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Rescinden vida social para dedicarse a la robótica: buscan llegar a un mundial

Tres adolescentes salteños fueron seleccionados para el torneo que se realizará en julio del 2023 en Francia. Su trabajo es un modelo de inspiración para otros chicos. Necesitan ayuda para el viaje.
Viernes, 30 de diciembre de 2022 22:39

Cuando se dice "la juventud está perdida" es porque se elige mirar una realidad parcial. En épocas en la que los especialistas advierten sobre los efectos negativos de la tecnología en la educación, el desenvolvimiento y el manejo de los tiempos en las infancias y la adolescencia; en otros casos, la tecnología es un impulsora de proyectos que llevan lejos. La Robocup, que se realizará en Francia a mediados del 2023, espera por tres salteños, Joaquín Argañaraz de 17 años, Alejandro de Ugarriza y Joaquín Rodríguez, ambos de 16 años.

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Cuando se dice "la juventud está perdida" es porque se elige mirar una realidad parcial. En épocas en la que los especialistas advierten sobre los efectos negativos de la tecnología en la educación, el desenvolvimiento y el manejo de los tiempos en las infancias y la adolescencia; en otros casos, la tecnología es un impulsora de proyectos que llevan lejos. La Robocup, que se realizará en Francia a mediados del 2023, espera por tres salteños, Joaquín Argañaraz de 17 años, Alejandro de Ugarriza y Joaquín Rodríguez, ambos de 16 años.

Antes, los tres jóvenes ganaron el primer premio de la instancia nacional, la Roboliga, en la categoría Rescate de Víctimas. La provincia también sacó el segundo puesto con dos chicas a la cabeza: María Virginia Viollaz y Lara Toconás. Todos pertenecen al mismo instituto: IITA (Instituto de Innovación y Tecnología Aplicada).

A pesar de su juventud, no es la primera competencia internacional de los adolescentes que decidieron adentrarse a la robótica desde la infancia. En el 2019, con 13 años, al año siguiente de haber ingresado al IITA, luego de ganar la instancia nacional, Joaquín Argañaraz viajó al mundial de robótica que se hizo en Sidney, Australia, donde quedó 5° en un trabajo colaborativo. Allí conoció tecnología para él desconocida. "Me encontré con muchos robots que tenían partes en 3D que no era tecnología tan usada, era nuevo para mi. Robots que tenían placas impresas propias, hechas por los alumnos... son cosas que no se aprenden de un día para el otro, una locura, con componentes de altos niveles", indicó entusiasmado, y recordó unos robots que jugaban al fútbol.

Alejandro y Joaquín Rodríguez también participaron de otro mundial, el de este año, que se realizó en Tailandia donde lograron el 6° puesto, además de ser premiados por mejor trabajo en equipo.

Desde la infancia

Las señales de la pasión por la robótica en cada uno se dio de diferentes formas. Argañaraz reconoce que no se sintió atraído por el mundo de la robótica desde siempre, el enganche con lo que sería su pasión se despertó de a poco, al observar trabajar a su padre electricista. Ahora decidió inscribirse en la especialización en electrónica en la Escuela Técnica N°2, y en el equipo se dedica a todo lo relacionado a ello.

"Yo siempre fui loco por la tecnología", resaltó Joaquín Rodríguez. Desde niño le gustan los teléfonos y las computadoras, además de desarmarlas para encontrar los chips y las placas e intentar entender cómo funcionan. Cuando tenía 8 años, los del IITA repartieron folletos afuera de su colegio y no dudó en inscribirse.

En cambio, en el caso de Alejandro, la tecnología era algo restringido en su casa. "Mi programa preferido era Cocineros Argentinos, para que te imaginés"; bromeó. Sin teléfonos, computadoras, ni TV por cable, identificó lo que le gustaba mediante su afición por dibujar y armar robots artesanalmente, hasta que a su colegio también llegaron los folletos con los que a los 8 años comenzaría una extensa carrera tecnológica. "Comencé con robótica informativa, luego me fui a diseño 3D, videojuegos, luego un poco de electrónica, programación, y de nuevo en robótica, pero con todos esos conocimientos", contó. "Me tienen como genio", agregó entre risas, aunque aseguró que "es trabajo duro, siempre me lo dice mi mamá, y concuerdo".

En el equipo, Alejandro se dedica más al software, aunque destacó que "todos sabemos un poquito de todo". Cada proyecto no es solo poner a andar el programa virtualmente, o el robot, sino además armar artículos científicos en el que debe constar la memoria del desarrollo del proyecto, más un póster técnico, para que la gente que va a la exposición observe las innovaciones principales.

Las tareas que demanda cada proyecto requieren esfuerzo, y a veces las manos disponibles quedan cortas. Ahora, por ejemplo, se preparan para dos competencias, la nacional que consta en simular un proyecto diseñando el software y la programación principalmente, en la que competirán dos de ellos. A la par, los tres deben prepararse para el mundial en el que deben presentar el prototipo de rescate de personas. Por ello, en vez de ir una vez por semana al Instituto, van todos los días. "Es mucho sacrificio, de dejar de lado algunas actividades para poder hacer esto, son proyectos largos. Para la simulada llevamos 2 años trabajando. Ahora estamos intentando profesionalizarnos, hacer un plan más a largo plazo," indicó Alejandro.

"Priorizo esto antes que mi vida social", señaló Joaquín Rodríguez, "tampoco es que tenga muchos amigos", reconoció, y aseguró que los que tiene, la mayoría los hizo en el Instituto.

En este contexto de demanda, la planificación y la organización son esenciales, más aún si se tiene en cuenta que muchos de los elementos que se necesitan son importados. "No podemos permitirnos olvidarnos un componente, tenemos que diseñar desde antes, porque más allá de los costos, que no es lo mismo para nosotros que uno de Estados Unidos, lo principal son los tiempos"; destacó Alejandro. Por su lado, Rodríguez advirtió sobre los impuestos que deben pagar: "A veces se paga lo mismo en impuestos de lo que vale el producto".

Las importaciones y los avances tecnológicos de otros países, deja en desventaja a los competidores argentinos. "Pero no en la competencia simulada", resaltó Alejandro, "en la simulada cualquiera que tenga una pc puede participar y se nivela el campo de juego", explicó. Los jóvenes aseguraron que les gustaría dedicarse a la robótica al terminar el colegio.

Para viajar a Francia los jóvenes necesitarán ayuda, allá nadie los recibe y deben costear todos los gastos. Ya se reunieron con el ministro de Educación, Matías Cánepa, quién les prometió ayudarlos. "Todos mostraron buena voluntad, se entiende que lleva tiempo", indicó Alejandro. Quienes quieran colaborar pueden comunicarse con ellos al 0387155208859.

 

 

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