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Coplas y albahaca, listas pal’ Carnaval

En la Casa de la Cultura de Campo Quijano se realizó el 15to. Encuentro de Copleros, que convocó a poetas y artistas de toda la provincia y de Jujuy.
Lunes, 24 de enero de 2022 02:00

Desde el mediodía, la Casa de la Cultura de Campo Quijano se llenó de olor a albahaca. Ponchos salteños, cajas y colores iluminaron el salón donde copleros de distintos lugares de Salta y Jujuy se encontraron a celebrar a la música que los acompaña desde que nacieron.

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Desde el mediodía, la Casa de la Cultura de Campo Quijano se llenó de olor a albahaca. Ponchos salteños, cajas y colores iluminaron el salón donde copleros de distintos lugares de Salta y Jujuy se encontraron a celebrar a la música que los acompaña desde que nacieron.

Ayer, se realizó el décimoquinto Encuentro de Copleros en el Portal de los Andes, creado en 2007 por iniciativa de Teodora Pérez. "Soy nacida en Cerro Negro / criadita en Corralito. / Mi mamá era Nemecia, / mi tatita, Benito", cantó la mujer y aseguró: "Mientras Dios y la Virgen me den vida, lo voy a seguir organizando".

Antes del encuentro, Teodora invitó a seguir esta tradición: "Aquí y en cualquier lugar de la provincia de Salta tiene que estar la copla firme porque es lo más ancestral que tenemos nosotros, los copleros". Contó que a ella le gusta desde que se acuerda y que siente orgullo por este espacio compartido.

Desde Nazareno, Iruya, Santa Victoria, Jujuy, Chicoana, Moldes, La Quesera, Salta capital, Quebrada del Toro y La Poma, entre otros lugares, llegaron las copleras y copleros; en su mayoría, mujeres.

Cada una llevó su tonada y su experiencia más o menos larga: unas cantan desde hace seis años y otras, de toda la vida.

Algunas participan desde el comienzo y otras se enteraron este año por Facebook, por la televisión o por la radio y no se lo querían perder.

Alcira, nacida en Potrero de Chañi, observó que había pocos quebradeños en el encuentro y lamentó que la tradición "está medio quedada". Años anteriores llegó a haber alrededor de 60 copleros en este encuentro en Campo Quijano.

  Micaela García recordó su primera copla. Touzeau 
 

En sus relatos y cantos, recordaron a los compañeros que partieron los últimos años a causa de la COVID-19 o en el transcurso de la pandemia. "Muchas gracias, amiga Teodora / por volvernos a juntar / con lágrimas en los ojos / y recordando a los que no están", cantó Balvina, de La Poma.

La música del campo

Micaela García, nacida en Gobernador Manuel Solá y criada en una finca en Tacuara, recordó la primera copla que le enseñó su tía abuela campesina, cuando ella tenía ocho años: "Palomita torcaza, / llevame cerca a tu casa, / alimentame con semillita y mostaza".

Contó que en el campo ataban a los animales para que desgranaran el maíz, el trigo y la cebada. Cuando estaban los costales llenos de semillas, iban palomitas y pajaritos para comer.

"Es lindo el campo, una aprende de todo: se ara, se canta, se toca la caja, se saca la leche, de todo... Ahora, a los chicos no les interesa ni sacar un yuyo de la casa para tenerlo limpito. A ellos solo les interesa el celular y la computadora", lamentó la mujer.

"Yo quiero que siembren porque la verdura es sana para nosotros: vos sembrás y sacás de ahí nomás zanahoria, lechuga, espinaca, de todo". Al ver las costumbres de las ciudades, la mujer dijo que "hay que comer comida nueva, sanita, recién cosechada y bien lavadita".

Para despedirse, copleó: "Me acuerdo cuando era hermosa, / cuando 15 años tenía. / Las penas y los trabajos / como agua me los bebía. / 15 días voy cantando, / recién me voy componiendo, / como pimpollo de rosa que recién va floreciendo".

Este año, por primera vez, el Encuentro de Copleros contó con el apoyo de la Municipalidad. El director de Cultura, Diego Puca, valoró que se realizara en el edificio reinaugurado con instalaciones nuevas para los artistas, en el marco de la gestión actual, a cargo del intendente Carlos Folloni.

Mientras les servían cabeza guateada a los copleros bajo un árbol en el patio trasero, invitó a los salteños a ver los videos del encuentro en la página de Facebook de la Municipalidad de Campo Quijano.

Un aprendizaje heredado

A coplear se aprende, pero también se hereda.
Rafael Delgadillo (35), oriundo de Tartagal y actual residente en Cachi, acompañaba a su abuela, que es coplera, como él. Aprendió por herencia familiar y se fue animando de a poco a cantar en los carnavales. “Uno larga la voz cuando se anima a entrar en la rueda o también puede cantar solo”, explicó.
Según dijo, las letras también se aprenden. Algunas son populares y se cantan siempre, pero también el coplero puede armar sus coplas y estrenarlas para el carnaval: “Están las clásicas y, después, depende del ingenio de cada coplero o coplera. Muchas veces en las rondas se arman los contrapuntos: hay contestación y depende de la picardía, la memoria y el ingenio de los que están en la contienda”.    
Su abuela, Damasa Barroso, también de Tartagal, contó que de chiquita ya sabía de coplas, con la tonada propia del lugar: “Aprendí a cantar cuando aprendí a hablar”. Ella se crió en el campo y aseguró: “Ahí una aprende de todo”.    
Recordó que en el campo todo el día se trabaja y se canta: “Uno va haciendo las cosas y va cantando, porque ahí no hay otro entretenimiento”.    
 

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