas uno tenga en la caja de herramientas de la disciplina, muchas más posibilidades hay de, en caso de encontrarse con la inspiración, sacarle más provecho. La vieja frase “Que la inspiración me sorprenda trabajando”. A veces sucede algo medio mágico, pero conviene tener la mayor cantidad de opciones más terrenales para echar mano cada vez que haga falta. 

Sí tengo una rutina y una disciplina. Los dibujantes hacemos teletrabajo en solitario desde muchos años antes de que casi todo el mundo lo haga y si no tenés una disciplina y una rutina, caés en el caos y la procrastinación. Me levanto -más o menos siempre a la misma hora-, armo mate y algunas tostadas y arranco a pensar. Escucho radio o música o nada, depende de lo que esté masticando como idea para el chiste, y luego del mediodía ya suelo tener delineada la idea y arrancar la parte más mecánica del dibujo y el coloreado. Pasadas las cuatro, que es la hora de entrega en el diario, suelo darme una pausa, renuevo por tercera vez o cuarta el mate y arranco, en caso de tener (casi siempre tengo) algún otro proyecto o trabajo. Fui muy noctámbulo y el tiempo me ha vuelto bastante más diurno.

Por mucho tiempo se esperó que los chistes tuvieran un remate, pero en muchas de tus viñetas se elude eso. ¿Los lectores lo siguen pidiendo?

Creo que mi generación -y un poco antes también- empezó a prescindir de algunas cosas o de quitarle obligatoriedad a cierto formato estricto y hoy los lectores lo comprenden perfectamente, no esperan de una tira que siempre sea un chiste o que siempre tenga una estructura clásica con remate, incluso festejan que haya multiplicidad de cuerdas en una tira, que puedan reflexionar, emocionarse o simplemente disfrutar, sin la imposición de reírse sí o sí.

Ahora las tiras también se publican en las redes sociales. ¿Leés los comentarios? ¿Los contestás? ¿Te interesa ese feedback?

Pertenezco a la primera generación de autores de historieta y humor gráfico que encontraron en internet y las redes un amplificador de difusión de su material. A principio de los 2000 conformé un colectivo de historieta llamado Historietas Reales y la repercusión de ese espacio tuvo relación directa con mi llegada al diario La Nación. Desde entonces fui aprendiendo a relacionarme con el feedback directo con los lectores, algo impensado antes de las redes. Uno al comienzo está muy pendiente, luego entiende que el comentario es un elemento más, que no es tan cierto el que te dice que sos un verdadero genio impar -ni el que te dice todo lo contrario- y que en todo caso es bueno no entenderlos uno por uno, sino en conjunto. La totalidad de las reacciones te va indicando qué costado de tu estilo gusta más, cuál menos, cuál tiene seguidores más puntuales, pero más consecuentes. Creo que lo importante no es volverse demagógico ni contumaz, sino intentar mantenerse honesto con el propio discurso y brindarlo.

¿La corrección política perjudica el humor? ¿Qué opinás de la cancelación de ciertas figuras y de los temas vedados para el humor a partir de los avances sociales?

Detrás de los detractores de la corrección política y la cancelación, suelen acechar personas que en verdad están en contra de los derechos igualadores que esas prácticas excesivas y preocupantes defienden. Es común encontrar críticos acérrimos de los excesos en que incurren colectivos de género o raciales, que en verdad están en contra de los colectivos, aunque estos no comentan ningún exceso. El tema es complicado. Por otro lado, toda la práctica de cancelación y corrección en sí es un grave error que flaco favor le hace a lo que en teoría defiende. Son tiempos intolerantes, de mucho aquí y ahora, lo que suele impedir la lectura global de cada emisor. Alguien dice o expresa algo desafortunado y se lo reduce a ese error sin revisar su recorrido. Nadie puede reducirse ni es tan malo como su peor error; sin embargo, es lo que se hace. Por otro lado, se supone que la forma resuelve el fondo y entonces también te encontrás a más de un crápula aprendiendo todas las formas de la corrección política para camuflarse y mantener sus usos y costumbres racistas, machistas e intolerantes. Es complejo y preocupante, no la cancelación en sí, sino la sociedad que construimos de la que emergen estas prácticas.

También has grabado un disco de tango. ¿Cómo surgió esa pasión y cómo se relaciona con el humor gráfico?

Soy de una familia de músicos populares. En casa la música estaba, venían los amigos de mis viejos, todos músicos, venían folcloristas y tangueros, algunos conocidos, otros no, todos grandes músicos. Yo tenía dos berretines: dibujar y hacer música y me decidí por el dibujo. El tiempo pasó, mi casa se fue despoblando de músicos -porque la vida tiene eso: todos somos leves y pasajeros- y en algún momento sentí la necesidad de asumir la posta, brindar un pasito más en ese recorrido de mi familia y la música. Siempre hice música y nunca la mostré. Supongo que la decisión también radica en que de a poco me encontré con un discurso estético y un repertorio que consideré pertinente para hacerlo público y la verdad es que el recorrido de ese material fue tan inesperado como feliz, al punto de coronarlo con una nominación a los Premios Gardel y todo. En todo el viaje sin dudas los agradecimientos se los llevan mis compañeros músicos que supieron entender lo que andaba queriendo mostrar: Noelia Sinkunas, Mateo Castiello, “Pelu” Romero, Omar Giammarco, todos ellos y la amable amistad de dos capos como “Cucuza” Castiello y “Coti” Sorokin que se vinieron a cantar de invitados. ¡Ah! La relación con el humor gráfico es constante. Creo que me crié en esa tradición de la cultura popular argentina, en la que todas esas expresiones fueron y son parte de la educación sentimental del pueblo.

¿Podrías darle consejos a un joven dibujante?

Que no deje de dibujar y que no ate su pasión a la búsqueda de resultados económicos o profesionales. Es una carga muy pesada para algo tan sutil y delicado como una vocación, es hacerle chantaje. Que la prepotencia del trabajo, la constancia y el amor puesto en dibujar y superarse suele ofrecer en consecuencia trabajo y posibilidades, pero que eso no sea la meta, sino la consecuencia. Es difícil, incluso por momentos solitario, pero también es gratificante, feliz y único.

 

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