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Vecinos del barrio 25 de Mayo en alerta: la histórica gruta de la Virgen del Rosario podría ser removida

Vecinos del barrio 25 de Mayo viven con angustia la posibilidad de perder la gruta de la Virgen del Rosario de San Nicolás, construida hace 39 años con esfuerzo comunitario. Planean allí un paseo sobre el canal y la estructura religiosa podría ser removida. 
Jueves, 03 de julio de 2025 19:33
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Los vecinos del barrio 25 de Mayo viven días de profunda tristeza y preocupación. La emblemática gruta de la Virgen del Rosario de San Nicolás, que desde hace 39 años custodia la vereda de Coronel Vidt al 900, entre Tucumán y Acacucho, podría ser removida para dar lugar a un proyecto urbanístico que prevé la creación de un paseo en la orilla del canal. La noticia, que comenzó a circular entre los habitantes del barrio hace algunos días, cayó como un balde de agua fría en una comunidad que ve en ese pequeño santuario un símbolo de identidad y fe.

La gruta no es un simple altar de cemento: es el corazón espiritual del barrio. Fue construida a pulmón con los aportes de los propios vecinos. "Entre todos compramos los materiales, pagamos a los albañiles y ayudamos para que la Virgen tuviera su lugar",dijo una vecina del grupo de oración que administra el sitio desde hace décadas.

Aunque formalmente pertenece a la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles, la gruta es mantenida con esfuerzo constante por una comisión barrial, que organiza la novena todos los meses —con misa cada 25— y que corona cada año con la gran fiesta patronal el 25 de septiembre. “Ella es nuestra patrona, la que acompaña cada momento de dolor, de alegría, de incertidumbre”, dijo la vecina de toda la vida. “Muchos se acercan a rezar cuando no tienen trabajo, cuando hay un enfermo, cuando nace un hijo. Acá se encuentra consuelo y esperanza”, agregó. 

Por eso, la posibilidad de que ese espacio sagrado sea removido ha despertado una ola de angustia. Los vecinos fueron informados, en una reunión, de que se proyecta un paseo sobre la vereda que bordea el canal, exactamente donde se encuentra la gruta. Ante la preocupación, los fieles propusieron una alternativa: “¿Por qué no tapan el canal y hacen el paseo allí, que es más amplio?”, preguntaron. Pero la respuesta fue que "eso demanda mucho dinero".

Los vecinos, con voluntad de diálogo y sin intenciones de frenar el desarrollo barrial, ofrecieron una solución intermedia: que el paseo se extienda hasta la gruta y respete ese pequeño santuario. Sin embargo, según expresaron los vecinos, esa opción no fue bien recibida. “Nos sentimos tristes, ignorados. Nos duele que no valoren lo que significa este lugar para nosotros”, relató la vecina.

Lo que aflora en el barrio es más que una disputa por el uso del espacio público: es una herida emocional, porque la gruta no es un obstáculo ni un adorno, es parte de la memoria colectiva, de los afectos compartidos, de una fe que echó raíces en ese rincón de Salta hace casi cuatro décadas.

Desde el barrio reconocen la importancia de mejorar los espacios comunes y embellecer el entorno, pero piden que ese progreso no sea a costa de borrar lo que les pertenece. “No queremos enfrentarnos a nadie. Solo pedimos que nos escuchen y que respeten lo que esta gruta representa. No se puede hablar de inclusión si no se cuida lo que une a una comunidad”, expresaron los vecinos.

Mientras, crece el dolor y la incertidumbre entre quienes ven en la gruta mucho más que una imagen religiosa. Ven el reflejo de sus luchas, de sus rezos en silencio, de sus esperanzas en tiempos difíciles.

 

 

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