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5 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La grandeza de nuestros pueblos originarios

Testimonio y recuerdos de una experiencia militar de apoyo y reivindicación de las poblaciones indígenas de la Puna y el Chaco salteño, sus necesidades, su exclusión y su dignidad.
Sabado, 16 de julio de 2022 02:05

Viejos libros cayeron en mis manos. En ellos se narraban las peripecias de todas las Campañas del Desierto y los intentos de conectar Corrientes con Salta o la navegación del Pilcomayo o exploración del Bermejo y conquista del Chaco (expedición Uriburu de 1870, de Obligado de 1879, de Fontana de 1880, de Solá de 1881, Bosch de 1883, de Ibazeta de 1883, y de Victorica de 1884 (1). En todas estas "relaciones", escritas por jefes militares que combatieron a los indígenas, llama la atención los altos conceptos que tienen de estos, como así también cómo la población "blanca" cometía graves injusticias contra ellos

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Viejos libros cayeron en mis manos. En ellos se narraban las peripecias de todas las Campañas del Desierto y los intentos de conectar Corrientes con Salta o la navegación del Pilcomayo o exploración del Bermejo y conquista del Chaco (expedición Uriburu de 1870, de Obligado de 1879, de Fontana de 1880, de Solá de 1881, Bosch de 1883, de Ibazeta de 1883, y de Victorica de 1884 (1). En todas estas "relaciones", escritas por jefes militares que combatieron a los indígenas, llama la atención los altos conceptos que tienen de estos, como así también cómo la población "blanca" cometía graves injusticias contra ellos

Es decir, nada nuevo bajo el sol.

Existen grandes trayectorias de algunos miembros de las comunidades, como Octorina Zamora, de la etnia wichi. Exactamente treinta años después, el 2 de mayo de 2022 se acordó el regreso de restos humanos identificados como Esqueleto 1773, Esqueleto 1774 y Cerebro 6847, conservados y catalogados por más de un siglo entre los siglos XIX y XXl en la sede del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Argentina, la institución más grandes e importantes en su género en Latinoamérica, y entre la más completa del mundo en su tipo.

Esta restitución en la que interviene el Inadi y recibirá en un todo conforme con la Ley Nacional 25.517/2001, que ordena a Museos la restitución de restos humanos, constituye un justo acto de respeto y valoración hacia nuestras culturas originarias establecidas con anterioridad en el territorio actual de jurisdicción de las Provincias de Salta y Jujuy.

El Museo tuvo en ese entonces como principales investigadores a Robert Lehmann-Nitsche, como director de antropología hasta 1930. Este antropólogo y lingista polaco visitó los ingenios azucareros del Norte argentino en esa época en los que predominaba mano de obra indígena de las etnias wichi, chorote, pilagá y qom, propias de la Llanura Chaqueña.

Por otra parte, el acto configura e involucra innegablemente un mea culpa de nuestros gobiernos y ciudadanía, debido a la ausencia de políticas de Estado sustentables destinadas a la inclusión progresiva y justa de nuestras etnias a la organización nacional y provincial, como asimismo al mejoramiento de sus niveles de vida con resguardo de sus culturas.

Recuerdos de la Puna

El 20 de febrero 2019, como comandante de la V Brigada de Montaña expresé en el discurso frente el Monumento que "otra gran deuda pendiente y que saldamos en este mismo acto estriba en el aporte de los indígenas que combatieron en el marco de las milicias durante las luchas por la independencia. Todos ellos sangraron para que la patria exista".

El 11 de abril de ese año, en el marco de la operación "Integración Norte", se realizaron bajo mi conducción ejercicios militares y en la que se ayudó a los pueblos originarios con una acción denominada "Operación Capitán Diego Cala" en conmemoración a un indígena que combatió en los ejércitos independentistas.

El personal a mi cargo junto a técnicos de la Dirección de Inmuebles de Jujuy (para reordenar el territorio y dar tierras a los originarios), e integrantes de las distintas comunidades se trasladaron desde una base organizada por el Ejército Argentino en Inti Cancha por 35 km hasta Abra Lizoite, a 4.700 metros de altura.

Participaron más de 160 integrantes de la Quinta Brigada de Montaña, soldados de Infantería, artilleros, baqueanos, topógrafos, especialistas de comunicaciones, ingenieros y profesionales de la salud, entre otros. A todos los efectivos militares se le sumaron civiles de las comunidades Inti Cancha y Suripugio, que acompañaron en todas las patrullas.

A las cinco de la mañana en la localidad de Inti Cancha se dio la orden. Desde Abra Lizoite, se "atacaron" los 19 puntos de amojonamientos en donde patrullas a pie y otras en mulas trasladando materiales de construcción, llegando en algunos casos a alturas de 5.026 metros.

Al atardecer y con todo el personal ya en la base de regreso, habiendo tenido éxito en las tareas y sin errores ni accidentes, una banda militar de uno de mis regimientos tocó para dar inicio a una cena ofrecida por los originarios, donde prevaleció la humildad, cariño y agradecimiento de las grandes mujeres de nuestro Norte argentino.

Finalizada la jornada los integrantes de las comunidades indígenas brindaron palabras de agradecimiento a todos los soldados del Ejército Argentino; todos los presentes interpretaron la Marcha de San Lorenzo. Con mucho sacrificio y cansancio, lágrimas de emoción corrían por cada soldado junto al pueblo. Un viejo poblador gritó: ­Viva la Patria!.

Nunca más las comunidades de Jujuy impidieron mi paso o la de mis hombres por sus terrenos.

Agua en el Chaco

Luego llegó el turno de abastecer con agua a las comunidades indígenas en el Chaco salteño. En ese marco, el 13 de abril de 2020 nos deplazamos a Santa Victoria Este, en Salta, para encontrarme con los caciques debido a que había distintos conflictos, incluyendo cortes de rutas con armamento y con piquetes. Fui para "desescalar" los problemas ante las grandes servidumbres de la zona. Esa misión, llena de incomprensión general en los superiores, fue exitosa.

En ese entonces llevaba el agua para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes; en Mosconi se estaba perforando a 135 m, en Rosario de Lerma a 185 m, en Salvador Maza a 122 m. Entre el 20 al 25 de abril se repartió agua con la operación "Fotheringham" en el orden de 300 mil litros. Con el tiempo esos rendimientos crecieron geométricamente. Pero fue gracias a la acción del pueblo indígena que pudimos hacer la diferencia: salvamos la posición y, con ello, muchas vidas.

El 26 de abril, de ese mismo año, aparecieron organizaciones con intereses espurios que no querían nuestra presencia en la zona. Alguien deslizó que, incluso, corrompía a los jóvenes o practicaba el genocidio indígena.

Ante mi incredulidad, todos en general se pusieron en contra de mi acción en el Chaco salteño. Las organizaciones de izquierda, activistas de derechos humanos en la ciudad de Salta, aparatos jurídicos “comprados”, el Ministerio de Defensa, mis superiores jerárquicos, los organismos gubernamentales que tratan temas de indigenismo, gobiernos, etc, me dejaron solo o bien buscaron las formas de desacreditar todo lo realizado, afirmando mis yerros e iniquidades para cargar de sentencia el castigo: la condena sin pruebas ya estaba dada; el error era propio o de mis hombres.

Busqué apoyos por todos lados, toqué varias puertas.
Lamentablemente, no hallé el apoyo de nadie.

Los despreciados

La solución provino de aquellos, los despreciados, los que no poseían ni siquiera un poco de agua. ¡Qué fácil es condenar a alguien cuando se tienen las necesidades básicas satisfechas! No era este el caso de las comunidades qom, wichi y etc. a las que apoyaba con el agua entre otras acciones, con personal, medios y tiempo. 

Solucioné este ataque generalizado a mi acción gracias al apoyo de las comunidades originarias, quienes salieron en masa a defender lo que estaba haciendo y conduciendo.

Fueron ellos, el pueblo humilde, quienes me dieron la respuesta. Se reunieron, hicieron actas desmintiendo las versiones hostiles, aislaron a las personas que buscaban intereses egoístas; filmaron videos con sus teléfonos y los difundieron, reclamaron, se presentaron al periodismo en defensa de los soldados; los caciques se reunieron para apoyarme.

Ellos salvaron mi acción. Toda la presión del mundo no pudo contra ellos.

Ese fue el momento en que me hice “wichi”.

Fui respetado; no había obstáculo para que yo llegara a todo el Chaco salteño: ellos me abrían el camino. Los piquetes se abrían ante nuestra llegada. Sentí admiración y respeto de estas grandes y maravillosas culturas, y por mis soldados, a los que vi tan argentinos como yo.

Con el tiempo creamos la FES o “Fundación Étnica Salteña” que tiene a originarios entre sus socios fundadores.

Esta fundación propone acciones y proyectos concretos cuyo estatuto y postulados pueden consultarse en http:/ /www.etnia sargentinas.com/

Su vicepresidente, el doctor Roberto Ibarguren Zorreguieta, el 2 de diciembre de 2020 publicó lo siguiente: “Fallecían niños sin atención médica, sin tratamientos, y alejados de las actividades que se desarrollan en el resto del entorno provincial. El trabajo sin descanso, las labores desarrolladas, las asistencias ofrecidas, los medios utilizados, no tuvieron límites de acción por parte de este comandante de la Quinta Brigada y de sus hombres y mujeres, empeñados en el favorecimiento solidario con los habitantes del Chaco salteño. Nuestras desatendidas gentes de esas latitudes así lo reconocieron y agradecieron, bautizando en efecto la etnia wichi al coronel mayor Castelli, como su ‘defensor’, que en su lengua es el ‘wihnló’”.

Con hechos concretos

Hoy, cuando ya cambiamos “las espadas por arados”, seguimos organizándonos para contribuir para que nuestros hermanos del Chaco salteño progresen, con hechos concretos de crecimiento individual y colectivo.

Hace poco regresamos a Misión Chaqueña junto con un grupo de amigos, justo el día en que se celebró la entrega de tierras por parte de los evangelistas británicos para poder desarrollar la comunidad.

Lo hicimos con medidas menores, aunque felices: la creación de clubes, siendo el deporte un vehículo para más progreso. Soñamos cantar el Himno Nacional argentino en el idioma de las comunidades originarias en partidos internacionales y en cualquier otra manifestación cultural y social. No obstante, todas estas ilusiones, existen, en parte de nuestra sociedad, sesgos y fantasmas de antaño, que provocan la segregación. No nos damos cuenta que hay que integrarnos respetando las cosmovisiones de las comunidades originarias.

Recibí una foto por whatsapp de un referente de las comunidades: había escrito en la misma: “Con mi amigo Castelli, aquí lo conocen como el Nifwotaj”.
Ellos, mis hermanos indígenas, me nombraron “el Nifwotaj”; en su idioma, “el protector”. Nunca más orgulloso de tal nombre, y al cual lo abrazo con devoción.

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