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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Educación ambiental: pensando el presente, creando el futuro

Jueves, 17 de noviembre de 2022 02:25

Durante varios días, en Salta estuvimos inmersos en una vasta cortina de humo. Esta semana, de a poco, aparecen los contornos de los cerros desde mi ventana.

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Durante varios días, en Salta estuvimos inmersos en una vasta cortina de humo. Esta semana, de a poco, aparecen los contornos de los cerros desde mi ventana.

Y a propósito de todo esto, sigo pensando que no aprendimos nada. Somos la generación bisagra para muchas cosas, pero para otras aún somos el mal ejemplo para nuestros niños y jóvenes. ¿Cuál es el espacio para la reflexión, acciones concretas y promoción de cambios actitudinales en todo esto?

Algo debemos rever, más allá de las políticas ambientales. Algo que con educación, una vez más insisto, con educación como herramienta, podemos hacer posible. Quizás poder partir de lo que sabemos y lo que nos falta saber, detectar esos problemas que se repiten más allá de los niveles educativos y de las diferentes realidades sociales.

La globalización lleva al mundo a superar retos ambientales y ecológicos que requieren cambios de actitudes y políticas urgentes para modificar y gestionar posibles soluciones. El hombre, desde la antigüedad, forma parte del ecosistema y con su accionar ha causado un enorme impacto sobre él. Este accionar, históricamente, responde a un estilo de vida, al consumo y producción desmedidos que afectaron y provocaron en el tiempo un cambio climático de una complejidad desesperante siendo, en la actualidad, el gran desafío global.

Este cambio climático, persistente y radical, ha modificado estructuras del ecosistema y de la vida social. Y es contradictorio, porque aún conociendo esta realidad no logramos percibir las alteraciones que sufre la naturaleza hasta que se hacen visibles, dolorosamente visibles.

Vivimos una crisis ambiental y climática sin precedentes en la historia de la humanidad, los conflictos ambientales se profundizan en muchos contextos y nuestras futuras generaciones vislumbran incertidumbre, desigualdad y desaliento. Una crisis con nuestro modo de ser y estar en el mundo. Mirando este panorama, resulta sustancial volver a la pregunta acerca de cómo y para qué educar en este contexto de emergencia ambiental y climática.

Esta crisis ambiental está reflejada en todos los problemas medioambientales que vivimos hoy, y en nuestra provincia, particularmente, los últimos meses. Necesitamos, como sociedad responsable, reconocer los multifactores naturales y socioculturales que inciden en el comportamiento del medio ambiente, hacerlos circular en las aulas, y fuera de ellas también, desde un abordaje multidisciplinario.

La educación ambiental, como campo de intervención político - pedagógica, emergente e interdisciplinario, inscripto en procesos históricos y sociales, surge en respuesta a la aceleración y profundización de esta crisis. La interdisciplinariedad es una de sus características, urge trabajar desde las diferentes áreas del aprendizaje para interconectarlas y potenciar así las ventajas de cada una, evitando que se desarrollen acciones de forma aislada, dispersa o fraccionada. Que sea posible promover una perspectiva ambiental en las organizaciones escolares que logre desnaturalizar, inquietar, conmover y movilizar a los sujetos y sus prácticas y brindar herramientas para desarrollar proyectos ambientales participativos que tengan como objetivo la afirmación de una sociedad de derechos ambientalmente más justa, más digna y sustentable.

La ley de Educación Ambiental Integral N° 27.621 dirigida a todas las edades, grupos y sectores sociales nos habla de varios ámbitos de implementación, las escuelas desde el ámbito formal y otros espacios como clubes, organizaciones no gubernamentales, áreas naturales protegidas, municipios, etc. Es educación permanente, orientada a la formación de un ciudadano que revise sus valores para recomponer sus vínculos con la naturaleza. Los desafíos de la educación ambiental tienen que ver con este objetivo.

El reto de la educación ambiental, en este mundo globalizado y de cambios permanentes, es contribuir con acciones y conocimiento a la organización de un nuevo paradigma que favorezca la utilización de los recursos y de interrelaciones personales desde criterios de sustentabilidad ecológica y equidad social, lo que supone la compatibilidad entre la economía, política, ecología y sociedad. Es necesario inscribir la sustentabilidad en un proyecto, donde la redistribución de la riqueza, las relaciones de poder, las dimensiones ambientales jueguen un rol fundamental en este trabajo en redes desde lo comunitario, político y social. Recuperando saberes, diversidades, culturas e historias particulares de cada contexto para orientar la práctica educativa y sus procesos y avanzar hacia sociedades sustentables.

En términos de acciones concretas necesitamos promover una educación crítica, situada, comprendiendo la compleja trama social histórica y cultural en la que se desarrollan los conflictos ambientales, poniendo en cuestión y tensión la lógica del conocimiento cristalizado en las escuelas. Inquietar, conmover, movilizar las prácticas con experiencias que trasciendan e impacten.

Que nuestras aulas sean puentes con la realidad y nos permitan tejer soluciones y posibilidades. Tenemos derecho a un ambiente sano, digno y diverso. Cambiemos nuestra forma de pensar y actuar. Hagamos cada uno lo que debemos hacer, pensando el presente, creando el futuro.

 

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