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VIDEO. La historia del soldado salteño que cayó prisionero de los gurkas

César Oscar Vaca cuenta toda su experiencia.  
Jueves, 31 de marzo de 2022 21:57

César Oscar Vaca hoy tiene 58 años y se reunió con El Tribuno para contar su particular historia porque es el “único salteño que cayó prisionero en Malvinas” que sobrevivió a los gurkas y a los ingleses. Que terminó luego en Uruguay y lo llevaron luego a La Plata.

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César Oscar Vaca hoy tiene 58 años y se reunió con El Tribuno para contar su particular historia porque es el “único salteño que cayó prisionero en Malvinas” que sobrevivió a los gurkas y a los ingleses. Que terminó luego en Uruguay y lo llevaron luego a La Plata.

Malvinas sigue dando ejemplos de la persistencia salteña para dar héroes en las guerras por la Patria. 

El hombre llegó con un librito azul en la mano, todo marcado con papeles, anotaciones, referencias y recuerdos que quedaron documentados en la pluma de un capitán retirado en donde se cuentan los detalles del conflicto armado en la Islas Malvinas.

En el encuentro César se quiebra, se parte en mil pedazos y se vuelve a armar en un instante. La tundra malvinera lo volvió eterno, invencible, se levanta, se sacude y vuelve a avanzar. No se puede mantener el formato de entrevista sin alguna interpretación o dejando las explicaciones de lado.

“Yo tenía 18 años durante la guerra, pertenecía a la Fuerza Aérea Argentina y estaba en la provincia de Córdoba. Desde ahí me llevan a Neuquén, y luego a Puerto Argentino directamente donde estuvimos un par de días y luego a Pradera del Ganso, que es Darwin. Allí se dio el combate más intenso de todos. Primero hubo una espera muy larga en la que nos trabajaron psicológicamente para desgastarnos. Además tenían mucha tecnología a su disposición. Hasta que llegó el día donde se armó la guerra y entramos en combate cuerpo a cuerpo”, contextualiza el hombre como haciendo un aprestamiento formal de lo que luego vendría. Malvinas fue uno de los últimos conflictos armados en donde se utilizó el combate cuerpo a cuerpo.

“Son recuerdos que tienen; hay partes buenas y partes malas. Yo estoy orgulloso de haber servido a la Patria luchando por Malvinas, pero a la vez hay muy malos momentos en donde la guerra es un infierno. Son momentos cruciales que te marcan para toda la vida y que nunca se va a borrar de nuestros pensamientos. Yo tengo compañeros que quedaron allá y estoy orgulloso de haber compartido una trinchera con ellos. Y mi tarea por haber vuelvo es ahora la de contar las historias de los quedaron”, dice entre lágrimas de dolor, con la mirada en la puesta en 40 años atrás. 

“Primero estábamos bien, teníamos racionamiento de comida, pero luego se cortó la cadena de provisión y quedamos a la deriva. Comíamos papas del aire, raíces, planteas, lo que había. Fue terrible, muy duros esos recuerdos, fue una experiencia que te marca para toda la vida”, contó.

Un Güemes de Malvinas

En sus manos tiene el libro “Los Nidos del Cóndor, diario de un observador aéreo adelantado en la guerra de Malvinas”, de Andrés Alejandro Gazzo Barreto, de Ediciones Argentinidad, 2016. 

Es un documento, un registro donde el autor cuenta su tarea como alférez en las islas y en donde César es un compañero inseparable. 

Gazzo Barreto habla en términos de “gaucho de Güemes” del salteño por su coraje e incondicionalidad. Es un material de lectura recomendable porque el autor logra hacer vivir en carne propia las alternativas extremas y dolorosas de una guerra. También los momentos de efusividad por los logros y por la vida que se gana día a día.

“Yo logré escapar junto con dos alférez y un correntino. Recorrimos gran parte de Malvinas, desde Puerto Argentino hasta Fitz Roy. Ellos (los ingleses) nos persiguieron por días con disparos y bengalas. Ellos pensaban que éramos un escuadrón y sólo éramos 4. Los llevábamos a mal traer porque no sabían a dónde estabamos. Avanzábamos de noche y de día nos escondíamos en las acequias. Así recorrimos una distancia impresionante”, dijo Vaca.

De alguna manera va explicando el repliegue argentino ante la avanzada inglesa. En el medio hay gurkas, alta tecnología inglesa y también la capacidad para luchar con todo en contra de las fuerzas argentinas.

En Fitz Roy se termina la huida de los compatriotas. El Google Maps marca casi 90 kilómetros de recorrido. 

“Allí los gurkas nos tomaron prisionero. Son tipos especiales (los gurkas) que trabajan y viven de la guerra. Estuvimos un día con ellos y luego vienen los ingleses. Con los gurkas había una comunicación no muy fluida, pero no mala. Con los ingleses fue un mejor trato y con esperanzas. Eran gente de experiencia, de carrera, de fuerzas armadas, adiestramiento y oficio para la guerra. Ello nos trataron bien”, explicó. 

Siempre hubo un fantasma que sobrevolaba en las tropas argentinas con los mitos que se crearon con el batallón de soldados mercenarios nepaleses que desde 1815 actuaron para la corona británica. Como leyendas urbanas, en las trincheras se decía que los gurkas atacaban drogados y que no tomaban prisioneros porque degollaban a sus enemigos con sus cuchillos corvos “Kukri”.

Sin embargo el soldado salteño afirmó que sólo los mantuvieron inmóviles por un día y luego llegaron los ingleses.

“Nos juntaron a muchos prisioneros en bahía San Carlos, en unos secaderos de cueros de ovejas que eran como cámaras frigoríficas; nos tenían como un rebaño. De ahí nos mandan al barco Norland. Ya veíamos que podíamos llegar con vida al continente. En el buque nos etiquetan como a un equipaje, nos bañamos, nos dan ropa y no dieron un camarote. Además nos sacaban a dar una vuelta por cubierta para estirar las piernas y nos volvían a encerrar. Escaparse era imposible, era muy grande el buque y con mucha seguridad”, recordó. 

 

Asegura que es el “único salteño que cayó prisionero en Malvinas” que sobrevivió a los gurkas.
 


El 12 de junio de 1982, el buque de transporte inglés Norland desembarcó a 933 soldados argentinos en Montevideo Uruguay.

“Luego nos recoge una fragata argentina y nos deja en la ciudad de La Plata. El pueblo estuvo al lado nuestro siempre, nos recibió como los mejores honores; de la gente no nos podemos quejar”, llora el hombre, no puede contenerse al recordar el momento en que vuelven al continente.

“Unos días después nos llevan a Ezeiza. Allí nos realizan un chequeo y un par de días luego nos comienzan a distribuir en las provincias de cada uno. A Salta llegué en un colectivo que venía al norte y que iba dejando a santiagueños, tucumanos, jujeños, y finalmente llegué a Salta, me dejaron en la terminal. Me bajé del colectivo y no había nadie para recibirme porque nunca hubo comunicación con mi familia. Cuando se fue el colectivo me di cuenta que no tenía ni un peso”, rompe en llanto.

“Busqué un taxi, y le dije al taxista que venía de Malvinas. El hombre me abrazó llorando y me dijo que me llevaba sin cobrarme nada. Era un mediodía de domingo. Llegué a casa y mi familia estaba reunida”, se corta el hombre y no puede hablar más. Lucía Vaca esperaba a su hijo desde que comenzó la ocupación. No sabía nada de él. Vivía en una casa del barrio Vicente Solá.

Mercenarios. No sienten hacia la causa inglesa fidelidad nacional alguna, ni adhesión ideológica; sin embargo, jamás han faltado a su juramento de lealtad. 

Malvinizar

“Es un dolor muy grande y un orgullo a la vez porque hoy al fin se está malvinizando la sociedad, por primera vez en serio, a 40 años de esta guerra. El pueblo necesita saber muchas cosas sobre la guerra. También es gracias a los compañeros que volvimos de allá para honrar a los que quedaron allá; ellos son los héroes. Nuestra tarea es la de malvinizar porque hay muchos chicos que no lao vivieron y no saben del tema. A nivel cultura y educación habrá que hablar más del tema y nosotros estamos dispuestos a hacer ese trabajo. En estos 40 años hubo tantos muertos en Malvinas como veteranos suicidados, tenemos problemas con el PAMI, hasta sufrimos una represión policial”, concluyó César Oscar Vaca, el soldado salteño prisionero de los gurkas.

Breve historia del ejército de mercenarios 

Desde que en 1815 los ingleses alistaron a los gurkas que habían hecho prisioneros en la guerra de Nepal, admirados no sólo por su valor sino por su disciplina, el rey gurka Prithi Narayan Shah, había, introducido en el país la táctica militar europea, aprendida de los ingleses, a mediados del siglo XVIII, lo que le permitió formar un pequeño imperio. Los gurkas han participado en más de diez guerras e innumerables campañas menores al servicio inglés.
 

 

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