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Meses después de la caída del gobierno justicialista, en septiembre de 1955, los peronistas comenzaron a hablar del “avión negro”. Una nave que debía traerlo de regreso al país.
El mito nació cuando Perón estaba exiliado en Panamá. Luego de la sublevación de Valle (en junio de 1956), Aramburu renovó los mandos en el Ejército. Coincidentemente, Perón enfermó en Colón. Tenía neumonía y su estado era muy delicado. Sus allegados llamaron un médico y este, además de recetar fuertes dosis de medicina, ordenó reposo absoluto. Los amigos resolvieron aislarlo completamente, pues temían por su vida. De esta forma y casi misteriosamente, se lo dejó de ver a Perón por las calles de Colón.
Cuando el ex presidente se enteró del relevo de los generales en la Argentina, a pesar de estar muy enfermo dijo con picardía: “Este es el momento para decir que desaparezco, que viajo a Buenos Aires y así les creamos confusión”. El rumor cundió justo cuando por casualidad, un avión norteamericano negro, desapareció en la zona del Canal de Panamá. Después, algunos ataron cabos y cundió el mito del “avión negro” que venía a la Argentina con Perón a cuesta.
Morón por Ezeiza
Pasaron los años y un día el mito se hizo realidad. Claro el avión no era el “negro” sino el “Betelgeuse” un Boeing 387 de Aerolíneas Argentinas.
Partió de España el 19 de junio de 1973, aproximadamente a las 13, hora argentina. Ahí estaban Juan Perón e Isabel, Héctor Cámpora y varios más. Entre ellos un salteño, el Dr. Juan Jorge Royo, por entonces Vice Presidente 1§ del Senado de Salta. Viajó porque el Dr. Miguel Ragone dijo que no podía ir y porque Olivio Ríos guardaba cama por su enfisema pulmonar.
Cuando el 20 de junio a la mañana, el Boeing con Perón y su comitiva se aproximaba a la Argentina, el comodoro Jesús Orlando Capellini, comandante de la VII Brigada Aérea de Morón, se enteró que ese vuelo bajaría en su base. Sorprendido por el cambio, Capellini tomó un helicóptero y se fue a observar la zona del acto en Ezeiza. Al sobrevolar la gran marea humana -unas dos millones de personas-, vio que en el Puente 12, donde debía hablar Perón, había un verdadero caos. Al retornar a la base recibió una orden del Comandante de Operaciones Aéreas: “Capellini, quedesé ahí porque es posible que Perón baje en Morón”. Al rato Capellini vio asomar en el horizonte al Boeing de Aerolíneas Argentinas. Entonces, por radio pidió a los pilotos del avión que hagan un 360 (grados) para tener tiempo de ordenar algunas cosas. Los pilotos no le hicieron caso y aterrizaron directamente en Morón. Cuando bajaron los pilotos le dijeron a Capellini que no habían podido complacerlo porque no tenían seguridad de nada.
Perón e Isabel subieron en un helicóptero (UH 1H) y volaron a Olivos. Cámpora intentó subir pero no se lo permitieron.
La crisis era de tal magnitud que “Le Monde” de Francia adelantó el 19 de junio que: “Algunos ya mencionan la posibilidad de un reemplazo a breve plazo del presidente Cámpora por el General Perón”.
Por su parte un cable confidencial de la embajada de EE UU en Buenos Aires (N§2543) decía por esa misma fecha: “El vuelo de regreso (de España) será seguramente interesante, con Perón y Cámpora en el mismo avión y durante varias horas. Se dice que Perón está bastante irritado con Cámpora por una serie de asuntos, y se los ha hecho saber en términos nada elusivos”.
La orden de Solano Lima
Ante los graves incidentes que ocurrían en las proximidades del Puente 12 en Ezeiza, Vicente Solano Lima, presidente interino de la Nación, habló desde Ezeiza al comandante del avión que traía a Cámpora y Perón. Cuando sobrevolaba Porto Alegre (Brasil) Solano Lima le dijo a Cámpora: “Mire doctor, aquí la situación es grave. Ya hay ocho muertos sin contar los heridos de bala... Esa información me ha llegado al mediodía. Ya pasaron dos horas y desde entonces los enfrentamientos recrudecieron. Además, la zona de mayor gravedad es la del palco en donde hablará Perón”.
Perón que escuchaba el diálogo en silencio, Cámpora le contestó: “Pero doctor, ¿cómo la gente se va quedar sin ver al General?
“Entiendamé -contestó Lima- si bajan aquí los van a recibir a balazos. Es imposible controlar nada. No hay nada que pueda hacer”.
Según José Antonio Allende, que también estaba en el avión y era a la sazón vicepresidente 1§ del Senado Nacional, Cámpora intentó imponer su autoridad sobre Lima y le dijo: “Doctor, mi orden es que bajemos en Ezeiza”. Lima respondió: Doctor, le recuerdo que soy el presidente en ejercicio. Mi orden es que el avión baje en Morón”. Y así fue. Perón que había escuchado el diálogo se retiró de la cabina sin decir nada. Para él todo estaba claro.
Por la noche
Aún no se sabía cuantos habían muerto en Ezeiza, pero por la noche, Perón habló por radio y televisión. A su lado estaban Cámpora y Solano Lima. Fue claro y enérgico y los destinatarios eran las “organizaciones especiales o armadas”.
“La situación del país es de tal gravedad -dijo- que nadie pude pensar en una reconstrucción en la que no debe participar y colaborar. Este problema o lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos para que comencemos a ponernos de acuerdo.
El 26 de junio, a seis días del regreso de Perón, ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación un pedido de informe sobre los hechos de Ezeiza. En los fundamentos se hablaba sobre la necesidad de iniciar juicio político a Cámpora y a su ministro del Interior Esteban Righi. Nadie pareció percatarse de esa señal, pero el 13 de julio el presidente Cámpora renunció y la presidencia fue ocupada por el presidente de la Cámara de Diputados Raúl Lastiri. Los cincuenta días de “El Tío” habían terminado, pero la guerra con los “enemigos encubiertos” como decía Perón, continuaría.