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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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A 70 años del bombardeo a Plaza de Mayo y la Casa Rosada para derrocar a Perón

El cruento ataque a la ciudad de Buenos Aires perpetrado el 16 de junio de 1955 por la Armada Argentina y la Fuerza Aérea causó 309 muertos y 1.200 heridos.
Lunes, 16 de junio de 2025 09:51
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Hace exactamente hoy siete décadas se produjo el bombardeo a la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno. Fue un cruento ataque aéreo a la ciudad de Buenos Aires perpetrado el 16 de junio de 1955 por la Armada Argentina y la Fuerza Aérea, con el objetivo de derrocar al entonces presidente Juan Domingo Perón, que provocó al menos 309 muertos y más de 1.200 heridos.

Concretamente, el salvaje crimen -que contó con apoyo de sectores no militares- consistió en un ataque aéreo con bombas lanzadas sobre la población civil. Además de los muertos registrados hubo una cantidad adicional que no pudo ser determinada debido al estado de los restos humanos.

Las aeronaves, en su mayoría de tipo AT-6, atacaron la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT) y alrededores, todos ubicados en el centro de la ciudad de Buenos Aires.

Las 309 víctimas incluyeron tanto a civiles como militares, producto no sólo del bombardeo sino de combates que se produjeron entre las facciones leales al gobierno y las que buscaban derrocarlo. Una vez finalizado el ataque aéreo contra la población civil, la aviación obtuvo refugio en Montevideo, Uruguay.

Alertado por su equipo de custodia sobre la inminencia del bombardeo, Perón se había retirado al Edificio Libertador, ubicado a 200 metros de la Casa Rosada, por lo cual no se encontraba en ella al comenzar el lanzamiento de los explosivos y el intento de asalto por fuerzas de tierra.

Este accionar de las Fuerzas Armadas que quisieron dar el golpe de Estado fue caracterizado por varios analistas de la época e historiadores por su alto grado de violencia y odio político-social, así como por la impunidad de los responsables que fue luego decretada por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, que tomó el poder tres meses después.

Paradójicamente, dado su carácter netamente subversivo por atentar contra la autoridad legal y democráticamente establecida, este crimen contra la población civil suele ser considerado también como un antecedente del terrorismo de Estado que se afianzaría en el país durante la década de 1970.

Los antecedentes

Ya desde antes de ser electo en las elecciones de 1946, realizadas por acuerdo de Perón con el gobierno militar de Edelmiro Farrell tras la histórica jornada del 17 de octubre del año anterior, el entonces coronel debió enfrentar una dura oposición antiperonista que incluyó intentos de magnicidio desde el mismo 1945, movimientos militares sediciosos a partir de septiembre de 1951 y actos terroristas a partir de abril de 1953, en este caso ya durante su segundo mandato presidencial.

El 8 de septiembre de 1951, oficiales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea dirigidos por el general Benjamín Menéndez intentaron llevar adelante un golpe de Estado, que fue sofocado en algunas horas.

En 1953 falló un plan para, a través de uno de los nuevos aviones a reacción británicos Gloster Meteor comprados ese mismo año, ametrallar un avión en el que viajaría Perón. Un año después, en 1954, un grupo de oficiales de la Armada planificó una emboscada en la VII Brigada Aérea de Morón para detener a Perón y fusilarlo, pero la visita programada del Presidente se suspendió a último momento.

En tanto, el 15 de abril de 1953, un grupo comando antiperonista realizó un atentado terrorista en la Plaza de Mayo contra una manifestación sindical en apoyo al gobierno organizada por la CGT que dejó seis personas muertas y 95 heridos. Dos años después, una vez consumado el golpe de Estado, los responsables de esos hechos fueron amnistiados por la Revolución Libertadora.

Y el 11 de junio de 1955, en un conflicto desatado entre Perón y la Iglesia Católica, una marcha religiosa de Corpus Christi en la Plaza de Mayo generó tensiones y violencia, lo que luego se interpretó como un preludio del bombardeo.

La planificación

El 10 de junio los oficiales Jorge Alfredo Bassi, Francisco Manrique, Antonio Rivolta, Néstor Noriega y Eduardo Lonardi idearon el plan de asesinar al presidente la república bombardeando la Plaza de Mayo, imitando el ataque japonés a la flota estadounidense en Pearl Harbor, Hawai, en 1941. Luego se sumó Pedro Eugenio Aramburu, quien había participado en la planificación el 28 de septiembre de 1951 del intento de golpe de Estado militar contra Perón, encabezado por Menéndez.

La conspiración se realizaría bajo la apariencia de ejercicios de guerra. Se planeó capturar al presidente de la Nación y sus ministros, ya que Perón con todo su gabinete, con el jefe de la Policía Federal y con los presidentes de ambas cámaras legislativas, serían agasajados a bordo del ARA "Nueve de Julio". Sin embargo el plan fue abortado al no conseguir ningún apoyo de la Marina.

Para ese 10 de junio la UCR convocó a un acto secreto en la sede de la Casa Radical en el barrio porteño de Retiro, donde repartieron armas en comités, previamente negociaron un crédito con la Sociedad Rural para que financie actividades desestabilizadoras, como sabotaje a radios, disparos a las ruedas de camiones de bomberos y ambulancias.

Tiempo después se supo que el propósito del bombardeo era, entre otros tras asesinar al presidente constitucional de la Nación, instaurar un triunvirato integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz (dirigente de la UCR), Américo Ghioldi (Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido Conservador).

En tanto, un simulacro aéreo oficial, previsto en la ciudad de Bariloche, fue aprovechado para realizar el traslado administrativo de los explosivos desde la base aérea Comandante Espora, de Bahía Blanca, hacia Punta Indio y Ezeiza.

La VII Brigada era un objetivo militar de la conspiración; sin embargo, los efectivos sediciosos encontraron la resistencia de los suboficiales a cargo de las aeronaves y les faltó el apoyo de unidades con las que pensaban contar.

Balance de la barbarie

En 2010, el Archivo Nacional de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos publicó una investigación oficial en la que identificó a 309 muertos, aclarando que a esa cantidad debían sumarse "un número incierto de víctimas cuyos cadáveres no lograron identificarse, como consecuencia de las mutilaciones y carbonización causadas por las deflagraciones".

Al comenzar el bombardeo sobre la ciudad, a las 12.40, uno de los primeros impactos dio en un colectivo con pasajeros y otro a un transporte de niños que iban a visitar Casa Rosada. Luego de la confusión de los primeros momentos, la tropa leal al gobierno realizó la defensa con fuego antiaéreo. Entre los muertos que defendieron al gobierno y al presidente constitucional hubo 10 granaderos.

Fue el primer ataque aéreo contra objetivos terrestres efectuado por las fuerzas aéreas argentinas, tanto de la Aeronáutica como de la Aviación Naval, con la salvedad de que se trató de objetivos netamente civiles. En el conurbano bonaerense, una columna de soldados del Regimiento de Infantería de La Tablada también fue bombardeada desde aviones golpistas. Tres soldados fueron muertos y seis heridos. Los alrededores de la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), en Azopardo e Independencia, fueron ametrallados.

Todo terminó a las 17.20. A las 18, Perón brindó un discurso a todo el país por Radio Nacional: "Tengo la convicción de que esta ha sido la sedición militar ejecutada por algunas unidades de la Marina, con la intención de asesinar al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Para realizarla han contado con la ayuda de grupos de civiles reclutados en otros medios que no son políticos", dijo en un pasaje.

"Comprenderán ahora los compañeros del pueblo por qué les pedí que se quedaran en casa y siguieran normalmente sus actividades, como asimismo por qué no se permitieron actos partidarios ni demostraciones; los perturbadores habrían encontrado el clima para sentirse muchos, cuando en realidad son unos poquitos", añadió el entonces presidente, quien sin embargo no pudo evitar su derrocamiento tres meses después.

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