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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El mensaje de Francisco en su llamada a Milei

Sabado, 25 de noviembre de 2023 00:00

Ha transcurrido el año 2023, muy tenso, sacudido por sorpresivas guerras en diversos países y bruscos giros sociopolíticos en el mundo. Una guerra mundial por "pedacitos" que no deja de multiplicarse y entramarse.

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Ha transcurrido el año 2023, muy tenso, sacudido por sorpresivas guerras en diversos países y bruscos giros sociopolíticos en el mundo. Una guerra mundial por "pedacitos" que no deja de multiplicarse y entramarse.

En nuestro país, el tembladeral tuvo su centro en la actividad política, con una secuencia poco usual de actos eleccionarios, para concluir con un cambio político de gran trascendencia, de orientación liberal, que generó enfrentamientos, conflictos sociales y hasta familiares, aumentando la grieta y los fanatismos en casi todas las corrientes políticas o partidos hasta bajar al seno de cada familia, grupo de trabajo o amistades.

Todos conocemos la conflictividad que creció en la sociedad, fruto de las despiadadas campañas políticas preelectorales y el tan mentado enfrentamiento entre el presidente electo de la Argentina Javier Milei y el Santo Padre, el papa Francisco. Sin embargo, a los pocos días de la elección sonó el teléfono de Milei.¿Era una llamada esperada por la máxima autoridad argentina o fue un sorpresivo evento? Lo cierto es que el papa Francisco llamó al flamante mandatario para felicitarlo por su gran elección, y dejando atrás viejas diatribas en su contra, convirtió el acto comunicacional en un cordial momento, donde intercambiaron elogios e invitaciones. Dos visiones de país que no son contrapuestas, sino complementarias, un liberal capitalista del mundo financiero y un gran líder mundial con una mentalidad humanista y una preocupación constante por los pobres y descartados del mundo entero, y en especial por los de nuestro país.

A decir verdad, el llamado era esperado por muchos, sobre todo los que conocemos al papa Bergoglio y al estilo de la milenaria institución religiosa. El Papa, además de líder espiritual de miles de millones de cristianos católicos en el mundo, es un referente social para los países del planeta y garantía de paz. Es, además, jefe de Estado del Vaticano. Como autoridad religiosa y política se acostumbra saludar oficialmente a las nuevas autoridades de un país y, sobre todo, como Papa argentino felicita a su compatriota.

No cabe en este análisis solo una mirada política; es un gesto y un mensaje. Jesús hablaba, según las Santas Escrituras, con hechos y palabras, gestos locuaces y palabras que se hacían realidad. Hay una enseñanza y un llamado del Papa en este simple gesto de levantar su teléfono, es hora de cerrar las heridas, de despojarnos de los miedos, de superar las ofensas y abrirnos al perdón de corazón. Enseñanza para todos, aun los que no profesan el cristianismo o alguna creencia. Todos somos llamados a reconstruir lazos de amistad. Convocados a acompañar los procesos de cambio y transformación de nuestro país. Sin fanatismos ideológicos y sin mentalidad de revancha o venganza, con cordialidad.

Cordialidad que es una virtud intrínseca del amor verdadero y la capacidad de convivir con las personas que piensan o sienten de manera diferente. Virtud que nos permite abrir la cabeza y el corazón. Es tiempo de paz.

El Santo Padre y la Iglesia toda deben ser garantes y custodios de la justicia social, no en clima de confrontación, sino de cooperación mutua. La Iglesia en nuestro país sostiene un sinnúmero de obras asistenciales para los más necesitados, los pobres y los enfermos. Realiza una labor de promoción y cuidado, siguiendo los dictados del Evangelio y la enseñanza de la Madre y Maestra.

No todo se resuelve como un problema financiero, habremos de mirar la totalidad de la problemática de nuestra nación. Superar las grietas, sean políticas, económicas, sociales, etc., que, a diario, podemos ver y sentir. Grietas que fueron creciendo de la mano del resentimiento social, de una cultura de la corrupción que se metió en la savia de la nación.

Ambos líderes mantuvieron una breve conversación telefónica, en un clima de cordialidad, poniendo de manifiesto una actitud nueva, que todos esperábamos. En la Encíclica pontificia Fratelli Tutti, del mes de octubre del 2020, Francisco nos muestra un camino a seguir para superar la crisis argentina. "Diálogo y amistad social", desde donde surge también el concepto de la vida como "el arte del encuentro" con todos, incluso con las periferias del mundo y con los pueblos originarios, porque "de todos se puede aprender algo, nadie es inservible". El verdadero diálogo, en efecto, es el que permite respetar el punto de vista del otro, sus intereses legítimos y, sobre todo, la verdad de la dignidad humana. El relativismo no es una solución, porque sin principios universales y normas morales que prohíban el mal intrínseco las leyes se convierten solo en imposiciones arbitrarias. En esta óptica, desempeñan un papel particular los medios de comunicación, que, sin explotar las debilidades humanas ni sacar lo peor de nosotros deben orientarse al encuentro generoso y a la cercanía con los últimos, promoviendo la calidez y el sentido de la familia humana.

La política que se necesita, subraya Francisco, es la que dice no a la corrupción, a la ineficiencia, al mal uso del poder, a la falta de respeto por las leyes. Se trata de una política centrada en la dignidad humana y no sujeta a las finanzas, porque "el mercado solo no resuelve todo". El Papa nos llama a creer y crear el "milagro de una persona amable" en cada uno de nosotros, una actitud que debe ser recuperada porque es "una estrella en medio de la oscuridad" y "una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída" que prevalecen en los tiempos contemporáneos. Una persona amable, escribe Francisco, crea una sana convivencia y abre el camino donde la exasperación destruye los puentes. En vísperas de estas fiestas recuperemos la cordialidad y el saludo, tan propio de los argentinos, no temamos en levantar un teléfono y llamar a los que amamos y a los que nos han ofendido o hemos ofendido. Del otro lado, hay alguien esperando nuestra voz de persona amable.

 

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