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La crisis del sistema de salud en la Argentina

Lunes, 20 de noviembre de 2023 10:33
Financiamiento de las Salud Pública

"Un médico rural" es un relato escrito por Franz Kafka que narra la experiencia de un joven médico recién graduado enviado a practicar en una aldea rural. El médico llega a su nueva práctica lleno de expectativas y de ambiciones, pero se enfrenta con la hostilidad y la desconfianza de los aldeanos. A pesar de sus esfuerzos por brindar atención médica, se siente impotente ante la falta de cooperación de la comunidad. Una noche invernal y bajo una fuerte tempestad de nieve acude a un llamado de urgencia en otra aldea, a diez millas de distancia: "Enfundado en mi abrigo de piel, con el maletín de instrumentos en la mano, me hallaba listo para partir".

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"Un médico rural" es un relato escrito por Franz Kafka que narra la experiencia de un joven médico recién graduado enviado a practicar en una aldea rural. El médico llega a su nueva práctica lleno de expectativas y de ambiciones, pero se enfrenta con la hostilidad y la desconfianza de los aldeanos. A pesar de sus esfuerzos por brindar atención médica, se siente impotente ante la falta de cooperación de la comunidad. Una noche invernal y bajo una fuerte tempestad de nieve acude a un llamado de urgencia en otra aldea, a diez millas de distancia: "Enfundado en mi abrigo de piel, con el maletín de instrumentos en la mano, me hallaba listo para partir".

Me pregunto cuántos "médicos rurales" pueblan nuestra Argentina; aún en pleno corazón del conurbano; no hace falta alejarse mucho para adentrarse en una "Argentina profunda" que rompe los moldes de la "Argentina obelisco-céntrica". Jóvenes arriesgados, idealistas, ansiosos por ayudar y verter sus aprendizajes luego de no menos de trece, catorce o quince años de estudio. Me pregunto cuán solos se sentirán todos los profesionales de la salud, inmersos en un entorno que no comprende ni valora sus esfuerzos. Me pregunto cómo harán para eludir la crítica a una corrupción tan palpable, responsable ineludible del vaciamiento absoluto del sistema sanitario argentino, o ante la burocracia absurda e implacable que todo lo aplasta, o ante nuestra desoladora falta de empatía.

No hace mucho, apenas algunos años atrás, los aplaudíamos tibiamente cuando nuestras vidas dependían de ellos. Cuando ellos exponían sus vidas -y las de sus seres queridos- para darnos a nosotros alguna esperanza cuando la muerte nos acechaba. La crisis pasó y, con una notable desaprensión, ahora los descartamos. Nos olvidamos de ellos. Y, a pesar de esto, ellos siguen.

  • "No aspiro a reformar el género humano (...). He sido contratado por la autoridad del distrito y cumplo con mi deber hasta el límite, hasta un extremo casi excesivo. Aunque mal pagado, soy generoso y trato de ayudar a los pobres"; dice para sí mismo el médico rural de Kafka. Seguro expresa a todo nuestro personal de la salud.

Nunca se habla de ellos, pero vale la pena ahondar en el ejército silencioso de médicos; anestesistas; enfermeros; técnicos de laboratorio y de imágenes; camilleros; auxiliares de todo tipo; personal de limpieza y de mantenimiento de todas las instituciones sanitarias; choferes de ambulancias; administrativos de la salud; o las plantillas exhaustas de las salas de terapia intensiva de todo el país; quienes demuestran una conducta abnegada cotidiana y que contrasta con la canallesca conducta de autoridades y con el indolente descuido que les propinamos a diario. Personal que es baleado por familiares en los hospitales del conurbano por no dar la atención a la velocidad que ellos esperan, o porque quedan envueltos en medio de guerras pandilleras.

Personal médico que muchas veces cobra, por hora, menos que personal de limpieza. Personal que trabaja en tres, cuatro o cinco institutos separados entre sí por una cantidad inhumana de transportes, todo para poder mantener a flote a sus familias. Ya lo olvidamos pero, recientemente, se asesinó a quemarropa a un cirujano que, aunque brillante, se veía obligado a mantener cuatro trabajos para llegar a fin de mes. "¿Qué hago aquí en este invierno interminable?", se pregunta el médico de Kafka, espejando a la infinidad de médicos y de personal de salud que se unen en la diáspora.

En el olvido, en la naturalización de la decadencia y en el desastre, no hablamos ni discutimos sobre el sistema de salud. Sobre su destrozo ni sobre la crisis sanitaria que se avecina. Que seguimos construyendo sin darnos cuenta de que la exclusión económica y social; la inequidad; la crisis educativa y la fractura de los sistemas de salud pondrán en jaque a los gobiernos que no tengan claro el modelo a seguir hacia adelante. A cualquier gobierno; sin importar la bandera política que ostente ni su sesgo ni ideología.

El sistema de salud está fracturado; roto. La falta de coordinación entre los subsistemas público, de seguridad social (obras sociales nacionales, provinciales y el sistema de salud de los jubilados), y el subsistema privado de medicina prepaga evidencian enormes fallas estructurales de subsidios cruzados y de desfinanciamientos mutuos. Así, fallan en proveer cobertura de salud, generando dificultades en el acceso a la atención médica, a los prestadores y a sus prestaciones, y haciendo que sea una odisea conseguir atención básica.

Aunque se destine un porcentaje cercano al 7,1% del PBI al sistema de salud, ello no garantiza su eficiencia. Los sistemas público y privado muestran una falta criminal de turnos en servicios tanto básicos como urgentes con demoras que van de los cuatro a seis meses; tanto por la falta de médicos y de técnicos como por el aumento de personas que abandonan el sistema privado y recurren al público.

  • El 36% de la población, más de 17 millones de argentinos, no cuenta con ninguna cobertura de salud y se atiende con exclusividad en los servicios públicos.

Ante esto, la inflación y el progresivo desfinanciamiento de estos subsistemas, hoy llegamos a esta penosa situación donde se habla de falta de medicamentos por la falta de insumos básicos como viales, envases, tintas y los más diversos elementos de packaging. Donde los profesionales de la salud reclaman copagos a los afiliados a los sistemas de medicina prepaga ante la demora de estos en noventa días o más -en pleno contexto inflacionario- del pago de la prestación. Solo en la mitad del mes de noviembre los medicamentos sufrieron subas del 30% y sabemos de farmacias que, en la provincia de Buenos Aires, no otorgan el descuento en medicamentos comprometido por la obra social, por demoras en efectuar los pagos.

"¿Me salvarás?", susurra el joven sollozando, totalmente deslumbrado por su herida. Así son las gentes de mi comarca. Exigen siempre lo imposible al médico. Han perdido la antigua fe; el cura se queda en casa y deshilacha una tras otra las casullas; pero el médico ha de conseguirlo todo con su tierna mano quirúrgica"; de nuevo Kafka. Nuestro personal de salud también se pregunta si el nuevo gobierno los salvará o si, con angustia, descubrirán que están ellos también aquejados, sin salvación posible, de la misma enfermedad que sus pacientes: el abandono y el olvido.

Si la salud es el silencio de los órganos, el ruido atronador de todas nuestras instituciones médicas declaran una enfermedad terminal. ¿Habrá médicos que curen al sistema?

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