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Cinco peligrosos sujetos que cumplen diversas condenas en la unidad carcelaria 5 de Tartagal realizaron un minimotín de protesta y se subieron a los techos de uno de los pabellones, donde profirieron amenazas y anunciaron que estaban dispuestos a quitarse la vida, si no eran escuchadas sus peticiones.
Los sujetos solicitaron hablar con el alcaide del recinto carcelario, Juan Francisco Guantay, para analizar sus respectivas situaciones procesales. “Queremos la libertad condicional!”, gritaban los atrincherados desde los techos.
La Unidad Carcelaria 5, construida hace un quinquenio en calidad de cárcel, está ubicada al oeste del acceso sur de la ciudad norteña, en el barrio Santa María.
Los acontecimientos se iniciaron a las 11.30, aproximadamente, y el recinto fue rodeado de inmediato por efectivos de las fuerzas especiales del Servicio Penitenciario Provincial y por comandos de la Guardia de Infantería de la Policía.
Luego de una hora de tensión, los cinco presos depusieron su actitud y mantuvieron una reunión con el alcaide Guantay.
Como líder del grupo fue sindicado Julio Gómez -un convicto que cumple una condena perpetua y que está considerado de altísima peligrosidad-, quien lleva dos décadas tras las rejas y ha sido protagonista de otros amotinamientos e incluso de una fuga.
Los restantes reos que participaron de la revuelta fueron identificados solo con sus apellidos: Justiniano, Ories y los hermanos Barrías.
Una vez que la calma regresó al establecimiento, la autoridad carcelaria, Juan Francisco Guantay, salió a hablar con los periodistas que seguían los acontecimientos desde la calle y les manifestó que todo estaba en calma y que lo que los presos querían era obtener beneficios como libertad vigilada, libertad condicional y, en algunos casos, la agilización de sus causas. Guantay añadió que les había prometido poner en conocimiento de sus reclamaciones a los respectivos jueces, lo que a los detenidos les había parecido bien.