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Con la declaración de nuevos testigos en el juicio por la megacausa de la UNSa, quedaría confirmado que la desaparición del exagente de inteligencia de la Policía Federal Juan Carlos Parada de Mallo y de su esposa, Marta Cascella, se produjo desde la Jefatura central de la Policía de la provincia, en el marco de la represión clandestina que se produjo en el país entre 1975 y 1983. Todo indicaría que a Parada lo eliminaron a instancia del Ejército luego de haber recuperado -a cambio de dinero- el auto robado a un abogado salteño que se encontraba en poder de un militar en la provincia de Catamarca.
Una patrulla de la Brigada de Investigaciones, a cargo del comisario Pedro Perona, lo detuvo el 17 de marzo de 1978 en un taller mecánico de la calle Alvear 70, adonde el exagente había ido para retirar una estanciera.
Según los testigos, lo alojaron en la Jefatura, lugar donde fue visitado por su esposa en dos o tres oportunidades. En una de esas visitas Marta Cascella se entrevistó con el director de Seguridad Joaquín Guil, a quien le advirtió que si no liberaban a su esposo se trasladaría a Buenos Aires para hablar con el padre del detenido, un exagente de inteligencia de la Federal que tenía contactos con los altos mandos de Ejército.
El 29 de marzo la mujer recibió una llamada en la peluquería donde trabajaba y le pidieron que se presentara en la Jefatura. La acompañó su empleador, Héctor Burgos, quien en la audiencia de ayer confirmó que la llevó en su vehículo, que la vio ingresar al edificio de General Gemes 750 y nunca más se encontró con ella. El testigo dijo que la mujer le confió que la había llamado gente del Ejército. Ante una pregunta del fiscal Ricardo Toranzos, Burgos sostuvo que lo que está claro es que Parada y su cónyuge fueron alojados en la Jefatura de Policía y que no creía que hayan salido de allí.
También declaró Juan Carlos Pacheco, hijo del dueño del taller donde apresaron a Parada, y que para esa época trabajaba en la Policía. Dijo que no lo conocía, pese a que en el sumario policial dio detalles relacionados con la presencia del desaparecido en ese lugar. Si bien reconoció su firma en el informe que se practicó en ese momento, Pacheco se declaró desmemoriado. “Es mi firma, pero en honor a la verdad no recuerdo nada de lo que allí dice”, se excusó ante la insistencia del fiscal Toranzos.