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Mosconi: El lugar que inmortaliza el nombre de Recaredo Fernández

Entre General Mosconi y Vespucio está Recaredo, un pueblo al que los lugareños, en los primeros años del siglo XX, bautizaron con el nombre de un inmigrante español.
Domingo, 15 de mayo de 2022 02:23

La comunidad de General Mosconi honró un año más a la Virgen de Fátima, la patrona y protectora del municipio norteño nacido al amparo de la industria maderera primero, y del petróleo y el gas en las décadas siguientes, y que comprende los pueblos de Vespucio, Recaredo, Coronel Cornejo y General Mosconi.

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La comunidad de General Mosconi honró un año más a la Virgen de Fátima, la patrona y protectora del municipio norteño nacido al amparo de la industria maderera primero, y del petróleo y el gas en las décadas siguientes, y que comprende los pueblos de Vespucio, Recaredo, Coronel Cornejo y General Mosconi.

Los nombres de las calles más importantes de Mosconi remontan precisamente hacia aquellos primeros inmigrantes que vieron en la riqueza forestal el medio para desarrollar los pueblos del norte.

Ciro Echesortu y Casiano Casas fueron los propietarios de esta finca en la que se asentó lo que años más tarde fue el pueblo de Mosconi.

Décadas después, YPF fundó el Campamento Vespucio, para la residencia del personal jerárquico, empleados y obreros, quienes allí contaban con un hospital de primer nivel en esos tiempos, una proveeduría de primera calidad con precios al costo, una panadería y todos los servicios básicos.

Pero entre General Mosconi y Vespucio existe otro pequeño pueblo al que los lugareños que en los primeros años del siglo XX recorrían la zona, bautizaron con el nombre de pila de un inmigrante español: Recaredo.

Don Recaredo Fernández fue un imigrante que a los 12 años de edad pisó suelo argentino después de bajar de un barco que lo traía de España, su tierra natal. Había nacido en Santander en 1884 y siendo un niño, solo, sin hermanos y sin la compañía de ningún familiar que cuidara de él, se embarcó rumbo a América del Sur. Llegó a Rosario de Santa Fe, una ciudad portuaria que crecía rápidamente, y allí echó sus primeras raíces.

Como todo inmigrante llegado en esos tiempos trabajó en cuanta actividad le fue posible porque para todos ellos se trataba de sobrevivir.

En Rosario se conoció con Rita Córdoba, una jóven nacida en esa ciudad, con quien se casó; tuvieron muchos niños y de todos ellos quedaron solo cuatro, en tiempos que cualquier enfermedad se llevaba a los más pequeños.

110 años atrás, más precisamente en el año 1912, Recaredo y su familia se trasladaron al norte argentino, porque el muchacho se había contactado con fuertes empresarios rosarinos que poseían grandes propiedades e importantes emprendimientos en esta región. Echesortu y Casas fueron los primeros propietarios de las tierras que hoy pertenecen al municipio de General Mosconi. La empresa se dedicaba a la explotación intensiva de la madera y eran propietarios de un gran aserradero ubicado en la entrada sur del pueblo.

Años más tarde por allí pasarían las vías del Ferrocarril General Belgrano.

Recaredo llegó a Mosconi con su familia y se hizo cargo de la administración del establecimiento de Echesortu y Casas. Vivía junto a su esposa y sus hijos a unos pocos kilómetros de donde años más tarde se levantaría Vespucio, en una curva que antecede al campamento.

Ocupaba una modesta casa de madera a la que se llegaba por escarpadas sendas, porque en esos años en la región no había rutas ni caminos.

Como administrador se encargaba prácticamente de todo lo referente a la empresa: la explotación de la madera que provenía de aquellos montes; era el responsable de la venta y traslado posterior de la madera y en general del trabajo diario de los aserraderos, donde trabajaban muchos obreros.

Pero tan solo habían pasado dos años cuando su esposa Rita se enfermó gravemente y falleció, por lo que al muchacho le tocó la dura tarea de hacerse cargo de los cuatro niños, además de su trabajo en la firma de Echesortu y Casas.

Al promediar el año 1920 Recaredo Fernández conoció a Amparo Gutiérrez, una joven española nacida también en Santander, cuya familia luego de venir de España se había quedado para residir en la ciudad de Rosario.

En realidad ambas familias se conocían desde Europa, por eso es que en Argentina y en la medida en que podían hacerlo solían visitarse, sobre todo cuando Recaredo viajaba desde el norte hacia la ciudad santafesina. La amistad dio paso al amor y se casaron.

Amparo pensó que solo viviría en el norte de Salta algunos meses y que luego con su esposo y los hijos de este podrían regresar a Rosario; pero la vida les deparaba otro destino.

En 1930 Recaredo Fernández dejó su trabajo como administrador de Echesortu y Casas porque adquirió una finca de 880 hectáreas ubicada al norte de Tartagal, en el paraje Yariguarenda, hoy conocido como paraje Vírgen de la Peña.

Con el paso de los años y el duro trabajo de Recaredo y de Amparo, la finca comenzó a producir cítricos, verduras y legumbres, sin dejar de lado la explotación maderera.

Del matrimonio con Amparo Gutierrez nacieron 3 hijos, el mayor de nombre Recaredo igual que su padre; Amparo, y un hijo menor que murió a los 7 años tras contraer difteria.

Amparo, la maestra 

Amparo Recaredo dedicó su vida a la docencia en la escuela Coronel Vicente de Uriburu de Tartagal. Fue directora y luego inspectora zonal. Su trayectoria fue impecable. En setiembre de 2002 el Concejo Deliberante de Tartagal, en un homenaje en vida, le impuso su nombre a la plazoleta de la terminal de ómnibus de Tartagal. 
De Don Recaredo Fernández puede decirse que falleció a la edad de 69 años después de una vida dedicada al trabajo y a su familia y que su nombre, aunque muchos ni siquiera lo imaginen, se perpetúa cada vez que alguien nombra a ese bonito lugar emplazado al pie de las yungas dentro del municipio de General Mosconi. 
(CORRESPONSALÍA TARTAGAL)

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