A más de ocho meses de realizado el Censo Nacional, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), volvió a entregar "datos preliminares". El Censo costó 15 mil millones de pesos -un despropósito-, esto dicho sin renegar ni de su necesidad ni de su utilidad. Y aun cuando el Indec siga fallando en entregar el dato más fácil y elemental de todos: la cantidad de habitantes del país. A pocos días de terminado el Censo, el Indec informó que Argentina contaba con 47.327.307 habitantes. Ahora, informa que somos 46.044.703, es decir, 1.282.604 menos. La diferencia equivale a todos los habitantes de la provincia de Corrientes; el margen de error del Indec es de una provincia.
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A más de ocho meses de realizado el Censo Nacional, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), volvió a entregar "datos preliminares". El Censo costó 15 mil millones de pesos -un despropósito-, esto dicho sin renegar ni de su necesidad ni de su utilidad. Y aun cuando el Indec siga fallando en entregar el dato más fácil y elemental de todos: la cantidad de habitantes del país. A pocos días de terminado el Censo, el Indec informó que Argentina contaba con 47.327.307 habitantes. Ahora, informa que somos 46.044.703, es decir, 1.282.604 menos. La diferencia equivale a todos los habitantes de la provincia de Corrientes; el margen de error del Indec es de una provincia.
Los próximos datos, ¿serán preliminares o definitivos? Esos datos, ¿tendrán otro margen de error de esta magnitud o ya podremos contar con datos más cercanos a la realidad? Algún día, antes del próximo nuevo Censo, y abusando del método de aproximaciones sucesivas, ojalá lleguemos a saber cuántas personas habitamos este país.
Hay otro dato que se desprende del anterior. El crecimiento de la población respecto al Censo realizado en 2010 fue del 14,8%. Con un PBI estancado por completo hace doce años; esto explica por sí solo y de manera irrefutable la caída del PBI per cápita que experimentamos sin cesar. No deja de ser placentera la cruel ironía de que sea un instituto oficial quien entregue datos oficiales que destrozan el relato oficial.
Otro dato relevante; de más de 46 millones de personas, solo se registraron 8.293 personas no binarias. El dato representa al 0,02% de la población. El titular del Indec afirmó: "Vamos a estar analizándolo y vamos a publicar un informe sobre personas no binarias". ¿En serio? ¿Vamos a gastar tiempo y recursos para analizar la situación del 0,02% de la población? ¿Vivimos en un país que puede darse ese lujo? ¿No hay, acaso, prioridades más acuciantes? ¿No deberíamos analizar a la población por sus niveles de educación? ¿No necesitamos saber cuántos profesionales -médicos, ingenieros, científicos- tenemos en preparación para los próximos diez, quince o veinte años? ¿O saber cómo afectaría a estos stocks de reserva de conocimiento la "no repitencia" que con tanta demagogia se busca implementar en varias provincias? ¿O analizar cuánta población posee una vivienda propia y de qué tipo; si tienen o no baño dentro de su vivienda; si estos son compartidos o individuales; si tienen acceso a servicios eléctricos o a servicios de evacuación de residuos? ¿Si tienen acceso a la red pública de agua potable o a la red de gas? ¿No sería bueno saber cuánta población vive cerca de ferrocarriles, rutas o caminos provinciales o municipales transitables; y cuánta gente vive aislada? ¿O cuánta vive en basurales? Digo, por mencionar las investigaciones que se me ocurren más relevantes, seguro hay otras; algo que englobe al 100% de la población y no al 0,02% de ella. No lo sé. Reconozco que me cuesta entender las prioridades de este gobierno y las de sus funcionarios.
Otro problema que surge de estos nuevos "datos provisionales" es el persistente envejecimiento de la población: cada vez es mayor el porcentaje de personas que superan los 65 años. Mientras, los resultados del Censo muestran que solo doce millones de personas aportan a las cajas sociales. El 26%. Uno de cada cuatro habitantes del país. Inviable. Hay que sumar más gente al sistema laboral. Pero sea por lo que sea, esto no sucede. O por falta de inversiones; ergo falta de trabajo de calidad. O por falta de calificaciones, ergo, por falta de educación. Por falta de cultura de trabajo, ergo, por culpa de la política que hizo un culto de la pobreza y de la dádiva discrecional. El problema es grave e ineludible y será un drama creciente. Otra bomba de tiempo de muy compleja solución. Pero, por supuesto, nosotros preferimos merodear por sobre el problema del 0,02% de la población antes que por el que aquejará al 100% de ella. Quizás porque sea más fácil otorgar un DNI no binario a ese 0,02% de la población que hacer algo en serio por el 100% de ella.
Una última reflexión "preliminar". La población argentina es de alrededor de 46 millones de habitantes. Casi 18 millones de ellos viven en la Provincia de Buenos Aires: el 39% de la población total del país. Tres millones y medio viven en CABA; con lo que, entre Provincia de Buenos Aires y CABA, suma el 46% de la población total del país. Casi uno de cada dos habitantes de la octava geografía por extensión del mundo vive en un lugar concentrado que es apenas más chico que toda España, país en el que viven 47 millones de personas.
En Córdoba capital y en Rosario vive el 40% de la población total de cada provincia. Así, el 50% de toda la población argentina viven en la CABA y el AMBA; Rosario; Córdoba capital y Mendoza capital. Uno de cada dos argentinos vive en cuatro zonas geográficas concentradas y específicas del país; en cinco distritos electorales con profundas diferencias en sus conductas electorales. ¿Es viable una democracia en un país con tanta extensión geográfica; con una infraestructura deficiente o inexistente; mala educación; poco trabajo de calidad y una densidad poblacional tan concentrada en cuatro regiones geográficas y casi inexistente en el resto del país dada su baja población y su enorme extensión?
Hace años que insisto en que la Argentina es un país inviable. Que la Argentina es un no-país. Los "datos preliminares" del Censo parecen -por desgracia- darme la razón.