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Hay silencios que perturban a la sociedad y otros que la pacifican: el de ayer, definitivamente, estuvo en el segundo grupo. Sin cadena nacional, sin voces que pdan una re-reelección, sin críticas a la oposición o a los medios, y casi sin palabras autoreferenciales, Cristina le puso un necesario paño frío a la radicalización del discurso oficial sobre el masivo cacerolazo de la semana pasada. No hubo descalificaciones, chicanas ni minimizaciones: solo anuncios de gestión. Es que muchos esperaban que la Presidenta profundice sus críticas hacia quienes se habían manifestado en todo el país, en línea con sus funcionarios, pero ella eligió la moderación, condición básica en momentos de tensión política.
Fue uno de los discursos más distendidos que dio Cristina en el último año, y eso hay que destacarlo con todas las letras. ¿Será el comienzo de un nuevo estilo? Quizás sea apresurado decirlo, pero al menos fue una señal en esa dirección.