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La vida de Negro no transcurre entre paredes ni rutinas fijas. Desde los tres meses recorre caminos, fronteras y terminales de ómnibus junto a Nicolás Salas, un joven mochilero que lo define sin vueltas: “es mi única familia”. El martes por la tarde, esa vida en movimiento quedó en pausa. El perro, entrenado por su dueño para intervenir cuando perciba un acto de agresión, se lanzó a defender a una mujer golpeada en la Plaza de la Chimenea, en San Ramón de la Nueva Orán. Ese impulso protector terminó con una puñalada que casi le cuesta la vida.
Según el relato de Nicolás, la escena ocurrió sin previo aviso. Negro reaccionó apenas detectó el ataque hacia la mujer y, en cuestión de segundos, se interpuso entre ella y el agresor. “Al perrito lo tengo entrenado para intervenir cuando vea un hecho de violencia y es lo que hizo”, explicó con voz cansada, todavía conmovido. Lo que vino después fue angustia, apuro y una carrera contra el tiempo para evitar que la herida se profundizara.
El animal, de siete años, fue asistido primero por una integrante de la Policía de Salta y luego trasladado de urgencia a una clínica veterinaria. Nicolás no ocultó el agradecimiento: “Gracias a todos los vecinos de Orán, al veterinario y a la policía que lo asistieron. Negro sabe que no se me puede morir, tenemos muchos caminos por seguir recorriendo”, expresó. La comunidad respondió sin demoras: organizaron aportes, difundieron su historia y acompañaron la recuperación.
El mochilero recuerda cada país, cada frontera atravesada y cada noche a la intemperie compartida: 12 países y miles de kilómetros en los que el animal se volvió guía, refugio y sostén emocional. “Es un ángel”, resume, mientras describe cómo se conocieron y cómo se volvió parte indivisible de su vida. En su relato no hay golpes de efecto ni dramatismo exagerado: solo la certeza de que ese perro, en un momento límite, actuó para salvar a otra persona.
Hoy Negro permanece bajo observación. No puede caminar, su dolor es constante y la evolución es controlada día a día. “Es fuerte y tiene ganas de vivir, así que seguramente se recuperará plenamente”, se esperanza Nicolás. Los veterinarios serán quienes definan los próximos pasos, aunque el pronóstico inicial aporta alivio: la herida fue profunda, pero no alcanzó órganos vitales.
Negro no es un símbolo ni un caso aislado. Representa esa vinculación silenciosa entre humanos y animales que, en contextos imprevisibles, se vuelve sostén y protección. Su reacción no fue casual: fue el resultado de años de convivencia, aprendizaje y confianza. De esa misma confianza que lo llevó a interponerse ante la violencia y que hoy lo mantiene aferrado a la vida.
La historia, lejos de cerrarse, continúa en la sala de recuperación, entre vendas, calmantes y la compañía vigilante de Nicolás. “Es mi única familia”, repite. Y en esa frase se resume todo: el camino compartido, la herida, el miedo y también la enorme red de solidaridad que permitió que este perro, viajero y protector, siga luchando para volver a ponerse de pie.
Fuente Radio Ciudad de Orán