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Harry Potter y la intolerancia

Viernes, 05 de abril de 2024 02:22

La escritora británica Joanne Kathleen Rowling es la creadora de Harry Potter, y se convirtió en una de las autoras más populares gracias al genio del mago adolescente. Ahora, nuevamente, quedó en el centro de esa extraña tormenta que se denomina "cultura de la cancelación".

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La escritora británica Joanne Kathleen Rowling es la creadora de Harry Potter, y se convirtió en una de las autoras más populares gracias al genio del mago adolescente. Ahora, nuevamente, quedó en el centro de esa extraña tormenta que se denomina "cultura de la cancelación".

J. K. Rowling ha sido acusada de "transfóbica" por haber cuestionado la perspectiva de género. ¿Se trata de un nuevo dogma? Analizado seriamente, se trata de una nueva interpretación filosófica, que cuestiona a la tradición patriarcal y ofrece una mirada más amplia, acorde con el reconocimiento de los derechos de la mujer que la cultura occidental ha ido facilitando en las últimas décadas. Y es bueno señalar a la democracia occidental, para mostrar el contraste con el machismo rampante que impera en regímenes como los de China, Rusia, Irán, Cuba y otros, contemplado con benevolencia por la cultura de la cancelación.

La autora de Harry Potter cuestiona que una persona travesti pueda ser considerada mujer. Simplemente. Es una opinión sobre un tema no menor la existencia, o no, de sexo biológico. Ella no ha cuestionado a los miembros del colectivo LGVTI, sino a su condición femenina. Eso, de ninguna manera, puede ser considerado "discurso del odio".

Parecería un problema de minorías, cuando en realidad, al tratarse de una cuestión de identidad y de educación sexual, no admite simplificaciones ni militancias. La anatomía y las hormonas le dan la razón a Rowling, como también se la dieron, entre nosotros, el Ministerio de la Mujer y los organismos que descuidaron la violencia contra las mujeres, que son la mitad de la población, y se concentraron en la atención de los problemas de la comunidad trans.

La cultura de la cancelación exige medir cada palabra, so pena de castigo, tal como ocurría en los tiempos teocráticos, cuando la Iglesia envió a la hoguera a Giordano Bruno y obligó a Galileo Galilei a retractarse, para no terminar del mismo modo, y negar que sea la tierra la que gira alrededor del sol.

La vocación "inclusiva" genera un nuevo autoritarismo que, como tal, cierra las compuertas del diálogo y reduce los márgenes de la racionalidad. Así, se califica como "negacionista" a quien sostiene que el cambio climático puede tener un origen no antropogénico, es decir, que no es el resultado del abuso del ambiente supuestamente generado por la revolución industrial. Los datos geológicos y experiencias en la historia de los últimos treinta siglos merecen un análisis científico, sin comisarios políticos ni custodios de una" fe laica".

La palabra "negacionista" aparece en el absurdo debate sobre los desaparecidos de la dictadura ¿Hace falta que sean 30.000 para calificar de terrorismo de Estado la desaparición y muerte de miles de personas?

Rowling, con sus declaraciones y escritos, no convoca al odio transfóbico, que es inadmisible y degradante, pero existe y abunda. Sin embargo, la Ley de Delitos de Odio y Orden Público, sancionada en Escocia, donde vive, podría sancionarla hasta con prisión, si así lo considera la policía escocesa.

El odio discriminatorio es un problema en el mundo, un agravio a la condición humana con tintes dramáticos en Europa. La xenofobia, el supremacismo, la intolerancia religiosa y el machismo atávico son el caldo de cultivo del racismo, en un clima político y social que empieza a semejarse al que precedió a la llegada de Hitler al poder.

La ideologización ciega de la defensa de las minorías termina convirtiéndose en instrumento de censura y discriminación. El nudo de la cuestión es que cada persona tiene el derecho pleno a pensar y vivir como le parece. Nunca la intolerancia puede derrotarse con otra intolerancia.

 

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