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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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?La violencia y la bulimia me robaron a mis hijos?

Jueves, 07 de junio de 2012 23:41
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María José Arepia (41) perdió, cinco años atrás, la tutela provisoria de sus hijos, por trastornos alimenticios manifestados en bulimia y anorexia.
Hoy, totalmente recuperada, según consta en diversos certificados médicos emitidos por profesionales del medio, inició una desgarradora lucha por la restitución de sus tres hijos, a quienes solo puede ver, sin tener contacto, como si fuera una extraña.
Su total dependencia a las pastillas adelgazantes a base de anfetaminas fue el puntal utilizado legalmente por su exmarido, el ingeniero en construcciones Julio César Choque, para solicitar la tutela provisoria, por el término de tres meses, de los tres hijos de ambos, actualmente de 15, 12 y 9 años, plazo legal ya extinguido. Sin embargo, María José Arepia fue despojada de a poco del contacto con los chicos y, finalmente, condenada por su expareja a verlos a la distancia, como si se tratara de una extraña.
“Es muy doloroso saber que mis nenes me extrañan. Sentir la necesidad que ellos tienen de saberse contenidos y amados por quien les dio la vida y no poder acudir a sus clamores me duele mucho más aún”, confesó. “Mi lucha comenzó ni bien decidí separame, después de aguantar años de violencia física y psíquica de parte de mi esposo, quien la última vez que me golpeó lo hizo delante de ellos y llegó a pisarme la cabeza”, relató, entre lágrimas.
Luego agregó: “No voy a ocultar mis errores del pasado ni mi dependencia farmacológica. No voy a decir que le he sido fiel, porque no fue así, aunque tampoco él fue un ejemplo de marido. Un día el amor se acabó y comenzaron los celos, los golpes, los malos tratos y la furia en contra de mi persona. Me arrastré, cerré los ojos a la realidad, quizá por necesidades económicas o por temor a quedar en la calle, completamente desamparada. Cosa que finalmente ocurrió. Quedé sin pensión, sin hijos, sin afectos, rotulada como una adicta irrecuperable. De ser la señora del ingeniero, pasé a ser empleada doméstica de una casa particular y con ese sueldo actualmente me mantengo. Pero, saben, me falta el amor de mis hijos. Aunque quieran negarlo a través de grises expedientes que nada expresan, yo sigo viva”, expresó.
“He cumplido -añadió- con el mandato de la Justicia; hice todas y cada una de las terapias ordenadas por el juez de Familia 2, Víctor Soria, y tanto psiquiatras como psicólogos me extendieron el alta médica y ya hace años que superé mi dependencia farmacológica... ¿Qué más puedo aportar para que me devuelvan a mis hijos?, ¿qué debo hacer para que me escuchen? Yo soy la madre y aún estoy viva, tengo todos los derechos que la ley de la Nación brinda a sus ciudadanos. Si alguna vez hubo una restricción por mi enfermedad y mis trastornos alimenticios, por la violencia familiar que las desavenencias conyugales provocan, estas ya han cesado por el férreo esfuerzo que puse para superar mi problema, para volver a ser una mujer normal y rescatar a quienes he perdido por la burocracia y por la violencia que sufrimos las mujeres que pecamos de una u otra forma. Por estos chicos, a quienes tengo que ver desde la vidriera o robando imágenes desde la distancia, aferrando peluches y arrullando esperanzas que se desvanecen en los estantes del Poder Judicial... por ellos he vuelto a la vida y reclamo que lo que alguna vez fue ‘provisorio’ no se eternice”, suspiró.
“Si no me escuchan, si no es así, mi condena no tendrá fin. Soy una madre, amo a mis hijos y quiero tenerlos, acariciarlos”, finalizó.
 

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