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Un Congreso obligado a trabajar mucho, rápido y bien para salir de la emergencia

En dos semanas, Milei presentó un paquete de medidas y proyectos que sacudieron el escenario. Además, afrontó con éxito la primera movilización contra su plan y desconcertó a la CGT.
Domingo, 24 de diciembre de 2023 01:21

Este verano, como suele ocurrir en cada recambio presidencial, la Argentina vive días de vértigo. El "outsider" libertario Javier Milei, actúa como un verdadero "deus ex machina", de acuerdo con el sentido que daba a ese concepto la tragedia griega: un personaje que irrumpe en escena inesperadamente para resolver una situación. Dos semanas es poco tiempo para pronosticar hasta qué punto podrá sostener la línea revolucionaria que plantea en un país que nunca empatizó con la idea de liberalismo ortodoxo que inspira cada paso que el Presidente viene dando.

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Este verano, como suele ocurrir en cada recambio presidencial, la Argentina vive días de vértigo. El "outsider" libertario Javier Milei, actúa como un verdadero "deus ex machina", de acuerdo con el sentido que daba a ese concepto la tragedia griega: un personaje que irrumpe en escena inesperadamente para resolver una situación. Dos semanas es poco tiempo para pronosticar hasta qué punto podrá sostener la línea revolucionaria que plantea en un país que nunca empatizó con la idea de liberalismo ortodoxo que inspira cada paso que el Presidente viene dando.

Por ahora, el ritmo lo mantiene, y parece que está dispuesto a hacer lo que le parezca. Luego del ajuste fiscal anunciado por el ministro Luis Caputo arreciaron las críticas acerca de que el Presidente no tiene un plan económico. Había razones para eso: la misma designación de Caputo supuso dejar de lado a todo el equipo que lo venía flanqueando en la cruzada de la dolarización y el cierre del Banco Central.

Una semana después parece mostrar lo contrario: acompañado por el histórico economista Federico Sturzenegger y todo el gabinete, Javier Milei dio a conocer un mega decreto de necesidad y urgencia donde habilita pasos estratégicos para una reforma estructural del Estado y de la economía. Avanza, además, hacia cambios en las relaciones laborales y reducciones del gasto público sobre los que tendrá que demostrar (y será difícil) que la motosierra solo afectará a la política.

Entre tanto, Milei ya convocó a sesiones extraordinarias del Congreso en las que se espera se constituya la comisión bicameral que debe analizar el DNU más resonante de la historia; también envió una agenda de proyectos de ley que incluye la reversión del Impuesto a las Ganancias y otros cambios tributarios, y se pide la aprobación de acuerdos internacionales celebrados con Japón, China, Emiratos Árabes, Turquía y Luxemburgo durante los últimos seis años para evitar la doble imposición en el intercambio comercial.

El vértigo parece haber tomado por sorpresa a la CGT, una organización que por cierto lidera el descrédito de la clase dirigente, fenómeno que quedó muy claro en las elecciones. Mientras tanto, la izquierda, una corriente electoralmente insignificante, mostró todas sus flaquezas en la fallida movilización del miércoles 20, en la que quedaron solos los dirigentes y simpatizantes por la ausencia de los desocupados, supuestos beneficiarios de las organizaciones sociales.

El hiperliberalismo discursivo del presidente está reñido con las políticas sociales, aunque por ahora su gobierno aumentó el monto de los planes y anunciaron que quienes lo reciben tendrán su tarjeta de débito sin esperar el visto bueno de los punteros.

Milei les planteó un dilema que está latente desde hace tiempo: sin manejo de planes, no hay movilización. Y sin movilización, no hay cortes extorsivos de calles.

La CGT reaccionó con fuerza después del anuncio del decreto y, a las amenazas de un inminente paro general, siguió la idea de plantear un recurso de inconstitucionalidad contra el decreto. La Justicia tendrá la última palabra, pero, ¿una movilización para presionar a la Corte, como anuncian, es el camino indicado? ¿Es más inconstitucional este decreto que los cerca de 180 DNU con los que Alberto Fernández legisló por su cuenta?

Es la autoridad de la dirigencia lo que está erosionado. Ningún gobierno produjo un daño social comparable al del kirchnerismo en los últimos cuatro años, y lo hizo con el apoyo de todo el sindicalismo.

Así llegó Javier Milei a la presidencia. ¿Por qué ninguno de los partidos tradicionales, que no creen en el liberalismo sin límites, pudo ofrecer algo mejor? ¿Por qué ningún dirigente histórico se animó a enfrentar las elecciones? ¿Por qué el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner debió recurrir a Sergio Massa para, por lo menos, llegar al balotaje?

La precipitación de noticias de estos días deja poco margen para imaginar el futuro. Quedó en claro que el gobierno libertario va a respaldar y se respaldará para mantener el orden en las fuerzas armadas y de seguridad.

¿Estaremos ante un presidente con vocación de autócrata, capaz de prescindir del Congreso Nacional? Por lo pronto, no es más que una fantasía.

Diputados y senadores deberán demostrar ahora capacidad política para debatir con seriedad todo el paquete de proyectos que llegará en el transcurso de la semana que comienza con el aval de más de la mitad de los votantes.

El abandono productivo

Nadie puede prescindir de ciertas responsabilidades en los fracasos sistemáticos del modelo estatista. Sin embargo, las soluciones no deben buscarse en el círculo vicioso del universo financiero. Esa es la trampa en la que, sin excepciones, cae el economicismo militante.

El deterioro laboral del país, la exclusión, la pobreza y la enorme cantidad de ciudadanos que dependen de las cajas del Estado para sobrevivir son el resultado del abandono del sistema productivo a su suerte.

Y en esto tiene mucho que ver el rol del Estado: no existe civilización sin leyes, sin autoridad, sin servicios públicos. Pero el Estado no puede estar para siempre al servicio de los políticos ni de la política.

Y ese es el gran dilema que afrontan Milei y el Congreso en estas sesiones extraordinarias. Reconocer la magnitud de la crisis, que no es solo económica, sino que compromete a la paz social y a la integridad de la Nación, y proceder en consecuencia.

Hoy nadie puede quedar bien con nadie: los legisladores deberán ponerse a trabajar, rápido, mucho y bien, porque la emergencia existe y no da lugar a diletancias.

Sin desglose, como un plan cerrado

El Gobierno nacional no incluyó en el listado de proyectos enviados al Congreso para el período de sesiones extraordinarias ningún punto del megadecreto.

También prefirió mandar una "ley ómnibus" y no desglosar nada para que se trate cada tema por separado.

Conforma un paquete de medidas, de alta sensibilidad, y Javier Milei quiere que lo traten, casi, como un plan completo.

Puede resultar un éxito, si todo pasa como él quiere, y un enorme fracaso, si rechazan el paquete entero. No hay que olvidar que el Congreso es el espacio donde están representados todos, y que la relación de fuerzas lo obligará a transigir.

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