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El Gobierno desaprovecha las giras de Alberto y Massa

Domingo, 25 de septiembre de 2022 01:27

Apenas horas después de que concluyera una auspiciosa gira de Alberto Fernández por Estados Unidos, el ala más dura del Frente de Todos (FdT) logró imponer nuevamente su agenda en el ámbito nacional y en solo un abrir y cerrar de ojos relegó al ostracismo todo aquello que el sector moderado del Gobierno pretendía ensalzar aquí del viaje del primer mandatario.

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Apenas horas después de que concluyera una auspiciosa gira de Alberto Fernández por Estados Unidos, el ala más dura del Frente de Todos (FdT) logró imponer nuevamente su agenda en el ámbito nacional y en solo un abrir y cerrar de ojos relegó al ostracismo todo aquello que el sector moderado del Gobierno pretendía ensalzar aquí del viaje del primer mandatario.

Un día antes de que la vicepresidenta Cristina Kirchner alegue en su propia defensa en la causa por presuntas irregularidades en la concesión de obras públicas en la provincia de Santa Cruz entre 2003 y 2015, el oficialismo le envió un contundente mensaje -¿de advertencia?- a la Justicia, al aprobar en el Senado un proyecto de ley que prevé ampliar la composición de la Corte Suprema.

Si bien es sencillamente improbable que la iniciativa prospere en la Cámara de Diputados, está claro que se trata de un asunto prioritario -en tal caso- solo para la agenda kirchnerista, en un contexto nacional que encuentra al argentino de a pie lidiando, por ejemplo, con una inflación anual que avanza a paso redoblado hacia los tres dígitos en 2022.

En Nueva York, Fernández buscó mostrarse como una voz autorizada en América Latina, además de exponer por primera vez de manera presencial ante la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) y de traerse para Buenos Aires un voto de confianza de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. Asimismo, la Argentina continúa sumando impulso en pos de incorporarse como miembro pleno al BRICS, el grupo de naciones con economías emergentes que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Apenas un puñado de días antes, el ministro de Economía, Sergio Massa, había encabezado su propia misión oficial a Estados Unidos, donde también procuró seducir a potenciales inversionistas para que traigan sus dólares a la Argentina. Tanto Fernández como el titular del Palacio de Hacienda enfocaron en especial la mira en Houston, epicentro de compañías vinculadas al sector petrolero y donde promocionaron hasta el cansancio el potencial de Vaca Muerta.

Desafío superador

De cualquier modo, da la sensación de que el Gobierno está dispuesto a desperdiciar ese "envión internacional" tras el regreso de dos de los tres principales dirigentes del FdT a sus actividades domésticas y empantanarse nuevamente con cruzadas que en realidad conducen a callejones sin salida: o se trata de cortinas de humo o son lisas y llanamente actos de necedad política.

Esto sucede en un contexto que encuentra al oficialismo dominando la agenda nacional, y a la oposición respondiendo en función de acciones o declaraciones ajenas, sobre todo después del intento de asesinato de Cristina el pasado 1° de septiembre. Sin embargo, se avecina para la administración Fernández un desafío superador y clave como lo será la discusión en el Congreso del Presupuesto 2023.

Un proyecto que prevé, por primera vez desde la salida de la Convertibilidad y la aprobación de la Ley 24.156 de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional, el 30 de septiembre de 1992, una inflación del 60 por ciento anual, entre otras estimaciones. Se trata, a su vez, de una iniciativa que -de antemano- se perfila como crucial para el Gobierno en el marco del acuerdo de la Argentina con el FMI y de las metas allí incluidas.

Esos compromisos fueron revisados en lo que se refiere al segundo trimestre del año, y recibieron el visto bueno del Fondo de parte del staff técnico, apenas horas antes de que Fernández se entrevistara con Georgieva en Nueva York. Se espera ahora que el directorio del organismo internacional le otorgue su "ok" cuando se reúna el próximo 7 de octubre. El siguiente examen que deberá rendir el país en este sentido está programado para diciembre: de cualquier manera, el ajuste ya está en marcha.

En este contexto, después de la reciente embestida del oficialismo contra la oposición en el marco de la discusión sobre los "discursos de odio" en la Argentina, sería prudente que el Gobierno desista de la pirotecnia verbal en los días venideros y procure preventivamente tender puentes, en especial con Juntos por el Cambio (JxC), cuya colaboración será necesaria en el Congreso si la Casa Rosada pretende imprimir el sello de "aprobado" a su Presupuesto 2023.

Sea cual fuere la suerte que corra el proyecto que impulsa Balcarce 50, el factor económico inevitablemente cumplirá un rol preponderante en la próxima campaña electoral y, además, su injerencia podría tornarse decisiva en el cuarto oscuro. En este sentido, fuentes del Palacio de Hacienda dijeron que a lo sumo la inflación podría reducirse al 2,5 por ciento mensual dentro de 10 a 12 meses, con lo cual se presume complejo el panorama para el Gobierno, si es que pretende -como debería suceder- generar expectativas positivas para el corto/mediano plazo en la población.

Incluso la pompa inicial en torno de la figura de Massa, emperifollado como "superministro" de Economía, se ha ido deshilachando en los últimos días. No obstante, los resultados que pueda obtener su gestión serán fundamentales para las aspiraciones del oficialismo, en un país extraño como la Argentina en donde el peronismo aún abriga probabilidades de reelección a pesar del descabellado aumento del costo de vida, que podría llegar hasta el 100% anual hacia fines de 2022.

No es sencillo, de cualquier modo, el panorama para el Gobierno: una reciente encuesta de la firma Management & Fit (M&F) mostró que el 63,7% de los consultados espera que la situación económica empeore en el futuro.

Cruje el PRO

A propósito de JxC, sus estructuras crujen cada vez que el expresidente Mauricio Macri, que aún no definió qué rol interpretará en los próximos comicios, irrumpe en escena, declara en público y baja línea internamente, lo que sin dudas perjudica, desde un punto de vista electoral, al jefe de Gobierno porteño y aspirante a la primera magistratura Horacio Rodríguez Larreta.

Sin ir más lejos, hace unos días Macri concedió una entrevista por televisión en la que recomendó a Rodríguez Larreta que el candidato del PRO en la Ciudad el año que viene sea su primo, Jorge Macri. Es decir, le marcó la cancha. Además, pobló la provincia de Buenos Aires de contendientes del partido amarillo a la Gobernación. Así, el postulante "larretista" Diego Santilli se encontró de buenas a primeras con retadores como Cristian Ritondo, Néstor Grindetti, Javier Iguacel y también Joaquín de la Torre. Incluso Macri dio su bendición a María Eugenia Vidal para que compita por la Presidencia de la Nación en 2023, lo que también afectaría más al moderado Rodríguez Larreta que a Patricia Bullrich en la persistente pulseada entre "halcones" y "palomas".

Las apariciones de Macri, por cierto, provocaron que incluso aquellos radicales que se venían mostrando con referentes del "larretismo" en la Provincia comenzaran a guardar distancia y a planificar con mayor determinación un juego propio pensando en el año que viene.

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