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Portugal se suma al giro hacia la derecha.

En las elecciones legislativas se observó el deterioro de los socialistas, con un triunfo de la derecha moderada y el vertiginoso crecimiento de Chega!, una minoría radicalizada, anticomunista y liderada por un emergente de los medios de comunicación.
Sabado, 16 de marzo de 2024 01:19

Portugal gira a la derecha, pero todavía no sabe bien cómo hacerlo. En elecciones legislativas anticipadas, que contaron con el más elevado índice de participación ciudadana de los últimos veinte años, la opositora Alianza Democrática (AD), de centroderecha, encabezada por Luis Montenegro, aventajó al oficialista Partido Socialista (PS), liderado por el exministro Pedro Nuno Santos, pero no alcanzó la mayoría parlamentaria, lo que abre un incierto escenario de negociación política. Sin embargo, el principal beneficiario del resultado fue Chega! (Basta!), una fuerza de ultraderecha comandada por André Ventura, que cuadruplicó su caudal en relación a las elecciones de octubre de 2019, cosechó el 19% de los votos y ganó una representación legislativa que le permitiría erigirse en árbitro de la situación.

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Portugal gira a la derecha, pero todavía no sabe bien cómo hacerlo. En elecciones legislativas anticipadas, que contaron con el más elevado índice de participación ciudadana de los últimos veinte años, la opositora Alianza Democrática (AD), de centroderecha, encabezada por Luis Montenegro, aventajó al oficialista Partido Socialista (PS), liderado por el exministro Pedro Nuno Santos, pero no alcanzó la mayoría parlamentaria, lo que abre un incierto escenario de negociación política. Sin embargo, el principal beneficiario del resultado fue Chega! (Basta!), una fuerza de ultraderecha comandada por André Ventura, que cuadruplicó su caudal en relación a las elecciones de octubre de 2019, cosechó el 19% de los votos y ganó una representación legislativa que le permitiría erigirse en árbitro de la situación.

El saldo de la elección es un Parlamento altamente fragmentado, donde ninguna fuerza está cerca de las 116 bancas indispensables para formar gobierno. La primera minoría pertenece a la Alianza Democrática, integrada por el Centro Democrático y Social y el Partido Social Democrático, íseguida de cerca por los socialistas y más atrás por la ultraderecha de Chega!, pero con una variopinta representación de otras fuerzas menores, entre ellas el centrista Partido Liberal, próximo a la centroderecha, y el Partido Comunista, el Bloque de Izquierda, más cercanos a los socialistas.

Los socialistas, que gobernaron el país los últimos ocho años, sufrieron el impacto del escándalo de corrupción que en agosto de 2023 provocó la renuncia del primer ministro Antonio Costa, una prestigiosa personalidad de la socialdemocracia europea que nunca fue considerado sospechoso de ningún delito, pero se vio obligado a dimitir ante las acusaciones por irregularidades en el otorgamiento de contratos públicos que envolvieron a varios de sus ministros. A pesar de los índices aceptables de crecimiento económico, la mayoría de la opinión pública culpa al gobierno saliente del aumento de la inflación, el deterioro de los servicios públicos, los problemas de vivienda y el incremento de la inmigración ilegal.

El episodio que detonó la renuncia de Costa y la convocatoria a elecciones anticipadas fue el punto culminante de una sucesión de denuncias que salpicaron a las dos fuerzas mayoritarias, generaron una creciente tensión entre el gobierno y el Poder Judicial y promovieron un clima de insatisfacción colectiva con el conjunto del sistema político. Antonio Costa Pinto, un prestigioso académico de la Universidad de Lisboa, sostiene que "estas elecciones están enmarcadas por la pérdida de confianza de los portugueses en sus instituciones".

El gobierno de Costa surgió en 2015 de un pacto destinado a impedir que la centro-derecha, que había ganado las elecciones legislativas, se hiciera cargo del gobierno. El socialismo protagonizó un giro ideológico y forjó un acuerdo con el Partido Comunista y con el Bloque de Izquierda. A tal fin, rompieron un antiguo compromiso de establecer un "cordón sanitario" para mantener a los comunistas y sus aliados de izquierda fuera del gobierno, una decisión que motivó no pocos cuestionamientos dentro de sus propias filas.

Los conservadores definieron a aquella entente heterogénea con el término "geringonça", en español "artilugio". Fue la primera vez que el partido triunfante en las elecciones quedaba afuera del gobierno y también que una alianza de izquierda se hacía cargo del poder. El experimento resultó efímero y, tras sucesivas idas y vueltas, el PS logró una amplia victoria en los comicios legislativos de 2022, que permitió a Costa gobernar en soledad, sin aliados incómodos, hasta el escándalo que un año después desencadenó su renuncia. No obstante, esa cohabitación con los comunistas y el Bloque de Izquierda golpeó la imagen de moderación de los socialistas y los perjudicó en una franja del electorado de clase media.

El avance de la ultraderecha

En medio de esta creciente disconformidad con los socialistas e incipiente deterioro de la oposición centroderechista, íChega! empezó a crecer. En 2019 obtuvo apenas el 1,3% de los votos, en 2022 aumentó al 7% y en estas elecciones trepó al 19%. En otros términos, en sólo cuatro años multiplicó por quince su caudal originario. En esa escalada, cumplió un papel central la incendiaria oratoria de Ventura, un ex seminarista de 41 años y popular periodista deportivo de televisión que se hizo famoso por la agresividad de sus comentarios.

Ventura lanzó un slogan altamente movilizador: "íLimpiemos Portugal!". Bajo esa consigna unificadora, Ventura pudo plantarse como una opción antisistema que trascendía las fronteras partidarias y recoger incluso votantes de izquierda desilusionados con sus viejos alineamientos. En este punto resultó significativa su propuesta un aplicar un impuesto a las "rentas extraordinarias" de los bancos para ayudar a las familias y compensar la transferencia de dinero público para salvar al sistema financiero dispuesta por el gobierno socialista para amortiguar los efectos de la crisis internacional de 2009.

Sin preocuparse demasiado por la coherencia de su discurso, Ventura centró su campaña en la lucha contra la corrupción. Jean Mercereau, un analista del Instituto Politécnico de Braganza, afirma que "Ventura confirmó su carácter definitivamente populista al reproducir las recetas que llevaron a numerosos movimientos populistas de extrema derecha en el mundo: antielitismo, antipluralismo, reivindicación de una participación más directa de la gente y posiciones diversas fundadas en una ideología variable en función de las circunstancias".

Según Mercereau, el líder derechista creó "un personaje extravagante y desacomplejado" para proyectarse como "único y verdadero representante del pueblo portugués", coloreado con una aureola de misticismo que lo hizo afirmar que "Dios lo puso en ese lugar para salvar a Portugal".

En el tema migratorio Ventura flexibilizó sus posiciones originarias. Admitió la necesidad de la incorporación de inmigrantes en sectores claves de la economía (turismo, agricultura, textil, calzado) pero con la condición de que esos inmigrantes sean "culturalmente congruentes", un eufemismo para excluir a los provenientes de países islámicos. Esa restricción converge con sus denuncias contra el "marxismo cultural", especialmente en el terreno de la educación, terreno en que enfatiza el rol protagónico de las familias en la formación de sus hijos y la necesidad de limitar el ámbito de las escuelas públicas a la "instrucción".

"Le dije a la Alianza para la Democracia que formemos una mayoría. Los portugueses quieren esa mayoría con la Alianza Democrática y Chega!. Sería irresponsable no unirnos y nosotros somos responsables", declaró eufórico Ventura tras conocerse los cómputos electorales. Pero para Montenegro, quien en principio debería encabezar el futuro gobierno, este tentador convite contradice el compromiso de la derecha moderada de mantener un cordón sanitario sobre la ultraderecha. Sus partidarios temen que esa alianza les permita a los socialistas devolverles el anatema de "geringonça" que ellos mismos lanzaron en 2015 contra Costa cuando éste rompió el "cordón sanitario" inverso sobre los comunistas y el Bloque de Izquierda.

No obstante, las opciones para la centroderecha son bastante acotadas. Sin el respaldo de Chega! le resulta virtualmente imposible formar gobierno. En ese caso, la alternativa más probable sería un nuevo llamado a elecciones, con el riesgo cierto de que la prolongación de la crisis política potencie el vuelco a la ultraderecha, que una vez ratificada en las urnas estaría en condiciones de incrementar sus demandas. En ese angosto desfiladero, Montenegro explora la variante de un "acuerdo programático" con Chega! que garantizaría su apoyo parlamentario, pero sin participación en el gobierno. En ese esquema Ventura tendría siempre la última palabra.

* I. de Plan. Estratégico

 

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