En estos tiempos de crispación social, pareciera difícil que nos pongamos de acuerdo en cosas básicas que hagan nuestra convivencia, nuestra cotidianidad, algo más placentera.
inicia sesión o regístrate.
En estos tiempos de crispación social, pareciera difícil que nos pongamos de acuerdo en cosas básicas que hagan nuestra convivencia, nuestra cotidianidad, algo más placentera.
Como en muchos órdenes de nuestra vida nacional, buscamos alternativas por fuera de nosotros mismos, como recurrir a un marco legal que acote, que conduzca nuestra forma de vincularnos y resolver nuestras diferencias ideológicas. Y a pesar de que representamos una sociedad muy poco apegada a cumplir las normativas, buscamos en las leyes y reglamentaciones rígidas, lo que no somos capaces de alcanzar con la voluntad colectiva de mejorar nuestra convivencia. Con el sano, y por qué no, razonable ejercicio de una intelectualidad formada y alimentada por nuestra experiencia y sobretodo de hacer algo diferente a lo que venimos practicando con poco o nulo éxito desde hace décadas. Necesitamos generar espacios de diálogo territorial, donde los actores que comparten intereses concretos sobre determinados espacios puedan dialogar directamente, sin intermediarios que mechen intereses extraterritoriales.
Los argentinos venimos transitando por un tobogán social que pareciera imparable e infinito, a pesar de la enorme capacidad técnica de nuestras instituciones y de una economía que crece en muchos aspectos, por la sencilla razón que el Mundo espera y busca nuestros productos agropecuarios, forestales y mineros. En un país que a pesar de las enormes dificultades que tenemos, la naturaleza se expresa en plenitud por los distintos rincones de nuestro dilatado y poco habitado territorio. Calidad, cantidad de nuestras producciones generadas en un contexto de ambientes de alta valoración que se mantienen en el tiempo.
El Norte Grande de nuestro país es donde confluyen las distintas fuerzas que muchas veces entran en colisión, lo ambiental, lo productivo, lo social, lo político. En estos últimos tiempos se ha visto con claridad en provincias como Jujuy, Salta, Chaco, Formosa, estas confrontaciones, donde se expresan con crudeza, la violencia social, la impunidad del poder y el desprecio político por convivencias democráticas básicas. Y del Norte Grande depende en gran medida la proyección de nuestro país de cara al futuro.
"Para convivir no necesitamos leyes" dice un conocido líder de la etnia Atacama del altiplano jujeño a raíz de los conflictos que se suscitaron en su provincia natal. Lo que necesitamos es abrir nuestro corazón y nuestra voluntad a nuevas e innovadoras ideas, a bajar la conflictividad inconducente. Necesitamos comprender de una vez por todas que sólo entendiendo la mirada y las dudas del otro, podremos construir un futuro que nos contenga y que nos proyecte positivamente como sociedad.
"Argentinos, ía las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal"., decía Ortega y Gasset hace ya casi 100 años….
Un país que tiene todo para ganar…, pero que nos hemos empecinado a que tengamos todo para perder.