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6 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Sobre la amistad

Jueves, 27 de julio de 2023 00:00

El 20 de julio de 1969 el estadounidense Neil Armstrong pisó la luna. Para celebrar el acontecimiento, el dentista argentino Enrique Febbraro mandó mil cartas a todo el mundo proponiendo celebrar la amistad entre el cosmos y la humanidad, recibiendo 700 respuestas afirmativas e instaurándose oficialmente la celebración en el país en 1979

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El 20 de julio de 1969 el estadounidense Neil Armstrong pisó la luna. Para celebrar el acontecimiento, el dentista argentino Enrique Febbraro mandó mil cartas a todo el mundo proponiendo celebrar la amistad entre el cosmos y la humanidad, recibiendo 700 respuestas afirmativas e instaurándose oficialmente la celebración en el país en 1979

Pocos poetas han logrado trasuntar tanto la amistad como Miguel Hernández en su "Elegía", donde el desasosiego ante la muerte del amigo "a quien tanto quería" abruma al lector de tal manera que no queda más que sobrevivir aferrándose al salvavidas estético de las figuras literarias reveladas a tantos, y hace tanto por Alicia Martorell, "Icha", "la" profesora de Preceptiva Literaria de Salta, que abrazó esa sublime forma de amistad que es la docencia (en el sentido del "ágape" de los antiguos griegos) y que contagió a miles su amor por las letras en sus clases magistrales del Bachillerato Humanista. En silencio sacramental, oírla leer La Odisea era escucharlo a Ulises en persona; por sus inflexiones, las afrentas de Homero herían en carne propia y el amor insobornable de Penélope era casi una verdad revelada… ¿cómo no amarla, cómo no agradecer cada instante, cada libro, cada canto?

Por su parte, Hernández -impotente ante lo definitivo pero sin claudicar ante el dolor- muestra el dolor de su propia alma ante la pérdida del amigo, su desesperación ante la imposibilidad de revivir al que se fue para, finalmente, celebrar lo que los unía, base de toda amistad.

A veces lo que une es la afinidad en temas importantes; otras, la lucha o ideales compartidos, valores comunes y, en cualquier caso, el afecto, la lealtad y la valoración mutua. Borges dice que, sobre todo, une el haber sorteado juntos las zozobras y vicisitudes de la vida, porque "no nos une el amor sino el espanto/ será por eso que la quiero tanto".

Por eso, amigos de la infancia o de muchos años logran superar hasta desencuentros diametrales de la madurez en función de tanta vivencia compartida y la presencia leal, sin reproches y con respeto, sostenida a través de décadas.

¿Ejemplos? Sobran. Alejandro Magno lloró como niño y guardó ayuno cuando murió Hefestión, comandante supremo de su ejército con el que había compartido niñez, juegos, como maestro a Aristóteles, campañas y conquistas. Juntos habían sobrevivido a intrigas palaciegas en Macedonia y juntos habían tomado Troya, donde honraron a los griegos caídos en la guerra que inmortaliza Homero (y a Homero) a orillas del Ponto Euxino, o mejor aún, "del vinoso Ponto".

De tan amigos que eran, Borges y Bioy Casares escribieron a cuatro manos como Honorio Bustos Domecq… y los tres siguen intactos, eternos para distintas épocas y generaciones sin importar que "por dispares que fuéramos, la amistad cabía porque teníamos una compartida pasión por los libros. Tardes y noches conversábamos de literatura fantástica, de las "contrerimes" de Toulet y de los problemas de traducción, de Johnson, de Quincey, Cervantes, Stevenson, Lugones, Góngora y Quevedo, del soneto, del verso libre…."

íVerdades cenitales alumbradas desde la amistad! Por eso molesta tanto que los políticos pivoteen su accionar sobre el eje "amigo-enemigo", allí donde la amistad no tiene cabida porque la traición es moneda corriente, la mentira el rasgo en común, la inutilidad su distintivo y la obsecuencia el día a día.

Convendría que lo recuerden y guarden mesura los oponentes de un mismo espacio, sobre todo suponiendo que -después de las PASO- el perdedor debe alinearse tras el triunfador y trabajar para la victoria de su contrincante, situación tan declamada como utópica de la que al parecer salió airoso el precandidato Massa y su fan de última hora, Cristina, que -sospechando una derrota inminente- lo catapulta y respalda como elegido, librándose así de ser la cara de la derrota, al tiempo que apila a sus partidarios en el Congreso, blindando lealtad e ¿impunidad?… aunque quizá Massa también lo sepa y, por eso, el ministro y el candidato se recelen recíprocamente y estén en guardia el uno contra el otro, se desdigan y se burlen entre sí y de los ciudadanos, y también del FMI que, por ejemplo, exige un solo tipo de dólar y el ministro anuncia la creación de otro más... por lo que solo queda preguntarse ¿por qué ha aceptado? …¿a cambio de ¿qué? y, the last but not the least (*), ¿puede confiar en que Cristina cumplirá su parte?

(*) "El último pero no menos importante

 

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