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El espíritu de Francisco de Asís en el siglo XXI, renovado en un tiempo de crisis múltiples

Las encíclicas de Francisco son un enérgico llamado a priorizar las necesidades de los excluidos y a preservar el planeta que nos contiene.
Lunes, 13 de marzo de 2023 01:56

Por María Cristina Garros Martínez (*)

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Por María Cristina Garros Martínez (*)

Dos rasgos delinean el pontificado de Francisco, el primer papa argentino y el primero, también, que adoptó el nombre del Poverello de Asís: la prioridad de los excluidos y la protección del planeta, el hogar de todos y de las futuras generaciones.

San Francisco de Asís es una de las figuras más relevantes en la historia de la Iglesia. Un revolucionario por su visión del mundo como creación de Dios y por su sensibilidad hacia los marginales, los pobres, los desheredados de la tierra.

Como superior provincial de los jesuitas; luego obispo auxiliar de Buenos Aires y, finalmente, como cardenal primado, su pastoral estuvo signada por el compromiso con los pobres: no solo porque siendo presidente del Episcopado seguía viajando en el transporte público, incluido el tren de los cartoneros, sino porque alentó el movimiento de los curas villeros, inspirado en la "teología popular".

Esta teología del pueblo afirma la opción preferencial por los pobres de la Teología para la Liberación, pero sin apostar a la "lucha de clases".

Dos encíclicas ponen de manifiesto esa sensibilidad inspirada en San Francisco: "Laudato Si" (2015) y "Fratelli Tutti" (2020).

En el último medio siglo fue creciente la conciencia ambiental, que poco a poco va adquiriendo dimensión política. Desde Madrid Juan Domingo Perón envía su "Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo", fechado el 21 de febrero de 1972. "El ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio ambiente. Ya es una poderosa fuerza biológica y si continua destruyendo los recursos vitales que le brinda la Tierra solo puede esperarse verdaderas catástrofes sociales para las próximas décadas".

Ese pronunciamiento se hace eco de una corriente propia de la posguerra y cada vez más poderosa, asociada a la Declaración Universal de Derechos Humanos (ONU-1948) definida como "el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse".

La reunión del Club de Roma, en 1968, en la que un grupo de académicos preocupados por la educación, la violencia, la crisis de las instituciones, el deterioro del medio ambiente, brecha entre países ricos y pobres, emiten unos informes precursores del que publicó Dennis Madows en 1972.

Desde ese año también, pero en Estocolmo, comienzan a realizarse las Cumbres de la Tierra, organizadas por la ONU. En Río 1992 surge la Agenda XXI.

Se va instalando la idea del desarrollo sostenible, que requiere cambiar las estructuras institucionales y fomentar las conductas en relación con los objetivos que el informe señala referidos a la conservación.

El Papa Francisco asumió el desafío ambiental desde el primer momento. En 2015 promulgó Laudato Si, una encíclica moderna con fundamentos científicos y éticos. Un documento que trata de mostrar al mundo, que los humanos formamos parte de la Tierra, que no somos los amos de la misma y que debemos cuidar la casa de todos.

Laudato Si refiere al "Cántico de las criaturas", de San Francisco de Asís, escrito en italiano umbro; es un himno religioso del año 1224. "Il poverello" se encontraba enfermo y casi ciego. Es una expresión de alabanza a todas las criaturas terrenales, así como a las fuerzas de la naturaleza. Contrariamente a otros cánticos religiosos de esa época, el "Cántico de las criaturas" no se enfoca únicamente a Dios, a la Virgen o a otros santos, sino que le agradece al Creador por otras criaturas como el "Hermano Fuego", la "Hermana Agua", la "Hermana Tierra" y todas las criaturas del mundo.

"Laudato Si", mi' Signore, per sora nostra matre Terra, la quale ne sustenta et governa, et produce diversi fructi con coloriti flori et herba". (Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas)

Esta magnífica encíclica destaca la amenaza del calentamiento global que la ciencia observa al comparar la temperatura promedio de la tierra y los mares desde los inicios de la Revolución Industrial, y que tendría efectos devastadores en el curso de este siglo. Sostiene que el "consumismo inmoral" ha llevado a la sociedad a un comportamiento que permite la degradación continua del medio ambiente. Afirma que "los países ricos tienen una 'deuda ecológica' con los países pobres" y cuestiona la vigencia de lo que considera "un concepto mágico del mercado". Propone regulaciones a nivel gubernamental para frenar el calentamiento global. Y hace un llamado para que las personas presionen a través de redes sociales a los líderes políticos e instó a todos a hacer pequeños cambios en sus hábitos diarios.

"Fratelli tutti", explica el prólogo de la página digital del Vaticano, también está inspirada en el santo de Asís, quien escribía a todos los hermanos y las hermanas para proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio, más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro "tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él". Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.

Francisco nos habla de la pobreza, de los excluidos, de los desplazados, que son los inmigrantes, tanto por las guerras como de los desastres ambientales. Y, fundamentalmente, de la educación y de la paz, porque solamente con un pueblo educado y en paz se puede lograr progreso sostenible y armonioso.

Habla de la Casa Común, que es la tierra, en la que todos vivimos, de la necesidad de su cuidado porque su destrucción o contaminación elimina a la flora, la fauna y a los seres humanos "Primero a los más vulnerables, y luego a todos". Por eso por la sostenibilidad y la sustentabilidad son necesarias y hacen a la responsabilidad de los gobiernos como de todos los que vivimos en ella de cuidarlas para nosotros, que estamos ahora y para las generaciones futuras. Eso es solidaridad intergeneracional.

Es pensar en las generaciones futuras. ¿Qué les dejaremos? ¿Un mundo inhabitable? Contaminado por combustibles fósiles, usados en tal cantidad que los enormes volúmenes de dióxido de carbono no pueden ser absorbidos por la carpeta verde de la tierra. Por las aguas de los ríos y de los mares impregnados de desechos industriales, domésticos y cloacales, que destruyen la vida, y la pérdida de bosques, la destrucción de los hábitat naturales y la extinción de las especies animales y vegetales.

Esa es la enseñanza del Papa que trajo a este siglo el nombre y el espíritu de San Francisco de Asís, el gran revolucionario espiritual de la Edad Media.

Todos los países, incluida Argentina, tienen leyes que mandan cuidar el ambiente. Bueno, hay que cumplirlas. Los poderes del Estado deben asumir su responsabilidad, con funcionarios, legisladores y magistrados capaces y comprometidos. Y los ciudadanos, aprender y acostumbrarnos a respetar las leyes.

Todo eso lo señalan estas dos encíclicas del Papa Francisco.

(*) Directora del Ideas de la Ucasal y presidenta de Fundapaz

 

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