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Hombre de ciencia, servidor de su patria

Miércoles, 12 de julio de 2023 01:31

René Gerónimo Favaloro, médico rural, un científico de excepción y dueño de un liderazgo genuino, hizo de su vida un compromiso con la patria. Entre las personalidades destacadas de los últimos cien años en la Argentina encarna el modelo ético al que la mayoría del país aspira y que, paradójicamente, se parece cada vez más a una utopía.

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René Gerónimo Favaloro, médico rural, un científico de excepción y dueño de un liderazgo genuino, hizo de su vida un compromiso con la patria. Entre las personalidades destacadas de los últimos cien años en la Argentina encarna el modelo ético al que la mayoría del país aspira y que, paradójicamente, se parece cada vez más a una utopía.

Sin ambigüedades, sostuvo que la educación pública debía ser la prioridad para toda la dirigencia política y para todos los argentinos. Una educación basada en el esfuerzo, la disciplina y la valoración del mérito. La educación que había recibido en la escuela pública del barrio El Mondongo, en el taller de ebanistería de su padre, y mirando a su madre mientras trabajaba como modista.

Favaloro representa una visión de país, un proyecto que para la mayoría de los argentinos continúa siendo absolutamente válido, pero que una minoría "progre" descalifica como "ideología de derecha". Esa minoría es decisiva, porque tiene poder político y gremial; por eso es responsable de la profunda grieta social que se abre a la luz de los resultados educativos. La grieta de la peor de las exclusiones.

Esa realidad decadente terminó derrumbando lo que parecía una fortaleza inconmovible.

"Joaquín V. González escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'A mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta…", dejó escrito en su carta de despedida aquel 29 de julio de 2000. En ese momento sintió que ya no podía seguir sosteniendo la obra, que era su misma vida.

Los títulos de sus libros muestran el perfil intelectual de René Favaloro. En 1970 publicó en EEUU la obra "Tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis coronaria".

Es la experiencia del científico que apenas recibido no aceptó un cargo en el Hospital Policlínico de La Plata porque se le exigía sumisión al partido gobernante. La ciencia no puede subordinarse al poder de turno, nunca. Por eso optó por trabajar como médico de campo en el pueblito de Jacinto Arauz, en La Pampa, donde estuvo doce años y que profundizó su sensibilidad sobre las necesidades de la gente. De allí pasó a perfeccionarse en Clínica Torácica en Cleveland Clinic, Estados Unidos. El cambio en su vida lo convirtió en figura internacional de la medicina cuando, a partir de 1967, investigó la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. El bypass o cirugía de revascularización miocárdica, detallado en ese libro excepcional.

Sus otros libros son "Recuerdos de un médico rural" (1992); "¿Conoce usted a San Martín?" (1986); "La Memoria de Guayaquil" (1991); "De La Pampa a los Estados Unidos" (1993) y "Don Pedro y la educación" (1994)

La Fundación Favaloro, conformada el 1975, reseña su vida y su ideario. Pudo seguir cosechando gloria y ganando fortunas en Estados Unidos, pero volvió a su tierra. Allí emergieron el Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, el hospital y la Universidad Favaloro.

"Como en los tiempos de Jacinto Arauz, siguió haciendo hincapié en la prevención de enfermedades y enseñando a sus pacientes reglas básicas de higiene que contribuyeran a disminuir las enfermedades y la tasa de mortalidad. Con ese objetivo se desarrollaron en la Fundación Favaloro estudios para la detección de enfermedades, diversidad de programas de prevención, como el curso para dejar de fumar, y se hicieron varias publicaciones para el público en general a través del Centro Editor de la Fundación Favaloro, que funcionó hasta 2000", lo recuerda la institución en su página.

Pero el esfuerzo no alcanzó para ocultar la decepción de un país cuesta abajo. "Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades las mayores caerían sobre las clases dirigentes", escribía en "Recuerdos de un médico rural".

Su última carta conmueve e interpela a quien la lee. "Mi regreso a la Argentina se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica", recuerda con evidente tristeza. Y, al dirigirse a su familia, pide ser cremado sin ceremonias de ningún tipo, y que sus cenizas sean dispersadas en Jacinto Arauz.

"El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano. Solo espero que no se haga de este acto una comedia".

Es evidente que a gran parte de la dirigencia política el mensaje no le llegó.

En los últimos meses, el presidente Alberto Fernández y el candidato oficialista a sucederlo, Sergio Massa, utilizaron la muerte de Favaloro en términos que, por la bajeza, agravian su memoria y a la dignidad humana. Ambos hicieron referencia a esa tremenda decisión para descalificar a Horacio Rodríguez Larreta, que en esos tiempos era interventor del PAMI. En su última carta, Favaloro es inequívoco. Menciona al PAMI entre un cúmulo de deudores que hacía tambalear a la Fundación, pero es muy claro cuando se refiere a "una "manga de corruptos que viven a costa de los obreros". Cada cual sabe cómo le cae el sayo.

Probablemente ni Fernández ni Massa entendieron -si la leyeron- esa carta póstuma, donde también dice: "Es indudable que ser honesto en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar".

 

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