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Salvador Mazza es así; no deja de sorprender. Una tierra de contrastes políticos, donde todo se puede vender y todo se puede comprar. Una especie de mundo al revés que se rige por sus propias leyes o, mejor dicho, con gente que impone sus propias leyes, bajo el imperio de quien sabe qué intereses.
Así es Salvador Mazza; la última ciudad donde flamea una bandera argentina antes de ingresar por Salta a territorio boliviano. Allí, la gente vive en la dinámica del comercio, impulsado por la diferencia cambiaria que permite que ciertos productos se consigan a mayor o menor precio, de uno y otro lado de la línea fronteriza. Esto genera un intercambio económico importante que debería reflejarse en actividades tributarias con recaudaciones que permitan desarrollar infraestructura de servicios, trabajo genuino y asistencia social. Pero nada de esto ocurre.
Dicen que en Salvador Mazza hay cosas que se van perdiendo; la tranquilidad y la paciencia de los vecinos son algunas de ellas. Una muestra de este malestar en aumento es la del empresario Francisco Burgos Muñoz, dueño de la única estación de servicio que funciona en esa ciudad. La Municipalidad le clausuró el negocio y provocó que la Secretaría de Energía lo retire de la nómina de despachos autorizados. Pero el pueblo, contrariamente a lo que se puede pensar, no se quedó sin combustibles, pues proliferan los lugares donde se vende “la YPFB”, como se conoce a la nafta de la también estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, que ingresa ilegalmente a nuestro país.
Pero, ¿cómo es que se puede vender combustible ilegal en casas de familia y una estación de servicio no puede desarrollar esta actividad? Salvador Mazza es así.
La YPFB ingresa a Salvador Mazza como “bagayeo”. La gente la compra del otro lado en bidones que luego acumula en tachos en sus viviendas. Se vende a 50 pesos los 50 litros. El gasoil también se vende de esta manera y a un precio más barato que en Argentina. Claro que la calidad del producto no se compara con el combustible nacional, pero lo que se destaca es la impunidad de una actividad ilegal que debería estar desterrada, no sólo por políticas energéticas a nivel nacional, sino también por la irrenunciable tarea de control de la comuna.
Llama poderosamente la atención la clausura que ordenó el intendente Carlos Daniel Villalba de una estación de servicio de bandera nacional y la sugestiva inobservancia de la venta ilegal de combustible boliviano en casas de familia en Salvador Mazza.
Hasta hace poco, había un cartel de “se vende nafta suelta” en una casa que está ubicada a metros del Concejo Deliberante. Las zonas donde más se comercializa este combustible son barrio San Martín y los sectores 3 y 5. A estos detalles los conocen a la perfección el intendente Villalba y sus funcionarios, aunque ya es aceptado que en el pueblo no hay intendente, secretario de Gobierno, ni presidente del Concejo Deliberante.
A las frecuentes y prolongadas ausencias del jefe comunal, las suplantan “los hermanos Calvo”, asesores legales de la comuna que parecen estar por arriba de cualquier jerarquía de gobierno democrático.
Otro de los contrastes
Los vecinos de Salvador Mazza viven atemorizados. En los últimos meses, siete personas fueron ejecutadas en claros mensajes mafiosos relacionados al narcotráfico y, pese a que se sabe que es una zona de frontera caliente, la Gendarmería fue retirada de allí y reubicada 20 kilómetros más al sur, en Aguaray. Esta es otra parte de una inexplicable política de Seguridad nacional, en la que el Gobierno provincial y municipal no tienen mayor incidencia, pero hay que decir que la falta de gestión en la zona contribuye a la inseguridad.
Las opiniones de la gente en las redes sociales sostienen que hay una falta de decisión política para acabar con el delito en la frontera. Se menciona también un avance implacable del narcotráfico y destacan, en menor medida, al retiro de la Gendarmería como factor de inseguridad. Esto se traduce en que faltan políticas acertadas del Gobierno nacional, pero también en que no hay gestión del Gobierno provincial y municipal.
Que la mayoría de los problemas en la frontera dependan de Energía, Aduana, AFIP o Gendarmería no exime al gobernador Urtubey ni al intendente Villalba de sus responsabilidades como gobernantes.
Salvador Mazza es de Salta.
Los datos
Llama poderosamente la atención la clausura que ordenó el intendente Carlos Daniel Villalba de una estación de servicio de bandera nacional y la sugestiva inobservancia de la venta ilegal de combustible boliviano en casas de familia en Salvador Mazza.
Que la mayoría de los problemas en la frontera dependan de Energía, Aduana, AFIP o Gendarmería no exime al gobernador Urtubey ni al intendente Villalba de sus responsabilidades como gobernantes. Salvador Mazza es de Salta.