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Leda Valladares: ?Y ya me voy, ya me iré...?

Viernes, 13 de julio de 2012 22:08
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Hay personas difíciles de encorsetar en un calificativo, o en varios. Porque son personas que pasan por la vida dejando una estela inconmensurable. Es el caso de Leda Valladares. Hoy, que ya no está, se multiplican en los medios las palabras que buscan resumirla: poeta, cantora, compositora, musicóloga... Otros agregarían al listado luminosa, transgresora, impredecible, maestra.

La tucumana que hizo uno de los más valiosos rescates de la música ancestral del norte argentino murió ayer, a los 93 años, en un hogar de ancianos de Buenos Aires. Se recluyó ahí después de que el Alzheimer le arrebatara de a una las hojas secas de la memoria.

A Leda Valladares es fácil recordarla en alguna foto sepia, grabador grandote en mano, registrando la voz de alguna bagualera; cantando a dúo con María Elena Walsh, allá por los 50, el frenético “Twist del Mono Liso”; o reuniendo a rockeros como Charly García, León Gieco, Luis A. Spinetta, Gustavo Cerati, Pedro Aznar y Fabiana Cantilo para acercarlos a las bagualas en un disco, “Un grito en el cielo”. En este material además se puede escuchar una de las últimas grabaciones en vida de Federico Moura, líder de Virus, quien acudió al llamado de Leda a pesar de estar ya muy débil por el VIH. En este álbum quedó registrada su emocionada y cálida voz en “En Atamisqui” y en “A mí me dicen el tonto”.

Otros recordarán a Leda, en plena dictadura militar, agitando las banderas del Movimiento por la Reconstrucción de la Cultura Nacional, o discutiendo mano a mano con Ernesto Sábato, porque él sostenía la existencia de culturas superiores e inferiores. Para Leda, era tan importante un Miguel Angel como una vasija amasada por un guaraní.

Leda, hermana de Rolando “Chivo” Valladares -otra figura indispensable del folclore- nació el 21 de diciembre de 1919 y aprendió de su padre a entrenar su oído musical.

Con ideas de libertad estética, la tucumana formó su primer grupo antes de cumplir los 20 años, acompañada por talentosos amigos, entre quienes estaba el “Cuchi” Leguizamón. El movimiento se llamó FIJOS (Folclóricos, Intuitivos, Jazzísticos, Originales y Surrealistas) y tuvo como timón un hondo sentido lúdico.

Pero Leda tuvo además otros lazos con nuestra tierra: su primer contacto con la baguala, a los 21 años. “Estaba en Cafayate, una noche de carnaval. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Yo nunca había oído hablar de la baguala. Después de escucharlas salí a buscar los vestigios de ese milagro que hasta ese momento desconocía. Me prometí recuperar semejante regalo de la tierra”, contó alguna vez. Y cumplió.

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