El siku y el jazz extrañarán la originalidad con que él los unía

Todavía resuenan en Tilcara, haciendo eco en toda la provincia las jamm session que reunieron a los músicos de los mejores de nuestra tierra, de distintas generaciones, y también a los grandes que llegan a Tilcara en busca de la paz de la buena música y no de las estridencias.

Con ese marco sonoro Jujuy prefiere recordarlo para siempre. Es que en esos espacios que armaba para la improvisación, de los nuevos y los viejos, en pos simplemente de la libertad musical. Miguel Llave terminó de inmortalizarse.

El jueves se fue en busca de esa Altitud que siempre lo caracterizó. El destino quiso que su salud le jugara una mala pasada. Estaba internado por un ACV del que no logró reponerse.

Es el creador del siku jazz (los vientos andinos ejecutando jazz), y es que muy jovencito, y en medio de una gira por Europa, entendió que en Francia, encontraría asidero para su vuelo, ese que todavía no era valorado en su tierra. Allá fue por más de veinte años, viviendo lo que siempre llamó "autoexilio cultural". Francia le dio todo, crecimiento, perfeccionamiento, reconocimiento, la posibilidad de tocar en los mejores escenarios, y con músicos de todo el planeta, le dio una esposa y un hijo que hoy sigue sus pasos y va por más de la mano de la tecnología aplicada al arte musicalà Con todo, el corazón tilcareño de Miguel lo traía cada verano por estos lares, se instalaba para crear, tocar y levantar en alto el vuelo de sus vientos, en la peña Altitud (que fue la casa de sus abuelos, y en cuyo seno alguna vez vivió Atahualpa Yupanqui).

Francia, Europa, el mundo que allí tiene su punto de encuentro, fueron la base de una carrera que necesitaba surgir y resurgir a cada instante, porque su talento era inagotable.

Sin embargo, y no por ser desagradecido, su alma siempre estuvo imantada hacia la quebrada. Tanto, que finalmente, hacía tres años (y después de su divorcio) hizo lo que siempre soñó hacer, volver a Tilcara definitivamente. La atracción fu más fuerte que él.

Y volvió a su peña Altitud, a su entorno de amigos, y a su cuna musicalà y ahora sí, su música única y exclusiva, tenía el verdadero recibimiento.

Miguel Llave habló del patrimonio cultural de nuestra quebrada desde mucho tiempo antes de su declaración como patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco. Y cuando finalmente el reconocimiento mundial llegaba a esta instancia, él todavía estaba radicado en Europa. Y fue convocado para tocar en la ceremonia que realizó la Unesco en Francia, el 3 de julio de 2003. Y este año hizo un espectáculo en su peña de Tilcara para celebrar un nuevo aniversario de esa declaración, denunciando a su vez que no todo se está dando como debería en ese marco.

En sus proyectos estaba encontrarse con su hijo (que aún vive en Paris) en las próximas semanas para una presentación que iban hacer juntos, convocado especialmente por su heredero.

Sin dudas Miguel Llave es otro grande, que se va pronto, pero a pesar de su juventud, dejó todo y mucho más.

Los vientos, el saxo, la música andina y el jazz, los encuentros, los acompañamientos, los espacios, los sueños.

Todavía resuenan en Tilcara, haciendo eco en toda la provincia las jamm session que reunieron a los músicos de los mejores de nuestra tierra, de distintas generaciones, y también a los grandes que llegan a Tilcara en busca de la paz de la buena música y no de las estridencias.

Con ese marco sonoro Jujuy prefiere recordarlo para siempre. Es que en esos espacios que armaba para la improvisación, de los nuevos y los viejos, en pos simplemente de la libertad musical. Miguel Llave terminó de inmortalizarse.

El jueves se fue en busca de esa Altitud que siempre lo caracterizó. El destino quiso que su salud le jugara una mala pasada. Estaba internado por un ACV del que no logró reponerse.

Es el creador del siku jazz (los vientos andinos ejecutando jazz), y es que muy jovencito, y en medio de una gira por Europa, entendió que en Francia, encontraría asidero para su vuelo, ese que todavía no era valorado en su tierra. Allá fue por más de veinte años, viviendo lo que siempre llamó "autoexilio cultural". Francia le dio todo, crecimiento, perfeccionamiento, reconocimiento, la posibilidad de tocar en los mejores escenarios, y con músicos de todo el planeta, le dio una esposa y un hijo que hoy sigue sus pasos y va por más de la mano de la tecnología aplicada al arte musicalà Con todo, el corazón tilcareño de Miguel lo traía cada verano por estos lares, se instalaba para crear, tocar y levantar en alto el vuelo de sus vientos, en la peña Altitud (que fue la casa de sus abuelos, y en cuyo seno alguna vez vivió Atahualpa Yupanqui).

Francia, Europa, el mundo que allí tiene su punto de encuentro, fueron la base de una carrera que necesitaba surgir y resurgir a cada instante, porque su talento era inagotable.

Sin embargo, y no por ser desagradecido, su alma siempre estuvo imantada hacia la quebrada. Tanto, que finalmente, hacía tres años (y después de su divorcio) hizo lo que siempre soñó hacer, volver a Tilcara definitivamente. La atracción fu más fuerte que él.

Y volvió a su peña Altitud, a su entorno de amigos, y a su cuna musicalà y ahora sí, su música única y exclusiva, tenía el verdadero recibimiento.

Miguel Llave habló del patrimonio cultural de nuestra quebrada desde mucho tiempo antes de su declaración como patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco. Y cuando finalmente el reconocimiento mundial llegaba a esta instancia, él todavía estaba radicado en Europa. Y fue convocado para tocar en la ceremonia que realizó la Unesco en Francia, el 3 de julio de 2003. Y este año hizo un espectáculo en su peña de Tilcara para celebrar un nuevo aniversario de esa declaración, denunciando a su vez que no todo se está dando como debería en ese marco.

En sus proyectos estaba encontrarse con su hijo (que aún vive en Paris) en las próximas semanas para una presentación que iban hacer juntos, convocado especialmente por su heredero.

Sin dudas Miguel Llave es otro grande, que se va pronto, pero a pesar de su juventud, dejó todo y mucho más.

Los vientos, el saxo, la música andina y el jazz, los encuentros, los acompañamientos, los espacios, los sueños.