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La transformación digital cambia el empleo: ¿estamos preparados?

Jueves, 18 de mayo de 2023 02:24

Pasaron más de veinte años desde que Karl Sveiby y Leif Edvinsson desarrollaran el concepto de "capital intelectual" y lo popularizaran allá por 1990 argumentando que el conocimiento y la información son recursos esenciales para el éxito de una empresa, y que estos recursos deben ser gestionados como cualquier otro activo empresarial.

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Pasaron más de veinte años desde que Karl Sveiby y Leif Edvinsson desarrollaran el concepto de "capital intelectual" y lo popularizaran allá por 1990 argumentando que el conocimiento y la información son recursos esenciales para el éxito de una empresa, y que estos recursos deben ser gestionados como cualquier otro activo empresarial.

En el contexto actual, el saber organizado fruto del conocimiento es un factor crítico de producción que determina la productividad, eficiencia y eficacia de los procesos productivos en donde la educación, hoy más que nunca, juega un papel fundamental; el conocimiento forma parte del capital intangible que explica el crecimiento económico de varias economías en el mundo en épocas de la 4ta. revolución industrial.

El reconocido historiador Ian Morris señala que en los últimos 500 años la competencia ha llevado a la innovación tecnológica y al crecimiento económico, y ha impulsado el aumento de la producción mundial. Según él, el crecimiento de la producción mundial ha sido impulsado por el intercambio de bienes y tecnología a través de las fronteras nacionales y por el aumento de la productividad en todo el mundo lo cual impulsó la economía global interconectada que vivimos hoy. En este período, las competencias y habilidades más demandadas, según la época, siempre cambiaron de acuerdo a la impronta que les signaban los avances tecnológicos a los puestos de trabajo.

En el siglo XVIII, la 1ra. Revolución Industrial trajo consigo nuevas formas de producción y trabajo, y surgieron nuevas profesiones y habilidades; con la producción en masa y la incorporación de nuevas tecnologías en la agricultura, el crecimiento del comercio y los bancos, los nuevos puestos hacían necesario que los trabajadores tuvieran la capacidad de leer y escribir, conocimientos matemáticos y de manejo de maquinaria además de la habilidad para comunicarse y negociar efectivamente. En este contexto la educación formal se expandió a nivel mundial. Los cambios significativos continuaron en el siglo XIX y la producción mundial comenzó a crecer significativamente. La educación formal y la capacitación técnica se convirtieron en herramientas esenciales para el éxito en muchos puestos de trabajo. A principios del siglo XX, Argentina tenía una economía próspera y era una de las economías más ricas del mundo. Este siglo se caracterizó por una serie de cambios significativos en la economía y el trabajo en todo el mundo. La competencia global se intensificó y surgieron nuevas profesiones y oportunidades de empleo. El conocimiento, la automatización y la tecnología de la información se volvieron cada vez más importantes. Comienza a crecer la demanda de habilidades en informática y tecnología de la información y los "datos" comienzan a ser el nuevo petróleo en esta época.

Todo esto lleva a que, en el siglo XXI, el trabajo y los puestos que se generan se hayan visto influenciados por los avances tecnológicos, la globalización y la creciente necesidad de habilidades blandas y competencias digitales; la transformación digital, la consiguiente automatización y la inteligencia artificial están transformando la mayoría de los perfiles de puestos y creando nuevos en todos los sectores, estableciendo nuevas oportunidades laborales. La inteligencia artificial y la automatización avanzada, como los robots y los sistemas autónomos, están transformando la forma en que trabajamos y creando nuevos empleos en campos como la robótica, la programación y la gestión y manejo de datos; el trabajo remoto y la flexibilidad laboral se han vuelto cada vez más comunes; las habilidades blandas, como la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas, idiomas extranjeros y la adaptabilidad, se han vuelto esenciales en los nuevos perfiles de puestos. También aparecen nuevas preocupaciones como la sostenibilidad que ha llevado a una mayor demanda de trabajos en energías renovables, gestión de residuos y tecnologías verdes.

El desafío educativo

La empleabilidad es una preocupación global. Los sistemas educativos del mundo están tratando de adaptarse para preparar a los estudiantes y formar a los recursos humanos para un mundo y una economía en constante evolución. Singapur es uno de los países con un claro liderazgo en este sentido; implementó una estrategia de aprendizaje continuo a lo largo de la vida para garantizar que los estudiantes y los trabajadores puedan adaptarse a los cambios tecnológicos y las transformaciones en el mercado laboral y sus graduados sean empleables siempre; además es conocido por tener uno de los sistemas educativos más avanzados y tecnológicamente equipados del mundo con una clara estrategia integral para asegurar que su sistema educativo esté alineado con los cambios tecnológicos y el impacto de los mismos en el trabajo; hizo una fuerte apuesta por la educación técnica y en habilidades blandas además del fomento de la educación tecnológica, con el objetivo de preparar a los estudiantes y trabajadores para el futuro del trabajo. Varios países están optando por estrategias similares.

Los inconvenientes son muchas veces difíciles de sortear; la falta de una clara política educativa, las brechas de conocimientos, el difícil acceso a recursos tecnológicos, la deficiente actualización de la formación docente para enseñar estas nuevas habilidades, la calidad y orientación de la formación técnica, por ejemplo. Para facilitar la transición de los jóvenes al mundo del trabajo, los sistemas educativos en general, deben tener objetivos claros que garanticen que las personas tengan las competencias y habilidades que necesita el mercado laboral. Está demostrado ampliamente que un mayor nivel educativo conduce a mejores resultados y mayores ingresos en el mercado laboral además de contribuir a la realización personal, mejorar la salida laboral, la participación e inclusión social.

Nuestro escenario crítico

El panorama educativo en Argentina es crítico; estamos inmersos en una crisis educativa que se acentúa cada vez más y sin perspectivas de mejora en el corto plazo. Según datos de la OCDE, sólo el 47% de jóvenes entre 18 a 24 años estudia; estamos por abajo del promedio que registra el organismo que indica que el 54% estudian. Además, el nivel de jóvenes NINI es alto: 25%.

De acuerdo a los últimos resultados de la evaluación Aprender más del 45% de los chicos está por debajo del nivel básico de matemáticas y el 44% en lengua en la primaria; la mitad de los alumnos de 3er grado no comprenden lo que leen según una investigación reciente del observatorio argentinos por la educación.

En el nivel secundario, de los que ingresan a 1er año, solo el 48% aproximadamente llega al último año en el tiempo esperado; en Salta particularmente, este promedio es más bajo: el 43%. Si analizamos las trayectorias con los resultados de Aprendizaje, de los que llegan en el tiempo teórico solo alcanzaron resultados satisfactorios y avanzados tanto en lengua como matemáticas el 16% en Argentina y en Salta sólo el 11%. Si se analiza el perfil de los 16/100 que finalizan en el tiempo teórico estipulado el secundario con buenos resultados, el 63,7% asiste a establecimientos de gestión privada; de los 16, la mitad, 8, pertenecen al tercil socioeconómico más alto, 5 al tercil medio y solo 3 al más bajo. Esto nos lleva a reflexionar sobre la creciente desigualdad que acentúa el sistema imperante actualmente; el "Efecto Cuna" es notable y el sistema educativo las transforma en educativas. Los resultados de las Pruebas PISA no son mejores; de los 79 países evaluados en la última que se realizó, Argentina ocupa el puesto 63 en lectura, 75 en matemática y el 65 en ciencia. En la prueba internacional ERCE Argentina es la que más cayó reflejando que 6 de cada 10 alumnos pobres no llegan al nivel más básico de lectura.

La crisis educativa y la falta de calidad de la educación pueden tener un efecto nefasto en la formación del capital humano, limitando las oportunidades de los individuos y generando desigualdades en la sociedad, además de constituir una clara barrera al tan ansiado crecimiento como alternativa para disminuir la pobreza.

Formación para el empleo

Una encuesta internacional realizada por el Foro Económico Mundial sobre el Futuro del Empleo indica que cada tecnología que se implemente tendrá el potencial de crear o desplazar puestos de trabajo; las tecnologías que consideran que más puestos crearán son las relacionadas con las plataformas y los datos y los puestos que se estiman, irán desapareciendo, son los relacionados con tareas repetitivas, como cajeros de banco, secretarios administrativos, guardias de seguridad, empleados contables, de estadísticas, finanzas y seguros entre otros. En cuanto a las habilidades básicas requeridas por los trabajadores actualmente, más empresas consideran que el pensamiento analítico es una habilidad central dentro de las cognitivas, siguiéndole el pensamiento creativo y sistémico; también las habilidades relacionadas con la autoeficacia lideran, como la resiliencia, flexibilidad y agilidad; la motivación y autoconciencia y la curiosidad y aprendizaje permanente. Dentro de las tecnológicas están la alfabetización tecnológica, inteligencia artificial y los grandes datos, además de la programación y ciberseguridad. Seguramente todas estas liderarán las propuestas de capacitación en el corto plazo e implicarán desafíos en las agendas de políticas públicas para aumentar la disponibilidad de recursos formados que puedan sumarse al mercado laboral actual.

 

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