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Lo que comenzó como un acto de solidaridad se transformó en una pesadilla para Bernardina Sonia Guerrero y su familia. Todo inició en enero pasado, cuando un perro mestizo, asustado por los estruendos del Carnaval en Rosario de Lerma, apareció en la puerta de su casa de Barrio Rosario buscando refugio. Movida por la compasión, Bernardina decidió cobijarlo y darle alimento, sin imaginar que aquel gesto se convertiría en un problema de grandes dimensiones.
El animal, al que los pequeños del barrio llamaron "Romel", pronto comenzó a mostrar signos de agresividad. No solo permaneció en la casa de Bernardina, sino que se adueñó del territorio y empezó a atacar a quienes pasaban cerca. Varias personas, incluyendo ciclistas y vecinos, fueron mordidas. Llamativamente jamás mordió a un niño. Todo lo contrario.
Desesperada, Bernardina buscó ayuda por todos los medios posibles: llamó a la Policía, acudió a los Bomberos, intentó contactar a grupos protectores de animales e incluso alertó a la municipalidad rosarina. Sin embargo, nadie quiso hacerse responsable del perro.
Mientras la situación se volvía insostenible, los vecinos, temerosos de que la próxima víctima fuera un niño, comenzaron a exigir una solución. Pasaron dos meses y en medio de esta crisis, "Romel" fue encontrado muerto, aparentemente envenenado.
Lejos de encontrar respuestas o justicia, Bernardina fue denunciada y acusada injustamente de haber sido la responsable de su muerte.
La mujer, angustiada, explicó que "mi única intención fue ayudar a un animal abandonado. No obstante, la falta de acción por parte de las autoridades y la irresponsabilidad en la tenencia de mascotas, convirtieron mi vida en un calvario en estos meses. No solo enfrentó el repudio de algunos vecinos, sino también la exposición pública de mi domicilio y acusaciones que considero infundadas", dijo.
El caso desnuda un grave problema
La mujer, en su aflicción por el rumbo que tomaron los acontecimiento, dijo que "no es cierto lo que me acusan. Busqué al dueño y lo publiqué en redes sociales, pero nunca apareció. Nadie nos ayudó. Solo lo albergué porque estaba asustado. Luego, el perro se volvió agresivo y, sin saber qué hacer, lo dejé en la vereda. Alguien lo envenenó, intenté socorrerlo, pero no pudimos hacer nada. Ahora me culpan de todo. Debo denunciar esta situación porque ni siquiera la Justicia tomó las medidas necesarias para garantizar la seguridad de mi familia, los vecinos y el perro".
Desde el 19 de enero este caso evidenció un problema mayor: el abandono y la falta de control sobre los animales callejeros. Nadie asumió la responsabilidad sobre "Romel" cuando era un perro sin hogar, pero ahora, Bernardina se ve señalada como culpable de una situación que en realidad es consecuencia de una problemática social mucho más profunda.
Perro y vecinos
Bernardina, desesperada, intentó de todo para solucionar el problema. Contó su odisea el 2 de marzo a El Tribuno. Llamó al 911, recurrió a la Policía, contactó a grupos protectores de animales y su historia se viralizó en redes sociales. Sin embargo, nadie reclamó en todo este tiempo la propiedad del perro y las autoridades han dejado claro que "no podían hacerse cargo" del iracundo animal. Los vecinos la denunciaron y ella también advirtió a la justicia sobre lo que le sucedía con este perro. Nunca nadie se preocupó por su caso.