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Deber de padres

Viernes, 01 de junio de 2012 22:08
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Hoy en día escuchamos decir que niños y jóvenes ponen fin a su vida drásticamente, lo que me motiva llamar a la reflexión a la comunidad sobre una situación real y lamentable, que no debiera ocurrir, que puede prevenirse y que impulsa a meditar sobre qué podríamos hacer para evitar semejante tragedia. Vivimos en un mundo de contradicciones donde la falta de amor es la constante de todos los días. Mientras madres como yo, guiadas tal vez intuitivamente y con los medios que se dispone, entre ellos la oración, luchan por salir de la tremenda conmoción existencial que acarrea la pérdida de un hijo, o de los jóvenes.

Esta acuciante situación exige un análisis concienzudo al que hay que ponerle remedio urgentemente. ¿Podemos los padres prevenir este mal que socava los cimientos de esta sociedad, a tal punto que hay jóvenes que no solo no creen en los valores morales, sino que los desconocen y transitan por la vida a la deriva, desanimados, sin metas y sin ánimos para vivir? Causa mucha tristeza ver cómo muchos jóvenes se aferran a los vicios y los adultos no hacemos nada por evitarlo. ¿Dónde quedaron el buen consejo, el diálogo y el amor por nuestros hijos? No es solamente nuestra misión de padres el alimentarlo y mandarlos a un buen colegio.

La palabra afectuosa, el diálogo, la comunicación escrita, debieran ser como el alimento diario, el ingrediente necesario para nutrirlos y desarrollar en ellos los buenos sentimientos para ir fortaleciéndolos en el amor, desde muy temprana edad. Nuestros jóvenes necesitan que se les haga conocer los límites de conducta para no incurrir en excesos. Esta responsabilidad no solo es de los educadores, sino de los padres y madres que, ante todo, deben tratarlos con amor y respeto, estableciendo con paciencia una comunicación permanente, alentándolos sin cansancio con el consejo diario.

Tarea encomiable pero no difícil y sumamente necesaria en el mundo caótico de hoy para ir formándolos como personas.

Luisa Gutiérrez
Ciudad

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