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Cuando el Chaco llegaba hasta el borde de la Puna

Lunes, 04 de marzo de 2024 02:05

Hubo un tiempo en que la gran llanura del Chaco llegaba hasta el borde de la Puna. Fue algunos millones de años atrás y antes de que se levantaran los bloques de la Cordillera Oriental y las serranías que conforman las Sierras Subandinas.

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Hubo un tiempo en que la gran llanura del Chaco llegaba hasta el borde de la Puna. Fue algunos millones de años atrás y antes de que se levantaran los bloques de la Cordillera Oriental y las serranías que conforman las Sierras Subandinas.

Cuando toda esa región, hoy elevada a varios kilómetros sobre el nivel del mar, era una tabla rasa, una llanura interminable desde el borde de la Puna hacia el interior del continente. Al levantarse la Puna se formó una gran barrera orográfica que actuó como el fiel de la balanza. Metafóricamente un plato de la balanza ascendió a occidente y el otro plato se hundió a oriente. Se levantó la Puna y se hundió la llanura oriental o antepaís ("foreland"). Todo ello como parte de los mecanismos de subducción de la placa oceánica de Nazca por debajo de la placa continental sudamericana.

La barrera orográfica formada al este de los Andes actuó como una pantalla a las lluvias del anticiclón atlántico, frenando los vientos húmedos y generando una creciente aridización de la Puna. Un desierto a la sombra de las lluvias. Cuanto más se elevaba la Puna más humedad quedaba retenida a oriente. Y así la Puna se volvía más y más desértica.

La aparición de las sales

La formación de sales o evaporitas en la Puna comenzó hace unos 15 millones de años aproximadamente. Unos 6 millones de años atrás se formaron los grandes cuerpos salinos que hoy constituyen serranías de sal y yeso en el borde de los salares.

Los salares actuales de la Puna se estructuraron unos 2 millones de años atrás y receptaron billones de toneladas de sales y salmueras.

Todo ello gracias a las particulares condiciones concurrentes de la tectónica, el volcanismo y el clima. Esto es a la relación existente entre las dinámicas endógena o interna y exógena o externa. Entre las sales se depositaron yeso, boratos, sal gema, sulfatos y carbonatos de sodio, entre otras. Las salmueras concentraron elementos químicos valiosos como el litio y el potasio.

Ríos del Gran Chaco

Mientras la Puna se cerraba y se aislaba a occidente, a oriente de la Gran Barrera Orográfica (GBO) se formaba una extensa llanura de antepaís. Tal como hoy se extiende el Gran Chaco sudamericano de Argentina y Bolivia al oriente de las últimas estibaciones subandinas. Chaco que desató una guerra en la década de 1930 entre dos naciones hermanas como Bolivia y Paraguay y cuyo laudo arbitral nos dio al primer Premio Nobel de la Paz, el Dr. Carlos Saavedra Lamas, bisnieto de Cornelio Saavedra. Y que fuera además el veinteavo rector de la Universidad de Buenos Aires. íOtros hombres, otros tiempos!

Si miramos desde el espacio a través de las imágenes satelitales, hoy al alcance de todos gracias a un simple clic, puede verse en los mapas de Google como el edificio andino se encuentra en erosión y esos sedimentos son transportados por los grandes ríos y depositados en la llanura chaqueña o Chaco-Paranense.

Entre esos ríos que actúan como cintas transportadoras entre los Andes y el Chaco se encuentran el Grande y el Parapetí en Bolivia, el Pilcomayo y el Bermejo compartidos por Argentina y Bolivia y el Salado y el Dulce en Argentina. Al salir a la llanura esos ríos descargan millones de toneladas de sedimentos que forman enormes abanicos aluviales que alcanzan los 800 km de largo por 400 o 500 km de ancho. Los abanicos del Pilcomayo y Bermejo alcanzan juntos en su zona distal más de 900 km de largo. Además, se produce una coalescencia entre ellos, esto es una superposición y unión parcial a raíz de su larga historia geológica con mudanzas de cauces, capturas, variaciones de nivel de base, cambios climáticos regionales, entre otros. Esos grandes abanicos se conocen como "megafans" y tienen su vértice o punto apical en la salida de las montañas y su extremo distal en el eje fluvial Paraguay-Paraná. Son como grandes triángulos donde el eje mayor es el propio río que les da origen. Son una especie de delta, pero formados en el interior del continente. Aunque estos deltas terrestres en su origen también están formados por billones de toneladas de "basura venerable y antigua" que insulta a la llanura, parafraseando a Borges.

Borges, poesía y geología

Precisamente el gran escritor argentino tiene en su obra una página geológica excepcional, donde desarrolla el origen, la descripción y la evolución de un delta y se encuentra en "El atroz redentor Lazarus Morell" (Historia universal de la infamia) cuando dice: "El Mississippi es río de pecho ancho; es un infinito y oscuro hermano del Paraná, del Uruguay, del Amazonas y del Orinoco. Es un río de aguas mulatas; más de cuatrocientos millones de toneladas de fango insultan anualmente el Golfo de Méjico, descargadas por él. Tanta basura venerable y antigua ha construido un delta, donde los gigantescos cipreses de los pantanos crecen de los despojos de un continente en perpetua disolución y donde laberintos de barro, de pescados muertos y de juncos, dilatan las fronteras y la paz de su fétido imperio...".

En estas líneas está condensado, en hermosas imágenes, cómo el río erosiona el continente "en perpetua disolución" y avanza sobre el mar gracias a los cientos de millones de toneladas que fabrican un nuevo territorio pútrido deltaico. Esa basura fétida volverá en petróleo cientos de millones de años después, cerrando esos ciclos de tiempo a los que Borges era afecto.

Borges hubiese quedado encantado de saber que el delta del Paraná se construyó con los miles de millones de toneladas de sedimentos arrancadas a las montañas del noroeste argentino, donde ríos como el Bermejo toman su nombre de la cantidad de sedimentos que arrastra en suspensión. O que el viejo puerto de Mileto en la antigua Grecia descansa hoy en ruinas en medio de algodonales y olivares de los sedimentos que acumuló el río Menderes (de allí deriva la palabra "meandro") que atraviesa el plateau de Anatolia camino al mar Egeo. Historia y geología se unieron allí, en la cuna de la filosofía presocrática.

Estos y otros conceptos fueron desarrollados en mi libro: Borges y la Geología. Con prólogos de Leopoldo Castilla y Fernando Sorrentino. Mundo Gráfico, Salta (2023).

El mar besaba los cerros

Los enormes "megafans" o deltas terrestres que hoy nacen al pie de las montañas andinas y se emplazan en la gran llanura del Chaco, nacían millones de años atrás en el borde mismo de la Puna. A medida que los Andes empujaban hacia oriente los abanicos aluviales se fueron desplazando hasta llegar a sus posiciones actuales. Y esta evolución se dio en los últimos 15 millones de años y quedó registrada en un paquete de sedimentos que los estratígrafos han dado en llamar Grupo Orán y que está compuesto por dos subgrupos, uno de color rojo inferior llamado Subgrupo Metán y otro de colores pardos y grisáceos, superior, llamado Subgrupo Jujuy. Ellos suman, en conjunto, varios miles de metros de espesor. Y están formados mayormente por arenas, arcillas, limos y gravas. Contienen en su interior algunos niveles de arcillas verdes, carbonatos y yesos que se depositaron la última vez que el mar ingresó al interior del continente entre 12 y 14 millones de años atrás. Este ingreso profundo del Atlántico ocurrió porque el oceáno estaba 150 m más alto que en la actualidad y los Andes se estaban elevando rápidamente lo que generaba un fuerte hundimiento hacia oriente por subsidencia y compensación isostática.

Es una imagen muy fuerte pensar que el mar llegó a lamber el borde andino en aquella época. Para simplificar el viejo paleo-Chaco, que como dijimos llegaba hasta el borde de la Puna, comenzó a romperse a medida que se elevaban las cadenas montañosas hacia oriente y formaban valles como el Calchaquí, el de Lerma, el de Siancas y se deformaba y plegaba el sistema de las Sierras Subandinas.

Es lo que se conoce como el "broken-foreland" o antepaís roto o fragmentado. Los sedimentos, especialmente las gravas y conglomerados, registran la composición de las rocas de las montañas en que se originaron y el grado de transporte que sufrieron. Otros sedimentos y fósiles ayudan a interpretar los sucesivos climas que se sucedieron. Los mantos de cenizas volcánicas, grises y blancas informan sobre la actividad volcánica en la alta cordillera. Algunos de esos mantos se explotan como puzolanas para la fabricación de cemento.

La historia geológica, esto es tectónica, volcánica y climática, ha quedado registrada en esos paquetes sedimentarios que representan el tiempo Neógeno del Terciario, esto es el Mioceno y el Plioceno. Conjuntos de afloramientos se encuentran muy bien representados en la ruta 68 entre Talapampa y Alemanía, en la ruta 34 entre Lumbreras y Metán, y en muchas de las sierras que cortan las rutas que se dirigen a Lajitas y Joaquín V. González. También en el interior de la Sierra de Vaqueros y en la Quebrada de Escoipe entre Malcante y San Fernando. Una parte de esta rica historia geológica ha sido publicada recientemente en: Galli, Claudia I., Ricardo N. Alonso and Beatriz L. Coira, 2023. Paleoenviromental evolution of the Cenozoic foreland basin to intermontane basins in the Eastern Cordillera, North-Western Argentina. Journal of South American Earth Sciences, 130, https://doi.org/10.1016/j.jsames.2023.104582.

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