Los salteños vivieron con gran emoción y profundo amor la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro. Para los fieles, rendir homenaje a los santos patronos es un acto de fidelidad que va más allá de las palabras. Es una manifestación de intensa devoción y un recordatorio sobre la importancia de renovar el pacto de fe.
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Los salteños vivieron con gran emoción y profundo amor la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro. Para los fieles, rendir homenaje a los santos patronos es un acto de fidelidad que va más allá de las palabras. Es una manifestación de intensa devoción y un recordatorio sobre la importancia de renovar el pacto de fe.
En estas tierras sus vidas se cruzan con la religión de manera intensa. Es conmovedor ver como los fieles son testimonios vivos del amor inquebrantable que tienen a los santos patronos.
Durante esta fiesta ingresan todos los días con gran solemnidad por la nave central del santuario para saludar a las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro. Con lágrimas de alegría en sus ojos, rinden homenaje a las veneradas imágenes y agradecen por la vida, piden salud para ellos y sus seres queridos.
Maximiliano Lara, oriundo de La Merced, llegó junto a su padre y su hermana desde La Merced. Traen con ellos la memoria de una promesa hecha a su madre, que falleció a causa del cáncer. A pesar del dolor, mantienen viva su fe, recorriendo un largo camino descalzos hasta la Catedral. Para ellos esta caminata es más que una promesa; es un acto de amor a su madre y una manifestación de la fe que ella les transmitió.
Con remeras impresas con una foto de su madre, la familia Lara se encuentra al frente de la Basílica. Con los pies descalzos, escuchan con atención la misa estacional y rezan. Con los ojos llorosos, Maximiliano sostiene una imagen que es la Virgen del Valle, que originariamente era de su madre.
"Cuando falleció nuestra madre prometimos venir desde la Coca-Cola hasta la Catedral descalzos. Habíamos quedado de acuerdo cuando mi madre estaba viva que íbamos a hacer ese recorrido. Lamentablemente ella falleció de cáncer, un cáncer que la consumió en 30 días, más o menos. El último Milagro habíamos venido juntos en familia y habíamos quedado de acuerdo en hacer esto, es una fe que nos inculcó mi madre, que siempre estuvo y sigue con nosotros", remarcó.
María Adelma Romero y su esposo, Alberto, están parados frente a la Catedral con una imagen en réplica de la Virgen. Su devoción hacia los patronos de Salta es un lazo que ha fortalecido su amor conyugal durante casi 50 años y que les brinda esperanza en momentos difíciles. "El Milagro significa todo, es ese momento para el reencuentro del amor también. Cuando éramos jóvenes y fuimos novios nos encontrábamos acá (señala la Basílica) así que siempre le digo a mi esposo que venir al Milagro es renovar este amor", expresó.
Este matrimonio todos los 15 de septiembre partía desde la iglesia para realizar la procesión, pero ahora, como ya no pueden caminar tanto, vienen a rezar todos los años. "El Señor y de la Virgen del Milagro son el sol de justicia, son nuestros protectores desde siempre. Nuestros padres nos traían a rezar la novena cuando éramos chicos y hoy vengo con mi esposo", finalizó.