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La Argentina se para ante la crisis en un escenario bastante distinto al de julio de 2009, la última vez que había caído la economía doméstica hasta la baja del mes pasado. El contexto mundial es muy parecido, eso es innegable, lo que cambió es la situación general del país y los precios internacionales de las materias primas: como quien dice, una de cal y una de arena.
Hace 34 meses la inflación también era la preocupación central en materia económica y superaba a la de casi todo el mundo, pero mostraba cierta tendencia a la estabilización y se ubicaba al menos cinco puntos por debajo de la actual. Eran momentos de turbulencia mundial por el repentino derrumbe de los mercados internacionales, igual que ahora. Sin embargo, en ese entonces no existían las trabas a las importaciones ni tampoco el cepo al mercado cambiario, dos medidas que están enlenteciendo sin retorno la economía actual.
Las provincias tenían sus rojos producto de la centralización desmedida que históricamente tuvo el poder central hacia ellas. Y todo indica que eso nunca se modificará del todo, pero en 2009 ni se mencionaba la palabra cuasimoneda o rescate para pagos de aguinaldo. Como el Estado nacional tenía más, repartía más, así de simple.
Pese a eso, que traza un panorama poco alentador, el Gobierno cuenta con un as en la manga que no tenía hace tres años y que le da un aire invalorable para afrontar lo que viene: la tonelada de soja está 247 dólares más cara que antes. Teniendo en cuenta que ese producto representa un porcentaje altísimo de la recaudación oficial, la noticia no podría ser mejor en momentos de incertidumbre. En síntesis: mientras este precio se mantenga, es muy difícil que al Ejecutivo le falten dólares para pagar sus deudas.
Las paritarias de este año están cerrando, por indicación del Gobierno, en porcentajes más bajos que las de 2011. Esa, más la lenta reducción de subsidios en muchos sectores de la economía, está siendo básicamente la única receta que se está usando para parar la inflación. ¿Por qué no baja entonces, pese al palpable menor consumo de la sociedad? Porque la emisión no se detiene y aumenta sistemáticamente la deuda intraestatal, fundamentalmente con la Anses y el Banco Central. Allí radica otra de las ventajas cortoplacistas del contexto actual en relación con la crisis de 2009: la reforma a la Carta Orgánica le permite al kirchnerismo ahora usar una caja bastante acaudalada ante la imposibilidad de acceder al crédito internacional. Eso, si bien actualmente ayuda, es pan para hoy y hambre para mañana.
En 2009, el discurso de la Presidenta era no sembrar pánico y decir que -por las políticas contracíclicas aplicadas- Argentina estaba blindada de lo que pase afuera. Eso nunca fue cierto del todo, pero Cristina logró que pasada la tormenta continúe el crecimiento económico del país a tasas chinas. El relato de hoy es muy distinto, aun con el precio de la soja en 645 dólares. “Es muy difícil quedar exentos de la crisis internacional”, dijo anteayer el viceministro de Economía, Axel Kicillof. La frase parece de cajón, pero viniendo de un alto funcionario oficial da cuenta del aire que se respira en la Casa Rosada.
Todo esto pasa a poco más de un año para la renovación parlamentaria de mitad de mandato, un comicio que siempre termina plebiscitando al poder central. De todos modos, ni en el oficialismo ni en la oposición se animan a descartar que no vayan a adelantarse las elecciones como ocurrió hace tres años. “Cristina sabe que el año que viene ganará con comodidad las elecciones parlamentarias; pero, probablemente, pierda votos por la caída de la actividad. Nos tranquiliza saber que aún no se vislumbra una candidatura opositora fuerte, aunque en 2009 tampoco la había y (Francisco) De Narváez le ganó sorpresivamente a (Néstor) Kirchner”. Con confianza, pero con cautela, resumía por lo bajo un alto dirigente kirchnerista el escenario que se avecina para 2013.
Esas elecciones serán claves no solo para dividir aguas por completo dentro del peronismo y revelar realmente dónde está cada uno, sino para sumar a legisladores que voten una eventual reforma de la Constitución. ¿Re-relección incluida? Poco probable, pero no imposible.
El impasse de esta semana con Daniel Scioli, a quien ya le enviaron la plata que necesitaba, descomprimió una situación que nunca debió haberse producido. El gobernador -quien mantiene sus aspiraciones presidenciales para 2015- gastó a cuenta sin prever que la Nación podría retacearle los fondos, un grave error de administración. ¿Por qué no le dieron la plata antes, si estaba disponible? La respuesta es política: para desgastar a un adversario al que ayudaron a crecer, nada más.
La política argentina, no es ninguna novedad, es cambiante a extremos inimaginables y eso complica predicciones a futuro. Sin ir más lejos, aun con el apoyo de las polémicas candidaturas testimoniales, Cristina perdió en 2009, pero logró arrasar dos años después. En Argentina, se sabe, todo puede pasar.