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La crisis del campo europeo complica el acuerdo con el Mercosur

Viernes, 16 de febrero de 2024 02:02

La última cumbre en Bruselas que reunió a todos los mandatarios europeos tenía como prioridad tratar la guerra en Ucrania. Sin embargo, tuvo un giro inesperado ante la presencia histórica frente a la Comisión Europea de miles de tractores procedentes de toda Europa que se dieron cita para manifestar su descontento. La crisis del sector agrícola - ganadera es muy grave y repercute en todo el continente y a nivel mundial.

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La última cumbre en Bruselas que reunió a todos los mandatarios europeos tenía como prioridad tratar la guerra en Ucrania. Sin embargo, tuvo un giro inesperado ante la presencia histórica frente a la Comisión Europea de miles de tractores procedentes de toda Europa que se dieron cita para manifestar su descontento. La crisis del sector agrícola - ganadera es muy grave y repercute en todo el continente y a nivel mundial.

El colorido desfile de tractores por toda Europa se prolongó varias semanas bloqueando rutas, autopistas, intendencias y creando un "caos pacífico", las fuerzas del orden y los ciudadanos nos resignamos con paciencia e indulgencia a un cierto "laissez faire" frente a las manifestaciones.

Los agricultores europeos se oponen al Green Deal (acuerdo verde) en medio de un descontento general provocado por los aumentos de impuestos, electricidad, precio del combustible, la inflación, la pérdida de ingresos…

Las exigencias del modelo actual son insostenibles, las pequeñas explotaciones trabajan a pérdida y las nuevas generaciones rechazan al campo. A pesar de la vocación y el esfuerzo, la motivación está en su punto más bajo ante la falta de rédito económico y de reconocimiento social. La reivindicación es genuina "poder vivir del fruto del trabajo". Ellos, los productores de alimentos, son una clase marginalizada de la sociedad. Otro factor que obró en detrimento de los agricultores europeos es la invasión a Ucrania. Para asistir a ese país invadido, una potencia agroexportadora, se abrieron corredores para el ingreso de las mercaderías, sin pagar derecho de aduana. Pero esas importaciones omiten las exigencias fitosanitarias que exige la U.E. al resto de los estados miembros. Es competencia desleal para aquellos que se ven obligados a respetarlas.

Los agricultores franceses no solo soportan las exigencias que les impone la UE: Francia es el país europeo más estricto en controles de defensa del medio ambiente y uso de pesticidas y químicos. Las asociaciones francesas de agricultores piden al gobierno tener en cuenta la integridad de sus reclamos.

La detonación del conflicto se produjo por el aumento de los impuestos del gasoil, la reducción del uso de pesticidas, la limitación de gases de efecto invernadero, la obligación de no cultivar durante un tiempo en áreas cada vez más grandes para preservar la biodiversidad, lo que implica la ampliación de parcelas improductivas. Los gigantes de la importación y la distribución logran precios privilegiados y evaden los controles de calidad.

El pacto agrícola de la UE

EL Pacto Agrícola Común para el período 2023/27 ampliando el margen a los estados para adaptar las medidas europeas a situaciones nacionales. Su política es apoyar a las pequeñas explotaciones y fomentar una agricultura protectora de medio ambiente. El PAC es el principal fondo de gastos de la UE, representa 264 mil millones de euros. El principal compromiso consiste en alivianar las normas y exigencias ecológicas, disminuir progresivamente los impuestos, fijar un precio especial a la gasolina, aplicar mayores controles de calidad y ampliar la información del origen cuando se trata de productos importados.

Las oportunidades económicas fueron anunciadas como sustanciales, pero provocan fuertes reticencias por parte de los agricultores, ecologistas y los opositores al libre cambio, es una crisis histórica.

El nuevo modelo agrícola tiene como objetivo conciliar la defensa del medio ambiente y la biodiversidad, manteniendo una agricultura diversificada, que garantice la calidad de los alimentos para 500 millones de europeos. Sin embargo, en la practica la crisis energética provocada por Rusia, la guerra en Ucrania, la sequía y las inundaciones, las inversiones para asegurar la calidad de los alimentos y responder a la normativa impuesta, encarecieron los costos de producción. Los agricultores de mediana y pequeña escala buscan transformar sus modelos de producción, pero otros se ven obligados a cerrar sus explotaciones.

El pacto cuenta con el apoyo de la Comisión e intenta comprometer a los 27 países en la transición ecológica, fijar los objetivos de reducción de pesticidas, fomentar la agricultura biológica y la protección a la biodiversidad.

Si las ambiciones del pacto verde son justificadas en el marco de la lucha contra el desarreglo climático, ellas representan un problema al sector agrícola en su conjunto. En plena campaña para la elección de autoridades europeas, en Bruselas las negociaciones entre la extrema derecha, los ecologistas y los otros partidos provocan una ebullición.

¿Es posible una conciliación?

Muchas son las ventajas comerciales de los pactos: abrir nuevos mercados de bienes y servicios, atraer nuevas inversiones, reducir el costo de los intercambios eliminando derechos de aduana y disminuir formalidades administrativas, para facilitar los controles aduaneros.

Los acuerdos comerciales, varían en función a sus contenidos, acuerdos de asociación económica, de libre cambio, que permiten abrir recíprocamente los mercados entre los países desarrollados y las economías emergentes, acuerdos de asociación y comerciales no preferenciales.

La UE tiene acuerdos comerciales con Japón, Singapur, Vietnam, Australia, Nueva Zelandia, México y Chile y el Mercosur, firmado, pero en discusión aún. De todos los acuerdos este último es el más conflictivo. En 2019, cuando se firmó, fue considerado como histórico; habían sido necesarios 20 años de negociaciones para lograr el compromiso y en su momento, además, creyeron que iba a reforzar la posición de Europa frente a EE. UU. Se trata de mercados integrados de 780 millones de ciudadanos, sumando los consumidores en Sud América y Europa.

Si bien las oportunidades económicas son anunciadas como sostenibles y favorables, el tratado genera desde el inicio innumerables reticencias de los ecologistas, al principio, y ahora, de todo el sector agrícola ganadero europeo.

Se esperaba cerrar el acuerdo en diciembre, pero las elecciones en Argentina obligaron a "barajar y dar de nuevo", ya que Javier Milei declaró durante su campaña que quería abandonar el Mercosur. Luego de una reunión con el canciller alemán Olaf Scholz , el presidente argentino cambió de idea.

Hoy este tratado parece empantanado.

En su momento el presidente Emmanuel Macron estuvo a favor (aunque con precauciones que debían tenerse en cuenta), pero durante la última cumbre en Bruselas propuso a sus pares revisarlo íntegramente y suspender las negociaciones por el momento. Para validar el acuerdo se requiere el voto unánime de los 27 estados miembros.

Muy difícil lograrlo, en los términos actuales. Como en toda negociacion comercial Europa tuvo que ofrecer concesiones, en este caso, consideradas "injustas y desleales" para el sector agrícola.

El acuerdo prevé cuotas que permiten a los países del Mercosur exportar cada año 99.000 tn. de carne bovina, 100.000 tn. de aves, 180.000 tn de azúcarr, cereales, entre otros productos, eliminando derechos de aduana. A cambio el viejo continente podría exportar productos tales como vinos, chocolates, bebidas espirituosas, quesos (mas de 300 productos, con certificación de origen) autos (de allí el interés de Alemania). El acuerdo no se limita a productos agrícola -ganaderos pero estos son el centro de las preocupaciones de quienes temen una invasión en el mercado europeo de productos muy competitivos.

Los representantes en la Comisión Europea defienden el acuerdo argumentando que va a crear oportunidades para los exportadores de la UE y permitirá a las empresas mayor acceso a los mercados de los países sudamericanos, y permitirán a los países de la comunidad economizar millones de euros en derechos de aduana.

Sin embargo, ningún estudio oficial, hasta ahora, confirma en cifras el impacto global, los beneficios, ni la creación de nuevos empleos en Europa. El ejercicio es de alto riesgo para intentarlo.

Los europeos todavía tienen presente la sombra de Bolsonaro "el deforestador", argumentan que firmar el acuerdo con Brasil es avalar a un país que destruye la protección del medio ambiente. De ese modo, ser cómplices de sus malas praxis, ante las que la UE se siente impotente, sin capacidad para forzar a ese país a honrar los compromisos en materia de reforestación.

Los partidarios del acuerdo aseguran que, por el contrario, se trata del mejor instrumento para obligar a Brasil a subir al ring de los firmantes del Acuerdo de París y cumplir lo acordado.

Los ecologistas denuncian otras consecuencias: el aumento del transporte de las mercaderías y la mayor demanda de carnes va a obligar a los cuatro países expandir sus explotaciones, sin respetar las normas sanitarias, provocando mayor contaminación. Preocupan los productos sudamericanos considerados nocivos para la salud, en particular las practicas de la cria de ganado brasilero (prohibidas en Europa) abusando de antibióticos, utilizados como activadores de crecimiento, favorizando la antibioresistencia.

La UE se enfrenta al dilema y riesgo de estar en infracción con sus propias reglas y aquellas de la Organización Mundial del Comercio

Entre las exigencias sanitarias y ambientales, y los temores de los agricultores europeos, todo hace pensar que queda un largo camino para el acuerdo con el Mercosur.

 

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