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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La sequía jaquea los cultivos del este de Salta

Lunes, 19 de marzo de 2012 01:05

El momento que atraviesa la campaña de soja y maíz en Anta es más que crítico. El sábado 10 y el lunes 12 de marzo, El Tribuno Campo recorrió el departamento y se encontró con un panorama preocupante. En Las Lajitas y alrededores, lugar considerado como una zona núcleo de producción por sus buenas aptitudes agronómicas, el escenario es desalentador.
“La sequía está instalada en forma severa en todo Anta. Los registros en la mayoría de los casos son los más bajos en 30 años. Se había iniciado la campaña con poco perfil de humedad en el suelo, llovió muy poco y desparejo, y se complicó más por las altísimas temperaturas, sobre todo en febrero y principios de marzo. Esto impactará significativamente en los rindes, porque el período crítico de los cultivos está aconteciendo bajo las condiciones más adversas. La sensación de los productores y técnicos es que será un año muy duro, con rendimientos muy por debajo del promedio histórico y altamente contrastante con las últimas dos campañas”, comentó Ezequiel Moreno, asesor técnico del Grupo Lajitas, que nuclea a un grupo de empresas agropecuarias con destacada participación en la zona.
A lo expresado por Moreno se suma la opinión de Raúl Segovia, productor y prestador de servicios agropecuarios que trabaja desde hace más de 25 años en el lugar, quien describió que el rendimiento histórico promedio de soja en la zona es de alrededor de 2.700 kg por hectárea, pero que los productores barajan la posibilidad de que se cosecharía un promedio de menos de 1.500 kg, ya que por la sequía la mayoría de los lotes rendirán poco y no hay lotes que vayan a tener altos rindes.
“Las secas son generalmente en enero, cuando las sojas están chicas y aguantan. Pero sufrir la falta de lluvias en febrero y comienzos de marzo complica severamente el desarrollo del cultivo, porque la soja ya está con chauchas y definiendo su rendimiento”, explicó Segovia, para luego agregar que “desde octubre hasta el momento llovieron 400 milímetros, pero mal distribuidos. Si tuviéramos el mismo milimetraje, pero con buena distribución, la situación no sería tan grave”. En la mayoría de los lotes la soja se sembró con unos 80 milímetros aproximadamente, por lo cual tenía unos 300 milímetros encima, al momento de la visita.
Ezequiel Moreno destacó que la zona de Anta se caracteriza por tener una ventana de siembra bastante estrecha. “Este año la sequía nos agarró en el peor momento, que es el llenado de grano en la soja y la floración en el maíz. Ya hay lotes perdidos que no llegarán a cosecha, aunque lloviera a partir de hoy. Poquísimos son los lotes que pueden caratularse como buenos; y la mayoría, entre regulares y malos, definirán su situación hasta la semana próxima”, dijo. Durante la visita, la opinión generalizada era que las posibles lluvias que llegaran a ocurrir solo frenarían la caída de rendimiento que era acelerada, pero bajo ningún punto de vista podrían revertir la situación.
</SUBTITULO>La inversión
La sequía encontró a los productores con un 90% de la inversión hecha en sus cultivos. “Nuestros galpones están vacíos”, dijo Raúl Segovia a El Tribuno Campo, para graficar que los herbicidas, insecticidas, fungicidas y otros insumos que requieren los cultivos ya fueron aplicados en casi su totalidad. El tiempo seco expuso a los lotes de soja a una fuerte presión de los insectos, en particular a severos ataques de la falsa medidora (Pseudoplusia includens), lo que obligó a los agricultores a reforzar los esfuerzos y gastos en el control; además de varias malezas que prosperaron por las condiciones climáticas imperantes.
Pero a la inversión realizada hasta el momento deberá sumársele la necesaria para cosechar los lotes. Se estima que la trilla costará entre $300 y $320 la hectárea y que se realizará en un panorama incierto debido a la falta de gasoil y a los inconvenientes que genera el cierre de las importaciones, ya que la mayoría de las máquinas que se utilizan son importadas y en las tareas de cosecha siempre se requieren repuestos e insumos que actualmente no se consiguen.
Los costos de transporte no están definidos todavía, pero se calcula que tendrá un fuerte incremento; además, la falta de combustible puede generar gastos extras provocados por la necesidad de embolsar los granos que no se puedan acarrear en tiempo y forma, debido a los problemas que puedan generarse en la logística de transporte.
La sensación que se pudo percibir es que la campaña es de quebranto.
 

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El momento que atraviesa la campaña de soja y maíz en Anta es más que crítico. El sábado 10 y el lunes 12 de marzo, El Tribuno Campo recorrió el departamento y se encontró con un panorama preocupante. En Las Lajitas y alrededores, lugar considerado como una zona núcleo de producción por sus buenas aptitudes agronómicas, el escenario es desalentador.
“La sequía está instalada en forma severa en todo Anta. Los registros en la mayoría de los casos son los más bajos en 30 años. Se había iniciado la campaña con poco perfil de humedad en el suelo, llovió muy poco y desparejo, y se complicó más por las altísimas temperaturas, sobre todo en febrero y principios de marzo. Esto impactará significativamente en los rindes, porque el período crítico de los cultivos está aconteciendo bajo las condiciones más adversas. La sensación de los productores y técnicos es que será un año muy duro, con rendimientos muy por debajo del promedio histórico y altamente contrastante con las últimas dos campañas”, comentó Ezequiel Moreno, asesor técnico del Grupo Lajitas, que nuclea a un grupo de empresas agropecuarias con destacada participación en la zona.
A lo expresado por Moreno se suma la opinión de Raúl Segovia, productor y prestador de servicios agropecuarios que trabaja desde hace más de 25 años en el lugar, quien describió que el rendimiento histórico promedio de soja en la zona es de alrededor de 2.700 kg por hectárea, pero que los productores barajan la posibilidad de que se cosecharía un promedio de menos de 1.500 kg, ya que por la sequía la mayoría de los lotes rendirán poco y no hay lotes que vayan a tener altos rindes.
“Las secas son generalmente en enero, cuando las sojas están chicas y aguantan. Pero sufrir la falta de lluvias en febrero y comienzos de marzo complica severamente el desarrollo del cultivo, porque la soja ya está con chauchas y definiendo su rendimiento”, explicó Segovia, para luego agregar que “desde octubre hasta el momento llovieron 400 milímetros, pero mal distribuidos. Si tuviéramos el mismo milimetraje, pero con buena distribución, la situación no sería tan grave”. En la mayoría de los lotes la soja se sembró con unos 80 milímetros aproximadamente, por lo cual tenía unos 300 milímetros encima, al momento de la visita.
Ezequiel Moreno destacó que la zona de Anta se caracteriza por tener una ventana de siembra bastante estrecha. “Este año la sequía nos agarró en el peor momento, que es el llenado de grano en la soja y la floración en el maíz. Ya hay lotes perdidos que no llegarán a cosecha, aunque lloviera a partir de hoy. Poquísimos son los lotes que pueden caratularse como buenos; y la mayoría, entre regulares y malos, definirán su situación hasta la semana próxima”, dijo. Durante la visita, la opinión generalizada era que las posibles lluvias que llegaran a ocurrir solo frenarían la caída de rendimiento que era acelerada, pero bajo ningún punto de vista podrían revertir la situación.
</SUBTITULO>La inversión
La sequía encontró a los productores con un 90% de la inversión hecha en sus cultivos. “Nuestros galpones están vacíos”, dijo Raúl Segovia a El Tribuno Campo, para graficar que los herbicidas, insecticidas, fungicidas y otros insumos que requieren los cultivos ya fueron aplicados en casi su totalidad. El tiempo seco expuso a los lotes de soja a una fuerte presión de los insectos, en particular a severos ataques de la falsa medidora (Pseudoplusia includens), lo que obligó a los agricultores a reforzar los esfuerzos y gastos en el control; además de varias malezas que prosperaron por las condiciones climáticas imperantes.
Pero a la inversión realizada hasta el momento deberá sumársele la necesaria para cosechar los lotes. Se estima que la trilla costará entre $300 y $320 la hectárea y que se realizará en un panorama incierto debido a la falta de gasoil y a los inconvenientes que genera el cierre de las importaciones, ya que la mayoría de las máquinas que se utilizan son importadas y en las tareas de cosecha siempre se requieren repuestos e insumos que actualmente no se consiguen.
Los costos de transporte no están definidos todavía, pero se calcula que tendrá un fuerte incremento; además, la falta de combustible puede generar gastos extras provocados por la necesidad de embolsar los granos que no se puedan acarrear en tiempo y forma, debido a los problemas que puedan generarse en la logística de transporte.
La sensación que se pudo percibir es que la campaña es de quebranto.
 

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