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El dólar que se compra en el mercado marginal no tiene un techo ni un ritmo de suba previsible. Así es que costó el miércoles pasado $6,15 y al día siguiente $ 5,93.
Algunos explican que la oscilación conviene porque desalienta al segmento del mercado paralelo y otros, más conceptuales y ortodoxos con la economía, quieren que la variable dólar, que se engancha habitualmente a la seguridad del ahorrista, sea más previsible. Pero es público y notorio que el Estado quiere juntar dólares para pagar 10.000 millones de dólares.
El Tesoro le pide esa cantidad a la política monetaria para pagar los intereses de la deuda pública que vence este año. La política del Banco Central tiene que ser monitoreada casi permanentemente porque las variables más significativas están siendo puestas a prueba.
Los números claves medidos contra el dólar son los salarios, el gasto público y la emisión monetaria, íntimamente ligada a la inflación. Entre esas variables nombradas hay un tensión debido a la presión cambiaria que ejerce en la City, casi todo los días, el alto costo del dólar marginal. Hasta ahora, la reacción fue restringir importaciones y no permitir que se vendan divisas.