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Una mordedura puede durar un segundo, pero las secuelas pueden ser de por vida. En Salta, entre enero y junio de este año se notificaron 431 casos de personas atacadas por perros, según el último informe de la Dirección General de Coordinación Epidemiológica del Ministerio de Salud Pública.
Lejos de ser hechos aislados, estas situaciones se tipifican como accidentes potencialmente rábicos (APR), ya que la rabia es una enfermedad viral mortal transmitida por la saliva de animales infectados, y la mordedura es su principal vía de contagio.
Sólo durante la última semana epidemiológica registrada, se notificaron 9 nuevos casos: 4 en San Martín, 3 en Anta y 2 en Capital. Pero lo que más preocupa no es solo la cantidad, sino la gravedad y las consecuencias que pueden acarrear estos ataques.
Heridas que no solo marcan la piel
Los expertos advierten que una mordida de perro no es un simple rasguño. Puede derivar en infecciones severas, dejar cicatrices visibles o incluso comprometer funciones motrices si afecta músculos, tendones o articulaciones.
En el caso de los niños, que suelen ser las principales víctimas, las mordeduras pueden llegar a provocar fracturas óseas, sobre todo en zonas delicadas como rostro o manos. Y si la herida no es tratada correctamente, hay riesgo de tétanos o incluso complicaciones como meningitis, endocarditis o osteomielitis.
Pero también existen secuelas invisibles y persistentes: muchas personas desarrollan trastornos de ansiedad, fobia a los perros o estrés postraumático. En algunos casos, las marcas visibles generan problemas de autoestima y dificultades en las relaciones sociales.
El rol humano en la prevención
Frente a esta situación, el Ministerio de Salud Pública insistió en la necesidad de adoptar hábitos responsables con los animales, tanto para evitar ataques como para preservar la salud pública.
Se recomienda vacunar contra la rabia a todas las mascotas, llevarlas al veterinario regularmente, mantenerlas limpias y bien alimentadas. Y aunque sean animales domésticos, nunca debe provocárselos ni interferir en momentos sensibles como la hora de la comida.
También se llama a los adultos a educar a los niños sobre el trato respetuoso hacia los animales. “No hay que acercarse ni tocar a perros desconocidos, ni molestarlos o invadir su espacio”, destacaron desde la cartera sanitaria.
El mensaje es claro: una buena convivencia con los animales se construye con respeto, prevención y responsabilidad. De lo contrario, el costo puede ser alto, para la salud y para la vida.