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El cierre de los mercados de exportación y la escasez de hacienda para faenar tuvieron efectos devastadores en la industria frigorífica. Según registros del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, en tres años cerraron sus puertas 101 plantas frigoríficas. De acuerdo con esos datos oficiales, en 2008 había 494 establecimientos activos, de los cuales solo 393 quedaban en pie a fines del año pasado.
La responsable técnica del Comité de Carnes del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, Nieves Pascuzzi, precisó que establecimientos del sector tienen hoy bajos valores de recupero y una capacidad ociosa que llega en muchos casos al 40%. En un estudio que acercó a El Tribuno, Pascuzzi advirtió que el cierre masivo de plantas frigoríficas afectó los puestos de casi 13.000 trabajadores y generó situaciones sociales críticas en diferentes localidades de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Chaco.
Durante 2011 el Mercado de Liniers tuvo la entrada más baja de su historia, con solo 1.241.321 cabezas. En 2002, durante la crisis, habían ingresado 2.293.229 vacunos. En 2006, cuando el Gobierno nacional comenzó a aplicar las trabas a las exportaciones y otros mecanismos de intervención sobre la cadena de comercialización de carnes, el Mercado de Liniers había recibido 1.860.788 cabezas.
El precio general de la hacienda ronda hoy los dos dólares el kilo vivo. Sin embargo, el progresivo aumento de los costos de producción deterioró la renta de los productores y neutralizó los buenos márgenes que obtuvieron en los últimos dos años.