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El día después de las protestas multitudinarias

Martes, 15 de marzo de 2016 01:30
DILMA ROUSSEFF / LA PRESIDENTE DE BRASIL ENFRENTA UNA PROFUNDA CRISIS POLÍTICA.
La presidente izquierdista de Brasil, Dilma Rousseff, amaneció ayer más arrinconada políticamente que nunca, un día después de que manifestaciones de proporciones históricas reclamaran su salida del poder en las calles del gigante sudamericano.
Más de tres millones de personas según las cifras de la Policía, formaron este domingo una impresionante marea opositora verde y amarilla, que serpenteó por un Brasil golpeado por la recesión económica y hastiado de las escandalosas revelaciones sobre el megafraude en Petrobras que manchan a la élite política y económica del país.
La oposición esperaba una movilización masiva en las calles para ejercer presión sobre los diputados indecisos, que deberán pronunciarse a favor o en contra del impeachment (juicio político) a la presidente, reelegida en 2014. Y las calles se llenaron.
El peor escenario
El dramático fin de semana de Rousseff ya había comenzado mal, el sábado, la gran formación centrista Pmdb, aliado imprescindible del Partido de los Trabajadores (PT), fijó un plazo de 30 días para decidir si sigue en el Gobierno o abandona a su suerte a la Presidente.
Primera fuerza parlamentaria del país, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (Pmdb) está muy dividido entre aquellos a favor de mantener el pacto de Gobierno, y una corriente cada vez más numerosa que apoya un divorcio potencialmente fatal para Rousseff.
En su convención, el Pmdb reeligió como líder al vicepresidente de la República, Michel Temer, que sería el encargado de asumir la jefatura del Estado hasta las elecciones de 2018 en el caso de que Rousseff fuera destituida.
"Fue un fin de semana muy malo para el Gobierno. Las manifestaciones se mostraron muy poderosas, mayores que en 2015. Es el peor escenario posible", dijo Sergio Praça, politólogo de la Fundación Getulio Vargas de Río de Janeiro.
"Lo ocurrido va a tener, sin ninguna duda, un impacto real sobre el proceso de impeachment. El precio de apoyar ahora a este Gobierno es muy oneroso y los políticos captan eso. Nadie va a querer hundirse junto al PT", añadió.
Dilma Rousseff vive desde diciembre bajo la amenaza de un juicio político impulsado por la oposición en el Congreso, que acusa a su Gobierno de haber maquillado las cuentas públicas en 2014. Frenado por la Corte Suprema, el proceso quedó congelado por las vacaciones del verano austral, después por el Carnaval, aunque mañana el organismo debe fijar definitivamente las reglas del procedimiento.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (Pmdb), adversario frontal de Rousseff, ya anunció que sólo espera la luz verde de la Corte para retomar las hostilidades.
La presidente, de su lado, volvió a convocar a sus ministros más cercanos ayer por la mañana, un día después de las multitudinarias protestas, pero no hubo declaraciones tras la reunión. Ayer también se hizo público el contenido de la declaración de "Lula" ante la Policía Federal en el marco de la investigación de corrupción en Petrobras, episodio que crispó los ánimos entre políticos.
"Lula", candidato
El expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, investigado por su presunta implicación en la red de corrupción de Petrobras, dijo durante la declaración compulsiva que le tomó la Policía el viernes 4 de marzo que va a ser candidato a la Presidencia de Brasil en las elecciones de 2018 porque “mucha gente” lo está “provocando”, según un testimonio filtrado ayer.
“Todo lo que están haciendo conmigo va a hacer que cambie de opinión. Estoy viejito, estaba queriendo descansar, (pero) voy a ser candidato a la Presidencia en 2018 porque creo que mucha gente me está provocando, van a aguantar provocación de aquí hacia delante”, recalcó.
Lula reveló sus intenciones durante la declaración prestada a la Policía Federal el pasado 4 de marzo, cuando fue obligado a ir a una comisaría en el marco de una investigación que apura la trama enquistada en la petrolera estatal Petrobras.
La Fiscalía del estado de Paraná cree que el exmandatario es el propietario de una finca en el interior de San Pablo y de un departamento de lujo en la playa de Guarujá, dos inmuebles que habrían sido recibidos para disfrazar las coimas.
Lula, que volvió a negar la propiedad de los inmuebles, afirmó que la investigación del departamento en Guarujá es una “marranada homérica” inventada por la Policía Federal y confesó estar “muy enfadado” por la “falta de respeto” demostrada hacia él.
“Yo espero que cuando termine esto alguien me pida disculpas. Alguien diga: Disculpa, por el amor de Dios, fue una equivocación”, señaló Lula al delegado de la Policía.

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La presidente izquierdista de Brasil, Dilma Rousseff, amaneció ayer más arrinconada políticamente que nunca, un día después de que manifestaciones de proporciones históricas reclamaran su salida del poder en las calles del gigante sudamericano.
Más de tres millones de personas según las cifras de la Policía, formaron este domingo una impresionante marea opositora verde y amarilla, que serpenteó por un Brasil golpeado por la recesión económica y hastiado de las escandalosas revelaciones sobre el megafraude en Petrobras que manchan a la élite política y económica del país.
La oposición esperaba una movilización masiva en las calles para ejercer presión sobre los diputados indecisos, que deberán pronunciarse a favor o en contra del impeachment (juicio político) a la presidente, reelegida en 2014. Y las calles se llenaron.
El peor escenario
El dramático fin de semana de Rousseff ya había comenzado mal, el sábado, la gran formación centrista Pmdb, aliado imprescindible del Partido de los Trabajadores (PT), fijó un plazo de 30 días para decidir si sigue en el Gobierno o abandona a su suerte a la Presidente.
Primera fuerza parlamentaria del país, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (Pmdb) está muy dividido entre aquellos a favor de mantener el pacto de Gobierno, y una corriente cada vez más numerosa que apoya un divorcio potencialmente fatal para Rousseff.
En su convención, el Pmdb reeligió como líder al vicepresidente de la República, Michel Temer, que sería el encargado de asumir la jefatura del Estado hasta las elecciones de 2018 en el caso de que Rousseff fuera destituida.
"Fue un fin de semana muy malo para el Gobierno. Las manifestaciones se mostraron muy poderosas, mayores que en 2015. Es el peor escenario posible", dijo Sergio Praça, politólogo de la Fundación Getulio Vargas de Río de Janeiro.
"Lo ocurrido va a tener, sin ninguna duda, un impacto real sobre el proceso de impeachment. El precio de apoyar ahora a este Gobierno es muy oneroso y los políticos captan eso. Nadie va a querer hundirse junto al PT", añadió.
Dilma Rousseff vive desde diciembre bajo la amenaza de un juicio político impulsado por la oposición en el Congreso, que acusa a su Gobierno de haber maquillado las cuentas públicas en 2014. Frenado por la Corte Suprema, el proceso quedó congelado por las vacaciones del verano austral, después por el Carnaval, aunque mañana el organismo debe fijar definitivamente las reglas del procedimiento.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (Pmdb), adversario frontal de Rousseff, ya anunció que sólo espera la luz verde de la Corte para retomar las hostilidades.
La presidente, de su lado, volvió a convocar a sus ministros más cercanos ayer por la mañana, un día después de las multitudinarias protestas, pero no hubo declaraciones tras la reunión. Ayer también se hizo público el contenido de la declaración de "Lula" ante la Policía Federal en el marco de la investigación de corrupción en Petrobras, episodio que crispó los ánimos entre políticos.
"Lula", candidato
El expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, investigado por su presunta implicación en la red de corrupción de Petrobras, dijo durante la declaración compulsiva que le tomó la Policía el viernes 4 de marzo que va a ser candidato a la Presidencia de Brasil en las elecciones de 2018 porque “mucha gente” lo está “provocando”, según un testimonio filtrado ayer.
“Todo lo que están haciendo conmigo va a hacer que cambie de opinión. Estoy viejito, estaba queriendo descansar, (pero) voy a ser candidato a la Presidencia en 2018 porque creo que mucha gente me está provocando, van a aguantar provocación de aquí hacia delante”, recalcó.
Lula reveló sus intenciones durante la declaración prestada a la Policía Federal el pasado 4 de marzo, cuando fue obligado a ir a una comisaría en el marco de una investigación que apura la trama enquistada en la petrolera estatal Petrobras.
La Fiscalía del estado de Paraná cree que el exmandatario es el propietario de una finca en el interior de San Pablo y de un departamento de lujo en la playa de Guarujá, dos inmuebles que habrían sido recibidos para disfrazar las coimas.
Lula, que volvió a negar la propiedad de los inmuebles, afirmó que la investigación del departamento en Guarujá es una “marranada homérica” inventada por la Policía Federal y confesó estar “muy enfadado” por la “falta de respeto” demostrada hacia él.
“Yo espero que cuando termine esto alguien me pida disculpas. Alguien diga: Disculpa, por el amor de Dios, fue una equivocación”, señaló Lula al delegado de la Policía.

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