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Sin plan educativo, crecen las desigualdades

Jueves, 21 de marzo de 2024 01:42

Creemos que la escuela tiene el poder de construir sociedades menos desiguales. Sin embargo, seguimos sin resolver el tema educativo; hoy la educación en Argentina atraviesa una crisis sin fin. Termina el primer mes de clases y no parece existir un plan. En las aulas, un año más, se percibe una distancia entre lo que pasa en las escuelas y lo que están pensando los políticos.

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Creemos que la escuela tiene el poder de construir sociedades menos desiguales. Sin embargo, seguimos sin resolver el tema educativo; hoy la educación en Argentina atraviesa una crisis sin fin. Termina el primer mes de clases y no parece existir un plan. En las aulas, un año más, se percibe una distancia entre lo que pasa en las escuelas y lo que están pensando los políticos.

Entendemos en este punto a la desigualdad social como el resultado de la distribución desigual de recursos estratégicos entre los miembros de una sociedad. Desigualdad material, de poder, de participación social. Desigualdad de apropiación de conocimientos, de capacidad de entender el mundo en el que vivimos. Desigualdad en el orden del ser, del respeto a las identidades.

Estamos rodeados por una estructura política que no se preocupa por la calidad de la educación, más allá de los números, y no presenta un plan educativo real que genere el impacto que necesitamos para avanzar en la construcción de un futuro mejor.

Desde los inicios de la democracia no hemos resuelto el tema educativo. Cuando en nuestro país se hizo visible esa Argentina que no conocíamos, con una proporción grande de pobres y de marginalidad, se tomaron decisiones en favor de tener a los chicos dentro de la escuela sin hacer los cambios necesarios que permitieran mantener la calidad de la enseñanza. Esta crisis, que se ha ido gestando desde mediados del siglo pasado, da cuentas que no mejoramos la formación docente, que se profundizan las distancias entre las escuelas públicas y las privadas, que algunos chicos no reciben los instrumentos básicos de la cultura letrada ni los saberes ni los conocimientos para desenvolverse el día de mañana en la sociedad. La preocupación de la escuela por centrarse en tareas asistenciales derivó en la falta de pedagogía para procesar las diferencias.

Cambios sociales, familiares, económicos, laten en la escuela. Todo esto impacta en la trayectoria escolar de nuestros alumnos. La pobreza no justifica que los chicos no puedan aprender, cada uno asiste a la escuela con un capital cultural diferente, sus realidades comunitarias influyen en sus posibilidades de aprender. Esta heterogeneidad exige planes y programas de los que debe ocuparse el Estado.

La escuela moderna es un modelo pedagógico que exige del alumno una serie de recursos que no están al alcance de todos. No todos tienen las herramientas para comprender el código lingüístico complejo con el que se imparten conocimientos abstractos, por lo tanto, no pueden establecer una relación con el conocimiento y mucho menos participar de la construcción del saber.

¿Por qué la escuela no logra contrarrestar estas desigualdades? A la escuela se le piden muchas cosas; una cantidad de expectativas recaen sobre ella. Se le pide que ejerza la función de una familia ausente en muchos casos. Y en este escenario los que tienen mayor probabilidad de aprender son los niños y adolescentes que provienen de hogares privilegiados económica y culturalmente.

Esta escuela atrasa. El modelo pedagógico de la escuela actual no resiste internet, porque es el modelo de transmisión de información que ahora está al alcance de la mano. Podemos revertir el modelo actual de la escuela por la de chicos que produzcan conocimientos en el aula y docentes que lleven una propuesta donde esté claro qué y cómo van a aprender sus alumnos.

La cantidad de números reflejados en las estadísticas no logran activar la mejora educativa. Los informes de las pruebas Aprender, las pruebas PISA, la cantidad de días de clases en las distintas provincias, ponen en evidencia las situaciones desiguales en materia de educación. La apropiación de conocimientos a partir del saber hacer, leer, escribir, razonar, muestran tremendas desigualdades. Hay una minoría que aprende y otra que, con el certificado en mano, no tiene las competencias necesarias. Sumado a la poca motivación de los alumnos, la falta de reconocimiento docente, donde la autoridad se desdibuja, no hay aprendizaje.

¿Existe un proyecto que responda a tantas necesidades para contrarrestar esto? La respuesta gira alrededor de las políticas educativas. Si vemos la asignación de recursos y la falta de un plan no hay mucho horizonte visible.

La escuela como institución debe tener un nuevo sentido. Podemos tener miradas nuevas frente a viejos problemas. Definir lo esencial para enseñar. Adecuar las instituciones y los recursos humanos, elevar el nivel de profesionalidad de los docentes. Tenemos que luchar, como sociedad, por esos espacios donde podamos elevar la voz. Planes y proyectos sostenidos en el tiempo. Articulación real y comprometida entre niveles.

No olvidemos que, al entrar a la escuela los niños y adolescentes dejan por un rato el mundo que les ha tocado y entran al mundo de lo colectivo. Allí la escuela les muestra otros mundos posibles. En ella se construye el futuro. Se tejen destinos. Actuemos en consecuencia.

 

 

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