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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Peregrinar en busca de la plenitud

Jueves, 15 de septiembre de 2022 02:53

Regresando de Tucumán por la ruta 9/34, se avizoraban fogatas a la vera del camino, cientos de carpas esparcidas en grupos, acompañados por vehículos de apoyo, otros caminando con una simple mochila y una linterna en la mano. Una ruta altamente peligrosa habitada por serpientes, roedores y pumas. Sin embargo, nada los detiene; a otros grupos pude ver años anteriores bajando del norte hacia Salta y los que descienden de la Puna, sin medir el esfuerzo de caminar kilómetros en zonas inhóspitas por la altura sobre el nivel del mar, con fríos intensos durante la noche y ardientes impactos de los rayos solares durante el día. No son solo los pobres, vienen caminando jefes de empresas, autoridades de las instituciones, patrones y obreros, alentados por los vecinos de cada lugar. Ver este peregrinaje y el rostro de los peregrinos, con mezcla de dolor y esperanza, suscitan entre los espectadores, creyentes o no creyentes, emociones que se traducen en lágrimas y en la necesidad de hacer un viaje al propio interior, un paseo que interpela al propio corazón. Un solo lugar como meta, una idea en sus pensamientos, una pasión en el corazón y un profundo sentido de fraternidad y solidaridad. La meta, llegar al santuario; su mente anhela el encuentro con el Señor y la Virgen del Milagro; la pasión en el corazón es ese sentimiento que intentará desnudar delante de Dios, su alegría y gratitud o su necesidad, dolencia y su correspondiente súplica. Ese hombre, esa mujer, ese anciano o ese niño es el "peregrino".

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Regresando de Tucumán por la ruta 9/34, se avizoraban fogatas a la vera del camino, cientos de carpas esparcidas en grupos, acompañados por vehículos de apoyo, otros caminando con una simple mochila y una linterna en la mano. Una ruta altamente peligrosa habitada por serpientes, roedores y pumas. Sin embargo, nada los detiene; a otros grupos pude ver años anteriores bajando del norte hacia Salta y los que descienden de la Puna, sin medir el esfuerzo de caminar kilómetros en zonas inhóspitas por la altura sobre el nivel del mar, con fríos intensos durante la noche y ardientes impactos de los rayos solares durante el día. No son solo los pobres, vienen caminando jefes de empresas, autoridades de las instituciones, patrones y obreros, alentados por los vecinos de cada lugar. Ver este peregrinaje y el rostro de los peregrinos, con mezcla de dolor y esperanza, suscitan entre los espectadores, creyentes o no creyentes, emociones que se traducen en lágrimas y en la necesidad de hacer un viaje al propio interior, un paseo que interpela al propio corazón. Un solo lugar como meta, una idea en sus pensamientos, una pasión en el corazón y un profundo sentido de fraternidad y solidaridad. La meta, llegar al santuario; su mente anhela el encuentro con el Señor y la Virgen del Milagro; la pasión en el corazón es ese sentimiento que intentará desnudar delante de Dios, su alegría y gratitud o su necesidad, dolencia y su correspondiente súplica. Ese hombre, esa mujer, ese anciano o ese niño es el "peregrino".

El peregrino es el hombre que abandona la cotidianeidad, se levanta y emprende un camino, camino de búsqueda y camino de encuentro. Se marcha para lograr una meta y se peregrina para estar en camino. La vida misma es un camino. Cada uno sigue su camino paso a paso, cada uno lleva su carga. Se camina acompañado o en hilera. La peregrinación forma el cuerpo y el alma del hombre, todos los sentidos se reclaman mutuamente. Todo el hombre está incluido, a tal punto que en el camino se siente vivo, capaz de un cambio. Después de peregrinar, su vida se torna diferente, se deja transformar por la experiencia del caminar. Allí se despiertan valores de fraternidad, de amor, de esperanza, el peregrino supera sus propias metas, de tal manera que puede construir un camino nuevo en su propia vida. Una de las condiciones del peregrino es ser extraño por donde pasa, y aún así es recibido y acogido como un hermano. Peregrinar es caminar en tierra extraña y el mayor consuelo es encontrar a otros en la misma búsqueda. Somos "viatores" desde que nacemos hasta que transitamos las oscuras quebradas de la muerte para encontrar otro lugar en la eternidad.

El caminar es uno de los ritos o acción propia del pueblo religioso, cristiano o de otra creencia, es común a casi todas las tradiciones religiosas. El que camina para llegar a un "lugar santo" es llamado peregrino. Peregrino es un símbolo religioso que corresponde a la situación terrenal del hombre que cumple su tiempo de prueba, para acceder al morir, a la tierra prometida o al paraíso perdido.

El símbolo del peregrino está relacionado con la idea de expiación, purificación y homenaje a la persona que reside en el santuario (Cristo, Mahoma, Osiris, Buda) y que santifica los lugares del peregrinaje. Para la Iglesia Católica todos los bautizados son peregrinos, "Jesús ha dado cumplimiento en sí mismo al misterio del templo (Jn 2, 22-23) y ha pasado de este mundo al Padre (Jn 13, 1), realizando en su persona el éxodo definitivo… Toda su vida es un camino hacia el santuario celeste y la misma Iglesia se dice que es peregrina de este mundo. Para la Iglesia, si bien no existe la obligatoriedad de peregrinar, considera legítima la peregrinación como forma de piedad, y la ha alentado a lo largo de la historia.

En la edad media, el peregrinar es una de las formas valientes de expresar la religiosidad y la expiación de las culpas y pecados. El monacato primitivo se caracterizó por ser caminante y mendicante. La consagración radical al Evangelio hacía que su vida se transforme y transforme su entorno. Son famosas las peregrinaciones a Santiago de Compostela, hoy constituido como un camino necesario en la vida personal o comunitaria para hacer un alto que le permita ver de dónde viene y hacia dónde va. El Camino de Santiago es un modelo de peregrinación adoptada en el mundo como una experiencia, en cierto modo religiosa, aún para los no creyentes, o para hombres y mujeres con necesidades espirituales más allá de sus credos. Grandes santos fueron peregrinos y solo eso, al punto que desde allí transformaron su vida y la de sus seguidores. San Roque de Montpellier con su perro de compañía, San Peregrino, la Beata Antula, embajadora ignaciana de nuestras tierras. Peregrinaciones con historias de sacrificios son las de Guadalupe en México, la Tirana en Chile, Virgen del Valle de Catamarca, con fantásticas historias, Sumalao en Salta, y más reciente, Luján en Buenos Aires y la Virgen del Cerro en Salta. Quedaría pendiente una declaración del Poder Legislativo salteño a las peregrinaciones del Milagro como Patrimonio Religioso Cultural intangible del pueblo de la provincia. Las peregrinaciones del Milagro en Salta, ya no son solo de interés nacional, sino también, para los creyentes de los países limítrofes. Y es un momento pastoral para la Iglesia que debería cuidar esta experiencia como un espacio de evangelización, evitando el riesgo de que se convierta en una simple atracción turística. La fe no es magia, debe cultivarse como una delicada planta, de tal manera que aporte algo más que espíritu solidario en la comunidad. A Dios rogando y con el mazo dando. Digno de destacar es el involucramiento total y no solo un simple acompañamiento de monseñor Dante Bernacki a los peregrinos de la Puna.

Para los peregrinos que eligieron caminar al corazón de Salta, la Catedral del Señor y la Virgen del Milagro; para los peregrinos de otras tierras que eligieron Salta como un santuario a cielo abierto en sus pueblos, plazas y cerros, les comparto las palabras del papa Francisco a los jóvenes que llegaban peregrinando a Roma, "La Iglesia necesita su valentía, sus intuiciones, su fe. Y cuando lleguen adonde nosotros no llegamos aún, tengan la paciencia de esperarnos, como Juan esperó a Pedro ante el sepulcro vacío". Solo caminando juntos y con Dios, afirma Francisco, se pueden alcanzar metas lejanas y ayudar a los hermanos heridos.

¡Cuántos sepulcros hoy esperan nuestra visita!

¡Cuántas personas heridas, también jóvenes, han escondido su sufrimiento "poniendo una piedra encima"!. Con la fuerza del Espíritu y la Palabra de Jesús podemos apartar esas losas y dejar entrar rayos de luz en esos antros tenebrosos. El peregrino empuja la piedra delante del Señor y la Virgen del Milagro, abre su corazón y deja renovarse por la fe, su propia fe y la de los hermanos. Por ello hemos podido afirmar como Iglesia peregrina en Salta que el Milagro es un camino de esperanza, testimonio y fraternidad.

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