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Quería felicitar el contenido del artículo de María de los Angeles Rojas, publicado en la página 2, el martes 19 de junio, bajo el título “¿Hay un corrector de textos presente?”, por reconocer que los jóvenes resultan a veces “homicidas lingüísticos”. Correspondería aclarar lo verosímil de la involución existente en estos tiempos. Tengo una anécdota, un tanto graciosa, pero a la vez preocupante e indignante. Hace algunos meses al subirme a un colectivo escuché una charla entre dos pasajeros un poco abandonados por la limpieza, y quizás empapados de una pasión que denotaba un característico ademán del comienzo de un vínculo amoroso. El muchacho deslizó agresivamente su mano derecha por encima de cuello de la señorita, como queriendo iniciar su discurso conquistador. Ahí escuché un lenguaje casi inquisidor, palabras que torturaban. “Te viá' cé una trasfusión de labio, ¿querí negra?”. Esa fue la frase casi poética que este presunto asesino conductual, y literario, proclamaba. Tuve durante las semanas siguientes, material alertado y gracioso para contar como anécdota. Me despido orgulloso por tener una cómplice para con la forma correcta que deberíamos elegir al comunicarnos. Gracias!
Joaquín Morales
Tucumán