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Silvia Katz: "Quiero a los chicos siempre en el centro, que se escuchen sus voces"

La imaginación, el juego y la creatividad son esenciales en la niñez, la plástica y docente salteña lo sabe y ha acompañado y acompaña a miles de infancias con la experiencia del Taller Azul y la publicación de sus obras. Hablamos con ella.  
Domingo, 24 de diciembre de 2023 16:00

Silvia Katz ha acompañado a varias generaciones en los primeros pasos en el arte, y lo sigue haciendo. El Taller Azul es parte de la vida de miles de chicos que tuvieron esa experiencia. Ella estima unos  2.300... "pasa que hay chicos que vienen y se quedan algunos años", dice. Y, justamente, están cumpliendo 35 años y lo celebran con "35 pirulines" -un libro y una muestra- que reúne a 171 artistas. La edición del sello Laralazul está disponible en librerías, y se puede visitar la exposición de las producciones artísticas en el Museo de la Ciudad, La Florida 97.

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Silvia Katz ha acompañado a varias generaciones en los primeros pasos en el arte, y lo sigue haciendo. El Taller Azul es parte de la vida de miles de chicos que tuvieron esa experiencia. Ella estima unos  2.300... "pasa que hay chicos que vienen y se quedan algunos años", dice. Y, justamente, están cumpliendo 35 años y lo celebran con "35 pirulines" -un libro y una muestra- que reúne a 171 artistas. La edición del sello Laralazul está disponible en librerías, y se puede visitar la exposición de las producciones artísticas en el Museo de la Ciudad, La Florida 97.

Las infancias, sus voces y creaciones son el centro de la actividad de esta artista y docente con un empuje increíble. El Tribuno dialogó con ella sobre artes, educación, el juego, las elecciones.

Hablame sobre la experiencia de trabajar con chicos.

Viene de mi infancia todo. De chica, iba con mis hermanos y primos al taller de Neri Cambronero, un espacio innovador, el primer taller de expresión creadora en Salta, y a mí me marcó. Y también me marcó la lectura de Montero Lobato, escritor brasilero. Esas historias fantásticas que sucedían en el Brasil profundo, de familias y niños que vivían aventuras fantásticas, ediciones que muchísimos escritores de literatura infantil y gente de mi edad han leído. Montero Lobato era para Brasil lo que es para nosotros María Elena Walsh. Esos fueron alimentos primordiales. Y estudié Bellas Artes, me recibí con el título de profesora, pero siempre me gustó el contacto y trabajar con chicos y jugar con ellos y, de hecho, hace 35 años que sigo jugando…

Son dos ejes, la literatura y la plástica...

Si bien en el taller incorporamos el trabajo de lo que yo llamo literatura experimental posteriormente; en la creación, la literatura siempre fue inspiradora del trabajo plástico de los chicos, pero creábamos cuentos o poesías, cosa que fui incorporando. En el 95, me dije "los chicos cuentan naturalmente cuentos y hay que rescatar eso". Y surgió una primera idea que se plasmó en un libro artesanal, en ediciones chiquitas. Ahí nace la editorial Laralazul, y desde entonces venimos haciendo libros ininterrumpidamente, salvo en el 2002 después de la crisis, 2003... que seguimos creando cuentos e hicimos libros de artista, ejemplares únicos, y una muestra con la obra plástica acompañada por un cuento.

La exposición "35 pirulines" está habilitada en La Florida 97.

¿Qué aporta la formación artística?

Desde ya, pararse a mirar el mundo desde otro lado, la sensibilidad hacia el otro, hacia lo que nos rodea, hacia el mundo. Y, sobre todo, la creatividad. No hay una sola respuesta a una pregunta, pueden ser muchas. Entonces, las búsquedas son diferentes. La creatividad sirve para todos los ámbitos de la vida, desde el hecho de abrir la heladera y encontrarte con tres cosas y crear nuevas recetas... Aporta el autoconocimiento, la seguridad. El día de la inauguración, vino una mamá -sus tres hijos varones pasaron por el taller, ya son grandes y no viven en Salta, y días después me mandó un mensaje que me hizo llorar: "Qué importante es para los varones salteños, machistas, niños, participar de este mundo". Muchos todavía consideran la plástica como una cosa sensible "y los varones no pueden ser sensibles". Y también está la idea de que el trabajo plástico es una cosa solo manual, y no es así. Tener mano es una destreza que se desarrolla, pero el arte fundamentalmente está en la cabeza y en el corazón. 

"Desde ya, pararse a mirar el mundo desde otro lado, la sensibilidad hacia el otro, hacia lo que nos rodea, hacia el mundo. Y, sobre todo, la creatividad".

¿Cómo nace "35 pirulines"?

Habíamos tenido una experiencia en el 2013, cuando convoqué a artistas a jugar con los chicos en una especie de cadáver exquisito, el proyecto Ping Pong. Con cada grupo de chicos comenzamos un cuento y se lo mandábamos a un escritor, él hacía el pong y volvía a los chicos y los chicos hacían el ping, y con el ping y el pong se completaba el cuento. Fue enriquecedor. Estos años me abrieron un mundo de conocimiento de libros, de textos, de personas que hacen lo mismo, escritores dedicados a las infancias. He participado de congresos, encuentros, foros de literatura infantil en el país y el exterior... El Taller Azul fue seleccionado en el 2016 como uno de los doce proyectos relevantes de Iberoamérica, y llevamos el trabajo al Cilelij, en la Ciudad de México. Y el año pasado surgió la idea. Por lo general, en literatura infantil hay un texto de un escritor, un ilustrador lo ilustra, sale un libro y lo reciben los chicos... Y lo que crean los chicos es marginal. Y yo quiero a los chicos siempre en el centro, que se escuchen sus voces, se vean sus imágenes... Y, bueno, partimos de los chicos. Ellos tiran una idea, la mandamos a un artista plástico para que dialogue con esa imagen y el último es el escritor, que se integra a este triálogo. Y queda abierto, porque después está la interpretación de otro niño...

El libro contiene obras de 171 artistas.  

En estos 35 años, ¿ha cambiado la forma de leer, de expresarse de los chicos?

Los chicos se siguen expresando plásticamente, no hay tanta diferencia; el animé entra fuerte en ciertas edades y se lo ve en los dibujos, pero también cuando éramos chicos queríamos dibujar personajes de Disney. Sí creo que ha cambiado la lectura, y es un trabajo que tiene que hacerlo cada familia con sus hijos, dar de comer lecturas, libros. En general, los chicos no usan los dispositivos para leer libros, ven videos de cuentos. Los que leen libros lo hacen a través del libro tradicional, en el formato papel. El dispositivo lo usan para jugar, para conectarse a las redes... El libro de papel está vivo y hay una mística en el libro objeto, que no va a desaparecer. Y eso es una tarea, primero, de la familia y después de la escuela.

"Yo quiero a los chicos siempre en el centro, que se escuchen sus voces, se vean sus imágenes...".

El juego está muy presente en los talleres...

Siempre. Los chicos aprenden jugando, ellos son los maestros de jugar. El estado de juego para un artista es muy importante, la improvisación, el volver a jugar como los niños. Mi maestro Luis Felipe Noé tiene 90 años y sigue jugando cuando crea. El artista juega con los materiales, con las formas, con los objetos, con los elementos plásticos, con las formas, con las líneas, con los colores… así como el músico juega con las notas, con las pausas, con los silencios. Es una forma de juego el crear.

¿Qué se necesita para trabajar con niños?

Empatía, ganas de jugar, y cierta horizontalidad también. No me pongo en jefe o en la persona que lo sabe todo. Es más, en el taller hay una silla que dice "La jefa", y ahí no me siento nunca, se sientan los chicos... Saber escuchar, conocer de psicología infantil. Quienes estudiamos Arte en el profesorado conocemos un poco las etapas de la evolución plástica de los chicos, que también tiene que ver con su forma de pensar. Por ahí la gente piensa que enseñar a chicos es fácil. ¡Y es más difícil que enseñar a grandes! No es fácil. Y también, por supuesto, necesitás conocer las temáticas con las que podés trabajar, las técnicas para los chicos... No cualquiera enseña plástica y pasa que muchas veces los chicos tienen Plástica en la escuela con docentes que no tienen una buena formación, o formación específica, y consideran al arte como una mera manualidad o como un trabajo práctico. Entonces, en los chicos hay una confusión muy grande. Los ponen dos semanas a hacer puntitos y eso es puntillismo... ¿Y qué pasó?, ¿qué relación, qué vivencia tenés vos con esa técnica? Me gusta trabajar vivencialmente, y mi taller es un espacio de cultura general y se tocan temáticas que atañen a la sociedad y a los tiempos que vivimos...

El arte, la pasión y el desafío de decidir 

Muchos temas surgieron en el diálogo con Silvia Katz, una trabajadora incansable de la cultura. Su pasión por la música, sus maestros, los viajes con la imaginación, el humor, El Tendedero... Siempre el arte. Proyectos que arrancaron, quizás, cuando ella intentaba definir qué iba a hacer con su vida, y lo decidió.

"Cuando terminé el colegio quería estudiar 'una carrera formal' y me había empezado a preparar para Arquitectura en Tucumán porque había que rendir, y no me gustaba", cuenta. "Y mi papá, con muy buen tino, llamó a un arquitecto y tuvimos una charla, y cuando terminó, le dije a mi papá: 'no quiero estudiar arquitectura'. Y a mí me gustaba el arte, pero no me animaba a decirlo", relata. Un test vocacional hecho a instancia de sus padres determinó que "sería una persona realizada" si estudiaba música o artes plásticas. Y fue así.

"Me había pasado el colegio dibujando y había hecho una revista, ya la parte editorial me gustaba, ¿no? Y había manifestado -en esa revista- que mi sueño en el futuro era dirigir una revista de humor. Y, de hecho, pude dirigir 'Picante de tinta'", recuerda esa publicación emblemática de Salta. 

Fue al taller de Neri Cambronero, tomó clases con Luis Felipe Noé. "Nos une una entrañable amistad, y él participó escribiendo un prólogo de uno de los libros del taller; nos ayudó a armar una muestra en el Centro Cultural Borges, en Buenos Aires, participó del año pasado como un niño más en el proyecto Caos, cosas y cosos, y este año sigue participando", lo evocó. "Miro Barraza fue mi profe en Escuela de Bellas Artes. Felipe Catalán fue mi maestro de acuarela, y también es un especialista en jugar. Yo creo que todos ellos son grandes jugadores", los define.

La música

"Y mi papá dijo, bueno, estudiá lo que quieras. En eso, siempre me apoyaron... Y le dije voy a estudiar Arte. Y de qué vas a vivir, me preguntó, y le dije: 'Vos quedate tranquilo'", toda una decisión que uno imagina con una sonrisa.

Ya había estudiado piano de niña. Tenía oído... pero no le gustaba estudiar solfeo. Y dejó, pero siempre tocó el piano, la guitarra. En el 96 decide ir a la Escuela de Música. "Lo hice con la sola intención de sacar la 'Zamba de la viuda', con la partitura original en el primer año", cuenta, y cierra: "La aprendí, la toqué y dejé la escuela". Ahora está grabando canciones... Tal vez para el año haya novedades sobre esa faceta de Silvia Katz. 

 

 

 

 

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